Abbie Thompson
En la actualidad, siglo XXI
La música se oye lejana, como una suave melodía.
Hace frío, lo puedo sentir en mi cuerpo, los vellos de mis brazos se erizan.
Se oye la voz de papá cantando la canción que suena en la radio, pero no la logro identificar. Luego se oye el regaño de mamá diciéndole que se calle.
De repente, algo anda mal.
Un escalofrío me recorre la columna, me siento enferma.
Mi cuerpo tiembla, ya no me siento, me he abandonado. Todo da vueltas y no tengo el control.
¿Cómo puedo volver?
¡Que alguien me ayude! Quiero pedir, pero las palabras no salen de mi boca.
La canción cambia, y mi cuerpo se sacude violentamente.
Austin me grita.
La canción vuelve a cambiar.
Ahora papá también grita, y la canción vuelve a cambiar.
Mamá se une a los gritos, todos suenan desesperados.
Todos menos yo.
¿Qué es lo que sucede?
La canción vuelve a cambiar. Y de nuevo. Y de nuevo.
Quiero volver, pero no puedo.
¿Por qué no puedo volver?
—¡Abbie! —Escucho el grito de mi padre, seguido del alarido de dolor de mi madre y, de repente, todo lo que oigo es silencio.
Me despierto con los rayos de sol filtrándose por la ventana y maldigo entre dientes por no haber cerrado las cortinas. Estoy sudada, lágrimas bajan por mis ojos y mi cuerpo no deja de temblar.
Ha pasado otra vez.
Hago acopio de toda mi fuerza de voluntad para levantar el trasero de la cama. Se nota que el colchón debe estar hecho de un material de buena calidad, porque es demasiado cómodo.
Trato de ignorar lo que ha pasado. Hacer como si esa pesadilla jamás sucedió. Es lo mejor.
Me dirijo al baño donde me lavo la cara, las manos y los dientes, me peino y bajo en pijama y sin sostén al comedor. Allí encuentro a mi hermano acomodando dos platos con huevo revuelto junto a unos jugos de naranja.
Tomo asiento frente a Austin y lo analizo con una ceja alzada. Viste una camisa blanca junto a un pantalón elegante y una corbata, ambas prendas de color negro. Además, lleva su cabello rojizo peinado hacia atrás.
—¿Y esas pintas? ¿A dónde vas tan elegante? —pregunto con tono burlón mientras él devora su desayuno con rapidez, cuando yo apenas comienzo el mío.
—A buscar trabajo. —responde, y traga duro, casi atragantándose—. Las cuentas no se pagan solas—Termina su comida y vacía el vaso de jugo sin respirar para luego ponerse de pie y tomar un maletín negro que se encontraba escondido debajo de la mesa—. Volveré tarde, de seguro. Espérame aquí y pórtate bien, ¿sí? —Ruedo los ojos cuando él deposita un beso en mi frente y camina hacia la puerta.
—No soy una niña. —Pero para cuando termino de hablar, Austin ya ha abandonado la habitación. Sigo desayunando sola, ya que la bestia de mi hermano se había devorado el plato entero cuando yo apenas llegué a comer tres bocados. Cuando termino llevo todo a la cocina para lavar, y luego subo de nuevo a mi habitación para ponerme algo más decente que una camiseta y un pantalón de cuadritos.
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Loop
RomanceLoop. "Mors ultima linea rerum est". ¿Qué tan lejos puede llegar el alma del cuerpo? ¿Y qué tanto tardaría la muerte en alcanzarla? *Por favor, no copies ni uses contenido que no te pertenece. Sé original. *Está prohibido la copia, adaptación total...
