Abbie Thompson
En la actualidad, siglo XXI
El golpeteo de la lluvia sobre la ventana del auto me saca de mi ensimismamiento, haciéndome volver a esta realidad hipnotizante y gris. Me encanta ver como las gotas de lluvia van deslizándose lentamente por la ventana del auto, algunas van con más rapidez, pero otras se toman su tiempo, como si disfrutaran dejar su huella húmeda en el cristal de la ventana.
La música vieja que suena por la radio inunda el coche dándole un toque melancólico, haciéndome sentir como en las películas de drama antiguas que solía ver mamá.
Mamá. La extraño.
—¿Abbie? —La voz suave de Austin me hace girar la cabeza hacia el costado, donde él me observa de reojo para no perder la concentración en el camino. Se dice que estas rutas boscosas son peligrosas, muchas personas han tenido graves accidentes por toparse con ciervos a mitad de la carretera, así que don paranoia se niega a quitar un ojo de ella.
Exagerado.
Presiono el botón de la radio para cambiar de canal, esa música tan lenta me pone de los nervios. Nunca fui una gran fan de las baladas, ni de la música clásica, menos de la romántica.
¡Puaj!
Mi hermano chista en queja por reemplazar su música preferida por un buen rock. AC/DC, eres mi pasión.
—Saca esa cosa, es muy ruidosa. —Se queja, y yo le regalo una mirada asesina.
—Tú, amigo mío, no sabes absolutamente nada sobre la buena música. —Él rueda los ojos y arruga la nariz al escuchar el perfecto solo de guitarra eléctrica sonando por la vieja y destartalada radio. No es de los mejores aparatos para reproducir tremenda canción, pero en un viaje en carretera y con la furia de la lluvia sobre nosotros se hace más llevadero.
Le doy una rápida ojeada a mi hermano. Austin siempre fue buen mozo, alto, fornido y atractivo. Con su melena y barba color anaranjada y unos profundos ojos azul oscuro se ha llevado camiones y camiones repletos de suspiros. Pero él, lejos de ser un mujeriego arrogante, es más bien un tonto romanticón. Y lo digo con todo mi amor de hermana menor.
Rosa los veintisiete años y apenas ha tenido tres novias, y las tres lo engañaron. Es tan iluso... Vive creyendo en estúpidas historias de amor con imposibles finales felices porque, vamos, ¡no estamos en Disney! Aquí, en la vida real, la princesa no se queda con el príncipe. Aquí, en el mundo de mierda en el que vivimos, el príncipe estúpido jamás llega a salvar a la princesa porque se la pasa engañándola con otras, y para colmo, cuando queremos convencer al público de que la princesa jamás lo necesitó, y que se salvó ella solita, nadie nos cree.
Oh, y eso no es todo, sino que si no eres delgada y bonita no tienes príncipe.
—¿Estás ansiosa? —Me pregunta, y yo aprieto los labios con molestia. Claro que no estoy ansiosa, nos estamos mudando a un pueblo en el medio de la nada. Hemos dejado mucho atrás, Austin ha renunciado a su —bastante bueno, cabe aclarar— puesto de trabajo, perdió amigos, su futuro y todo es mi culpa.
—Sí, claro... —El sarcasmo en mi voz lo obliga a desviar la vista de la carretera un breve instante para mirarme con tristeza.
—Escucha, Abbie... —Lo interrumpo girando mi cuerpo hacia la ventana, dándole la espalda. Me acurruco en el asiento y le digo:
—Déjalo, presta atención al camino, vamos a chocar. —Eso parece alarmarlo, pues deja de intentar sacar el tema a colación y me deja descansar en paz. Pero, aun así, mis pensamientos parecen querer torturarme, pues la realización de nuestra situación vuelve a mí por mucho que intente alejarla.
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Loop
RomanceLoop. "Mors ultima linea rerum est". ¿Qué tan lejos puede llegar el alma del cuerpo? ¿Y qué tanto tardaría la muerte en alcanzarla? *Por favor, no copies ni uses contenido que no te pertenece. Sé original. *Está prohibido la copia, adaptación total...
