Hank Hawthorne
En la actualidad, siglo XXI
Abre los ojos y escupe agua. Suelto el aire retenido con alivio, dejando caer el saco de preocupación que me colgaba de los hombros.
Abbie se toca el pecho mientras busca aire desesperada, y su hermano le soba la espalda con preocupación. Está todo empapado, con el cabello anaranjado pegado a su frente y su ropa chorreando agua. Se ha lanzado a salvar a su hermana apenas la vio ahogándose en el lago.
El recuerdo de ella hundiéndose en el agua y yo sin poder hacer nada para ayudarla me hierve la sangre que no tengo. Me llena de ira ser consciente de que ella pudo haber muerto y yo me hubiese quedado viendo sin lograr ayudarla.
En este momento, me siento enfadado conmigo mismo, y con el hecho de estar muerto.
—Por dios, me has dado un susto de muerte, joder. —La noto descolocada, como si no supiera ni siquiera en donde está parada, y eso me revuelve el estómago con nerviosismo. Miro a mi alrededor con suspicacia, no notando absolutamente nada más que el sonido de las agitadas respiraciones de Abbie.
Aun así, el nerviosismo y la desconfianza no se van.
—¿Qué sucedió? —pregunta ella, con su suave voz inundada en confusión.
—Te encontré ahogándote en el lago, Abbie. —Su hermano responde—. ¿Ahora, me puedes explicar por qué demonios practicabas un ritual? —Le señala el mantel arrugado y el cuenco tirado a unos metros del círculo de sal, y ella desvía la mirada hacia mí, notándose nerviosa.
Hago un mohín, no puedo ayudarla esta vez. También me encuentro sintiéndome extraño, confundido y alterado, demasiado como para ponerme a pensar una excusa.
—Eh... —La castaña juega con los dedos de sus manos ante la escrutadora mirada del pelirrojo—. No estaba haciendo un ritual como tal, sino que era como... bueno, eh, digamos que... eh...
Dios mío, que pésima es para mentir.
—¿Después de todo lo que pasó, haces un ritual? No puedo creer que seas así de egoísta. No voy a discutir esto contigo en este momento porque diré cosas que no quiero, pero ten muy en claro que me decepcionaste. —Se marcha con un semblante serio y arrugas de molestia sobre su frente. Abbie aprieta los puños y se muerde el labio para no llorar, junta todo lo que había quedado tirado con una lentitud preocupante, siendo ella tan hiperactiva.
La veo suspirar y dirigirse a la mansión con las energías por el suelo, y la sigo. No me atrevo a decir palabra hasta que ella acaba de guardar todo, porque siento que gran parte de esto es mi culpa.
—¿Cómo te encuentras? —pregunto, cuando la puerta de la habitación se cierra a mis espaldas. Ella se dirige hasta la cama arrastrando los pies y se tumba boca abajo, sin ánimos para mantener una conversación conmigo, y no la juzgo.
—Mal. —responde al fin, con la cara enterrada en el colchón, lo que me dificulta un poco entender lo que dice—. Mi hermano se enojó conmigo, hice un ritual que agotó casi todas mis energías, estuve al borde de morir ahogada y, ¡para colmo! No logre cambiarte la maldita ropa—habla tan rápido que me cuesta seguirle el ritmo, pero lo logro, y una pequeña sonrisita de emoción se forma en mis labios.
—Disculpe, señorita, pero no estoy de acuerdo con lo último. —Ella gira su cabeza con el ceño fruncido y cuando sus ojos chocan con mi figura su semblante decaído cambia radicalmente por uno anonadado. Se tapa la boca con una de sus manos y sus ojos brillan de emoción cuando yo alzo los brazos a los costados de mi cuerpo en pose de exhibición, y doy una pequeña vuelta con una sonrisa arrogante. Mi nuevo traje luce impecablemente bien en mí—. Debo agradecerte, Abbie. Extrañaba poder elegir qué ponerme, ese viejo traje no volverá a ver la luz por muchísimo tiempo.
BINABASA MO ANG
Loop
RomanceLoop. "Mors ultima linea rerum est". ¿Qué tan lejos puede llegar el alma del cuerpo? ¿Y qué tanto tardaría la muerte en alcanzarla? *Por favor, no copies ni uses contenido que no te pertenece. Sé original. *Está prohibido la copia, adaptación total...
