〔XI〕

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Hank Hawthorne

En la actualidad, siglo XXI


Su cabello negro cayendo como cascada por sus delgados hombros. Su figura delgada, esbelta y casi tan alta como yo dejando su sombra en el suelo de madera. Sus ojos azules, profundos como el fondo del océano, escaneando a su alrededor con astucia escondida bajo capas de hipocresía. Su sonrisa, aquella que tanto odié, que tanto odio y que seguiré odiando. La forma en la que se le marca un hoyuelo en su mejilla derecha cuando sonríe de lado. Ella siempre sonríe de lado, ella siempre sonríe con falsedad.

El brillo de sus ojos al recorrer a Abbie me trae un recuerdo. Ese mismo brillo y esa sonrisa retorcida que a simple vista parece la de un ángel, es la misma que tenía cuando me disparó. Pocos logran descubrir que en realidad se trata de la de un demonio, y los que lo hacen terminan bajo tierra. Como yo.

Aún recuerdo sus palabras, que me provocaron mis primeros y últimos escalofríos:

"Nos vemos pronto, cariño".

Sí cumpliste la promesa, Carmel.

Mi garganta se cierra y siento que me asfixio, aunque bien sé que no puedo. Un punzante dolor se instala en mi pecho, en la zona donde debería estar mi corazón. Siento como todo me da vueltas, las paredes parecen empujarme cada vez más, cerrándose a mi alrededor.

El ambiente se vuelve denso, como si todo perdiera color y se convirtiera en una gama tétrica de escala de grises.

Quiero salir de aquí.

Y eso hago. No me detengo ni me doy el tiempo para mirar un segundo más a esa mujer, ni siquiera a la pobre jovencita que me regala una mirada cargada de preocupación antes de verme desaparecer de allí. Mis pies no se detienen, ni siquiera cuando recuerdo la forma en que Abbie volteó a verme cuando me fui sin despedirme.

Lamento dejarla sola, pero esto es demasiado para mí.

Cuando llego a la reja de salida, uso mis pocas energías para atravesarla. Aparezco al otro lado, pero me siento mareado y débil.

¿Qué hacía ella allí? ¿Es de verdad la hija de los Richardson? ¿Es esto parte de una especie de karma? ¿Será el destino? ¿La vida me estará enviando una señal?

De otro modo... ¿Por qué querría que nos volviésemos a encontrar?

Son demasiadas preguntas y siento que mi cabeza va a colapsar. Jamás me esperé encontrarme con mi peor enemiga en este lugar. La creía muerta, estaba tranquilo pensando que se pudría en el infierno junto al resto de su familia, pero no, y eso me atormenta de una manera inexplicable.

¿Qué haré ahora? ¿Será esta mi oportunidad de vengarme de ella?

No es posible, no hay forma de que yo logre ponerle una mano encima estando muerto. Por muchas ganas que tenga de asfixiarla con mis propias manos hasta que la vida se le escurra del cuerpo, no puedo, y jamás le pediría a Abbie que hiciera tal cosa. No soy capaz.

Tomo aire profundamente, sintiéndome mareado por las emociones y pensamientos. Paseo la vista por la casa una vez más, sintiendo como de repente una horrenda sensación de estar siendo observado me recorre la columna. Y la veo.

La garganta se me vuelve a cerrar, siento la boca seca, los ojos me pican y un feo cosquilleo de horror me acaricia la espalda y el estómago.

Allí, observando por la gran ventana desde el comedor de la mansión, está ella. Sus ojos me observan directamente a mí, y miro a mi alrededor buscando a la persona que probablemente ella está observando, pero no. No hay nadie.

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