Hank Hawthorne
En algún recóndito lugar del tiempo
Ajusto la corbata de mi traje sobre mi cuello, es de color negra, contrastando con el blanco de la camisa y el rojo carmesí de mi traje. Un conjunto nada monocromático y demasiado colorido para una persona con un aura tan gris como la mía. Pero mi madre lo ha elegido para mí, y yo me niego a desobedecerla y aguantar sus quejas por el resto de la noche.
Observo mi reflejo en el espejo con brillantes marcos de oro. Mi mirada fría y mis labios en una línea recta me saludan como de costumbre, deleitándome con la profundidad de mis ojos. Levanto apenas un milímetro mi comisura derecha, solo por la satisfacción de ver que incluso con el paso de los años, aun poseo mi exótica belleza.
Inflo el pecho y exhalo el aire juntando las fuerzas y la paciencia necesarias para afrontar lo que queda de esta aburrida y nada motivadora velada.
Quién sea el ente al que llaman dios, que se apiade de mí y no envíe muchos obstáculos para esta noche, quiero terminar con todo rápido y volver a mi cama para dormir hasta el día siguiente, y si es posible, para siempre.
Tres toques en la puerta me advierten que debemos irnos. Mi hermano Kevin se ha tomado el tiempo de inculcarnos a todos la costumbre de tocar tres veces la puerta cada vez que se nos necesita fuera de nuestras habitaciones. Y pues claro, esta idea no se originó del aire, sino que salió como producto de una serie de desafortunados eventos en los cuales alguno de mis hermanos, o incluso mi propia madre ha entrado a la habitación de Kevin sin tocar encontrándolo en paños menores con alguna mujer.
Niego algo divertido por aquellos recuerdos mientras me dirijo a la puerta, luego de tomar mi abrigo del perchero junto al espejo y colocármelo. El frío está comenzando a azotar Brightville y salir sin abrigo es un suicidio en estas épocas, así que me aseguro de abrochar todos los botones de mi tapado de alta costura, con terciopelo negro por fuera y algodón grueso por dentro.
Salgo de la habitación encontrándome con el silencio del pasillo vacío, enfrentado a la pared con tapizado rojo oscuro. Hacia la derecha, la luz apagada y las puertas cerradas de las habitaciones de mis hermanos me confirman que todos se encuentran ya abajo, esperando por mí.
Cuando llego a la puerta de entrada la encuentro semi abierta por dos guardias que la sostienen para que yo pase. Les agradezco con un movimiento de cabeza y me encuentro con mi familia esperando al otro lado de la puerta, justo debajo de los escalones.
Mi madre está deslumbrante, como siempre, llevando uno de sus despampanantes vestidos caros lleno de brillo, un sofisticado tul color turquesa y una fina tela de seda del mismo color que se amolda a su cuerpo marcando su delgada figura. Un tapado color blanco de algodón grueso le llega hasta las rodillas, y el largo del vestido tapando sus pies me impide ver su calzado, pero puedo asegurar que se tratan de unos tacones por el repentino aumento en su estatura. Lleva su cabello recogido en un moño con algunos mechones a los lados de su rostro y una peineta con diamantes turquesas sosteniendo el peinado.
Marcos y Kevin llevan trajes negros de un modelo similar al mío, pero menos descubiertos en la zona del pecho. El cabello lo llevan peinado hacia atrás con elegancia y unos zapatos negros con una punta exageradamente larga y ridícula adornan sus pies.
Mi padre no está muy diferente a ellos, nada más que él lleva el saco desabrochado y cayendo más largo en su espalda que en los laterales, y un gorro exageradamente ridículo cubre su cabeza.
Por último, mi hermana lleva un vestido rosa pálido que se pega a su torso y el comienzo de sus caderas como una segunda piel, para luego caer con miles de pliegues desordenados por sus piernas hasta el suelo, invisibilizando su calzado.
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Loop
RomanceLoop. "Mors ultima linea rerum est". ¿Qué tan lejos puede llegar el alma del cuerpo? ¿Y qué tanto tardaría la muerte en alcanzarla? *Por favor, no copies ni uses contenido que no te pertenece. Sé original. *Está prohibido la copia, adaptación total...
