6

544 59 14
                                    

El golpe con la realidad fue realmente duro. Tardó toda su estancia en Los Ángeles en digerirlo.

Se acompañó de Hyuna toda la semana. Después de sus clases dedicaban tiempo a charlas tanto profundas como amenas. Resultó ser la gran mujer que Wooyoung imaginaba, incluso más de lo que su creatividad podía crear.

Hyuna exploró su mente como un aprendiz de arqueólogo y salió con una mina entre sus manos y un Wooyoung cada vez más confundido. Trastocaba su forma de pensar, consiguiendo derrumbar aquello que juraba creer con tan solo unas frases. Y eso le aterraba.

El miedo le invadía cada que llegaba al hotel. Se resguardaba bajo las sábanas, abrazándose a si mismo, como una trinchera a prueba de balas. Daba vueltas una y otra vez a las palabras de Hyuna, le tenían mareado y por un momento la odió. Decidió no creerse nada de lo que dijese, por su propio bienestar mental. Era muy amable y una persona admirable pero debía estar mintiendo, no había otra opción. Wooyoung no se encerraba tanto en sí mismo y sus creencias no eran tan erróneas como Hyuna decía, por mucho que no conseguía argumentos para rebatirle.

Mentía, pero esa maldita mentira le estaba costando sus noches de sueño.

San se dió cuanta de su estado deplorable para mitades de semana, eso significa que lo ocultó bien un par de días. Todo un logro, que rompía sus propios records, nunca disimuló peor el cansancio. Ahora su coraza tenía una brecha tan grande que pasaba incluso el aire.

—¿Todo bien?— le preguntó en una de las comidas grupales.

Wooyoung estaba más callado que de costumbre, sus ojeras daban quebraderos de cabeza a las maquilladoras y sus ojos se hundían en las cuencas en un deje insano.

—¿Eh?—Miró a San con la mirada perdida en algún punto fuera de aquella sala.

—Que si estás bien.

—Sí.

Ni siquiera tenía las fuerzas para reprochar, cosa que San notó. No se conformó con su respuesta.

—¿Estás enfermo? ¿Agobiado? ¿Quieres salir de aquí?

—Déjalo, está bien.— hizo un gesto con la mano.

Por primera vez, no hablaba a San con un tono desdeñoso, era más bien omnisciente, como si su mente estuviera de viaje en marte.

—Chicos, ¿nos podéis disculpar un momento?— habló San en voz alta, agarrando el brazo de Wooyoung para levantarlo.

Todos les miraron extrañados, sus mentes trabajando para procesar la repentina propuesta. Les bastó una mirada rápida a Wooyoung para entenderlo. El propio Wooyoung observaba a San con ojos como platos.

No tuvo la energía para reprochar cuando le sacó, prácticamente a rastras, del restaurante del hotel.
Tampoco preguntó cuando lo llevó a la habitación que San y Jongho compartían. Cayó rendido en su cama, permitiéndose mostrar un atisbo de debilidad.

Todo olía a San. A ese chocolate dulce que odiaba pero no paraba de aspirar. No le daba energías pero apaciguaba su agonía. Solo un poco.

—¿Que pasa Wooyoung? Parecías muy emocionado por vernir a Los Ángeles y ahora te ves... desanimado.— buscó la palabra indicada, mientras se sentaba junto al cuerpo tumbado de Wooyoung.

Una vez más no protestó, si quiera se apartó. Abrazó la almohada de San, como si se tratara de la suya propia, enterrando la cara para ahogar un suspiro.

—No se de que hablas.

—De tu cara de muerto viviente.

—Gracias.— retomó el sarcasmo que el cansancio le arrebataba.

Recesivo [Sanwoo/ Woosan]Место, где живут истории. Откройте их для себя