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Hank Hawthorne

En algún recóndito lugar del tiempo

Este día de otoño en Brightiville no se siente especialmente distinto a los demás. La monotonía me abraza asfixiante de la mano de mi corbata apretada, que le impide a mi cuello pasar aire.

Mi cuerpo se sacude sobre la montura del caballo y el bajo resonar de los suspiros de las jovencitas me recuerda otra vez quién soy, qué hago aquí y para qué vine al mundo. Existo por y para mi apellido, soy un Hawthorne y lo llevo grabado en la frente como un tesoro... o una maldición.

No me interesan las precarias intenciones que sus vagas mentes han de tener, igual de aburridas, igual de pretenciosas. Me siguen con los ojos por dos cosas: mi atractivo y mi dinero.

Light resopla y agita la cabeza con brusquedad, pero con las riendas lo mantengo firme. Sin embargo, ese simple movimiento ahuyenta a todas las jovencitas que me rodeaban como el fuego ahuyenta a los insectos.

Ante el milagro de la soledad y la bendición del silencio, me permito dejar caer a Hank Hawthorne un poco, y permitirme ser Hank. A veces, ser lo que los demás quieren que seas termina siendo una prisión para la mente.

Con un movimiento firme tiro de una de las riendas haciendo que Light gire hacia la derecha, cambiando nuestro rumbo de vuelta a casa. Él ya conoce el camino, así que aflojo el agarre de las riendas confiando en que nos llevará de vuelta al establo de la mansión. Desde aquí puedo ver su techo, sobresaliente sobre todos los árboles, tan alto que parece tocar las nubes. Tiene un estilo inglés barroco, varios pisos y edificios interconectados.

Mi hogar, además de tener un valor de lujo, tiene un valor histórico. Resulta ser que mi familia es descendiente del fundador de Brightville, Ashton Hawthorne —quien ha puesto cimiento por cimiento y moneda por moneda para crear el primer establecimiento de Brightville, esa inmensa mansión que hace muchos años atrás solía ser también el ayuntamiento—. Es el pueblo donde he nacido y que ahora es dirigido por nuestro no muy querido alcalde, quien le ha usurpado el cargo a mi padre. Mi familia guarda un gran rencor hacia ese hombre y sus parientes, debido a que su familia no es más que un conjunto de sucios y asquerosos ladrones.

Light llega a su destino con orgullo. Nuestra mansión heredada por generaciones fue algo que el alcalde y las arpías que tiene por hijos no nos pudieron arrebatar.

Soy el hijo mayor de cuatro hermanos. Ángela, Marcos y Kevin. Entre los tres lo único que compartimos es la belleza heredada de nuestros padres, después, somos mundos distintos.

Ángela tiene belleza angelical, aniñada. Pero por dentro es una mente macabra, la clase de persona sin filtros y dudosa moral, rompe tradiciones y que sin duda apoyaría cualquier revolución que signifique cerrarle la boca a un hombre.

Marcos le sigue por un año, pero entre él y Ángela parece ser ella la mayor. Su personalidad es aniñada, algo ingenua y risueña. Aun conserva el gusto por los autos de juguete y se niega a usar corbata porque, según él, lo hace lucir como un anciano.

Luego tenemos a Kevin, quien ha nacido dos años después que yo, dejándome llevarme el puesto de hermano mayor —que tiene más contras que pros, si nos ponemos profundos—. Kevin se ha ganado por decisión unánime el título de mujeriego desastroso. Es una especie de adicto al sexo, las mujeres y las relaciones sin compromiso. Su ética me hace enfadar a veces, pues no concuerdo en la forma manipuladora que tiene de cazar mujeres como si fueran presas y llevarlas a la cama.

Por último, estoy yo. Pero mi descripción se las dejaré a análisis propio.

Una vez que dejo a Light en el establo y me aseguro de cerrar bien la puerta de éste para que no escape, me dirijo a paso lento y sereno a casa, pero sin perder mi postura elegante ni el ángulo recto de mi espalda. Rodeo la mansión, ya que el establo está detrás de ella, y me dirijo a la entrada.

LoopWhere stories live. Discover now