24. Nueva en la biblioteca.

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— Ooohhh. — se maravilló Blanca. — Mira esa maravillosa arquitectura. ¿Sabes lo difícil que es conseguir que este tipo de arcos se sostengan? ¡Y mira el techo! Me encanta cómo la cúpula baja se sostiene en forma de estrella con las columnas. — frunció el ceño. — Voy a tener que preguntarle a mamá cómo se llama esa técnica.

— ¿Puedo saber por qué nos has traído a una biblioteca?— preguntó, en cambio, Nico.

— El olor a semidiós aquí es más fuerte. — Chuck se encogió de hombros. — Pero también huele a monstruo. — dijo preocupado.

— ¿El olor no será porque nosotros estamos a tu lado? — inquirió Blanca, que a pesar de estar alejada admirando la enorme biblioteca, había estado escuchando atenta.

— ¿Y cómo es que explicas el olor a monstruo?— habló Chuck.

— ¿Tal vez porque somos unos geniales y sabrosos semidioses a los que está persiguiendo un monstruo? — contestó Blanca usando sarcasmo.

— Ya, sea eso o sea porque hay un semidiós, ¿por qué a una biblioteca? No puedo leer nada. — intervino Nico entrecerrando los ojos, intentando leer los letreros o los títulos de los libros, pero le daban vueltas las letras.

— Nico, no insultes a las bibliotecas, son el invento más maravilloso del mundo. — dijo Blanca sobresaltada. — Además, hay semidioses sin dislexia, como Esperanza o yo, o incluso tu tío Frank. — y añadió: — Así que retira ese gran insulto a este lugar digno de los dioses. — le dio un flojo puñetazo en el brazo, de broma.

— Vale, vale, lo siento. — dijo él alzando las manos. Luego miró a su amigo. — Chuck, ¿dónde está?

— Seguidme. — dijo el sátiro, y se internó en el laberinto de estanterías.

Blanca y Nico se miraron el uno al otro, y siguieron a su amigo y compañero.









— ¡Mamá! — escucharon la exclamación de una niña susurrando detrás de la estantería de al lado.— ¡No puedo leer nada! Deja de intentarlo. Es inútil.

— Hija, por favor. Solo inténtalo. Si no puedes, te leo yo el libro, pero inténtalo, Sunny. — dijo la voz melodiosa de una mujer.

Se quedaron en silencio. No se oía nada. "Es ella" parecía decir la mirada del sátiro.

Blanca miró a Chuck. Parecía que iba a decir algo, pero Hedge la hizo callar llevándose un dedo a los labios.

Después de un corto rato, se escuchó un suspiro de resignación.

— Las palabras me flotan en la página. — dijo la niña que, según lo que habían escuchado de su madre, se llamaba Sunny.

— No te preocupes, cielo. Si tanto te interesa ese libro aunque no puedas leerlo, te lo leeré yo. — en la voz de la madre se escuchó compasión. — Ahora voy al baño un momento, ¿vale? No te vayas de aquí.

Escucharon unas pisadas que se alejaban, y en cuanto dejaron de oírlas, supieron que la señora se había ido.

— Venga. — dijo Chuck. — Es nuestra oportunidad. — y comenzó a salir de detrás de la estantería, pero Nico tiró de él.

— ¡Espera! Alguien se acerca.

— Alguien o algo. — corrigió Blanca. Y tenía razón, lo más probable era que fuera un monstruo. — Esperemos a saberlo.

Después del final.Kde žijí příběhy. Začni objevovat