Abbie Thompson
En la actualidad, siglo XXI
He pensado en contarle un poco de mí a Hank, para ser equitativos, pero hablar de mí y mis viejos recuerdos es lo mismo que lanzarse al campo de batalla con un arma de juguete.
No puedo defenderme del pasado.
—Gracias por escucharme. Hace mucho que no hablaba con alguien. —Sus soles no se despegan del horizonte en ningún momento, aun bañados en tristeza.
Una luz se enciende en mi cabeza en el momento justo. Mi pecho cosquillea de emoción por la idea de sentirme útil, de ayudar a alguien. De ayudarlo a él.
—Oye, guapo. —Uso aquella palabra que sé que lo logrará alterar, pero me equivoco, es más una roca que un hombre. Hank voltea a verme con indiferencia y una ceja alzada—. ¿Qué te parece si salimos a dar una vuelta por el pueblo?—Eso parece interesarle, y le da un pequeña tregua a su pesar para pararse frente a mí con un brillo de emoción en sus bonitos ojos.
—¿En serio? —pregunta. Yo asiento con una sonrisa y me dirijo a las escaleras—. Acepto su propuesta—Ruedo los ojos por su formalismo y comienzo a bajar las interminables escaleras con el hombre elegante siguiéndome atrás. Cuando llego al pasillo angosto camino sintiéndome algo extraña, pues la única sombra que se proyecta en el suelo al caminar por allí es la mía, aun cuando Hank está detrás de mí. Tengo más que claro que él es un fantasma, pero a veces se me olvida que realmente está muerto y que soy la única que puede verlo.
Cuando llego a la entrada de la mansión, le digo que me espere, subo hasta mi habitación y cojo un abrigo, me lo coloco y me rocío algo de perfume con el objetivo de que el hombre que se encuentra abajo huela el delicioso aroma a flores. Pero de repente recuerdo que él no siente ningún tipo de aroma.
¿A quién le importa si él lo huele, de todos modos?
Vuelvo abajo donde Hank me espera con las manos entrelazadas detrás de la espalda. Lo rodeo ignorando la sensación extraña en la parte baja de mi vientre al cruzar mi mirada con la suya, intensa y fría. Abro la puerta haciendo bastante fuerza y lo dejo pasar.
—Lamento no poder ayudarla con estas cosas. —Señala la puerta—. Pero mi energía no es suficiente para hacer ese tipo de esfuerzos, lamentablemente—explica, y yo asiento mientras camino a su lado hacia la reja.
—Lo sé. Eres un ente débil. —Él me observa intentado ocultar su molestia.
—¿Usted cómo puede saber eso? Además, fui un hombre muy fuerte cuando estaba vivo. —comenta con arrogancia, como si aquello fuese algo de lo que regocijarse. Río a medida que llego a la reja, imaginando qué tantas cosas podía levantar con esos brazos. Hank se dirige a ella para intentar ayudarme—. Tal vez pueda ayudarla con esto, no parece ser muy pesada—Lo interrumpo con un jalón que hace chirriar la reja oxidada.
—No hace falta, no gastes tu energía en cosas tontas. Cuídala. —Me apresuro a pasar sin prestarle atención a su repentino silencio. El clima se ha enfriado y eso me da una pista de que su humor ha cambiado. Por alguna razón, su energía se ha intensificado por el mal humor.
Hank aprieta los labios y pasa por el hueco de la reja. Emprendemos camino luego de que asegure la puerta con candado. La brisa me golpea el rostro y hace volar mi cabello hacia atrás.
—El hombre de hace un rato... —Hank me interrumpe, y yo abro los ojos descubriendo que me ha estado observando todo el tiempo—. ¿Es su amante? —pregunta. Ladeo la cabeza sin saber qué decir.
¿Cómo se supone que se le explica a un fantasma dos siglos desactualizado qué es un polvo rapidito?
—No. —No digo nada más, pues no se me ocurre como explicarle que no es más que una sensación pasajera. Sé, muy de antemano, que va a juzgarme.
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Loop
RomanceLoop. "Mors ultima linea rerum est". ¿Qué tan lejos puede llegar el alma del cuerpo? ¿Y qué tanto tardaría la muerte en alcanzarla? *Por favor, no copies ni uses contenido que no te pertenece. Sé original. *Está prohibido la copia, adaptación total...
