19. Audios

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— ¡ Ha-di ! — Gritó Esperanza, señalando a una puerta con dos dedos y sacando el pulgar, como una pistola tumbada. No funcionó.

Sammy suspiró.

— ¿Puedes explicarme qué estás diciendo? ¿Por qué hacemos esto?

Esperanza le miró seria.

— Un audio. — dijo

— ¿Qué?

— En mi taquilla.

— ¿Cómo?

— No sé ni qué, ni cómo,..

— Ah, muy bien, entonces ¿quién lo sabe?

— ,..pero sí sé quién. — terminó la frase Esperanza.

— ¿Eh?

— Me voy de casa. A Brooklyn.

— ¿Perdona?

— Perdonado.

Sammy miró mal a su hermana.

— Díselo a mamá y a papá cuando ya me haya ido. Cuando vuelva, seré una maga experimentada.

— Por favor, no me digas que has leído otro libro que te haya lavado el cerebro y ahora pienses que es real. — pidió Sammy, aunque sabía que era justo eso.

— ¡No! Fue un audio, de verdad. Un audio en mi taquilla. Lo escuché. Me llegó otro audio. Lo escuché también. Y otro más.

— ¿Y no puede ser una broma pesada?— preguntó el chico.

— No. Yo lo sé.— respondió Esperanza. Estaba seria. Muy, muy seria.

— ¡¿¡¡¿ Estás loca ?!!?! — exclamó gritando Sammy.

— No. Adiós. — respondió su hermana, cogiendo una mochila de su cama y abriendo la puerta. Al ver que no podía abrirla, volvió a intentar lo de antes. — ¡Ha-di! — esta vez funcionó. Sammy vio cómo la puerta de el cuarto de su hermana se destruía. Esperanza murmuró otra palabra, y la puerta se reparó.










La puerta de la casa sonó. Alguien estaba llamando. Sammy abrió.

Su hermana, Esperanza, estaba en el umbral. No parecía ella misma. Parecía cansada, y estaba resollando. Tenía arena en su pelo revuelto. Estaba chamuscada. ¿Esperanza Valdez chamuscada? ¿La misma Esperanza Valdez que tiene resistencia al fuego?

— Ayu...Ayuda...— tartamudeó.

—¿Qué..? —Sammy lloró. Una sola lágrima se resbaló por su mejilla y cayó. No cayeron más... pero tenía los ojos inundados. Apenas veía. Agarró a su hermana para meterla en la casa, pero en cuanto la tocó ella se deshizo en polvo. No, en polvo no. Arena. Arena de desierto. Fina, y liviana.

Pero el umbral no se había quedado vacío. Tras Esperanza, mejor dicho el montón de arena, había un hombre. Parecía un dios. Pero... no parecía griego. Lleva a él clásico atuendo egipcio.

— Lo siento. — dijo el dios. — No pude evitarlo. Tu hermana... no estaba preparada. No era lo suficientemente fuerte como para ser deificada.

Sammy enfureció. Esperanza era la persona más fuerte que había conocido nunca. Odio. Odio era lo que sentía hacia aquel ser que había insultado a Esperanza. Caos. Caos era lo que había dentro de Sammy en ese momento. No podría aguantar perderla. Escuchó el siseo de una serpiente. Venía de lo más profundo de los abismos. Quería hacer escapar su caos a través de él. No lo conseguiría. Miró al dios, que lo miraba con lástima.

Después del final.Where stories live. Discover now