— ¡¿¡ Nueva profecía!?! — preguntó Tristan, casi gritando, entrando en la cabaña de Poseidón.
— Calma, calma, ¿vale? — intentó Zoe. — No hace falta ponerse así. No te preocupes. Rachel no ha venido por eso.
— Y por favor, sal de esta cabaña, nieto de Afrodita. — remarcó Blanca.
— Vale, vale, ya me marcho, es que me había asustado.
— Vaya, cuánto revuelo solo porque yo vaya a un sitio. —dijo Rachel Dare. Se encogió de hombros. —Solo quería deciros que Grover y Enebro están aquí, por si queréis verles.
—¡Bien! Esto es incluso más emocionante que otra profecía.— dijo Blanca.
— Las profecías no tienen nada de emocionante. Son peligrosas. Y, mmm... Mejor me voy ya...— habló Tristan, que aún seguía allí, saliendo por la puerta.
En medio del bosque, un árbol se abrió, y salió una chica, con el cabello castaño y la piel verdosa, y unos ojos verdes como el Enebro.
Miró a todos lados, y al fin encontró lo que buscaba. Una pareja de aparentemente treinta y muchos años se acercaba desde la entrada al bosque.
— ¡Sarah! — dijo la mujer que recién llegaba, Enebro.
— ¡Hola, mamá! —contestó la chica, Sarah. — Y hola, señor padre. — saludó, esta vez al hombre... bueno, mejor dicho hombre cabra, ya que este tenía las piernas de una.
— Ah, muy bien. — dijo su padre, Grover Underwood, se llamaba.— Y yo que había traído enchiladas para ti. — continuó, haciéndose el ofendido— Pero supongo que me las comeré yo.
— ¿Qué? ¡No! Era una broma. Hago cualquier cosa por las enchiladas. — exclamó Sarah — ¡Hola, papá! —rectificó su saludo. —¡Te quiero mucho! Ahora, dame comida.
Grover rió.
— Tranquila, hija, que te las voy a dar, pero es recién por la mañana. Además... ¿Quién es ese que viene por allí?
— ¿Quién? — Sarah se dio la vuelta, y se llevó una sorpresa al ver a un joven sátiro acercarse, y en unos segundos situarse a su lado.
— Eh, uhm, eh... Mamá, papá, os presento a Chuck Hedge. — les presentó ella.
Enebro abrió mucho los ojos.
— ¿Chuck? Ah... Sarah nos habla mucho de ti, ¿sabes? ¿Sois muy amigos?— dijo Enebro, mientras que su hija enrojecía (todo lo que podía con su verde piel).
— Emmm... sí... —dijo el sátiro, un poco... ¿confundido? ¿agradecido? Fuera como fuese, inseguro—ese soy yo.
— ¡Chuck! — dijo ella, aún colorada, pero el chico se sobresaltó.— ¿puedes llamar a mi hermano? Por favor.
— Sí, claro. Voy.
— ¡Muerte! — gritó Sarah
— ¡Muerte! — repitió Chuck, mientras corría hacia el campamento.
Cuando se hubo ido, Grover habló.
—¿Cómo que muerte? —preguntó
La chica rió.
— Es una cosa que tenemos entre los dos, como un saludo.
Enebro sonrió
— Me gustan los saludos originales.— dijo, aunque parecía estar pensando otra cosa. — Venga, vamos al campamento.
Aclaración: de dónde me he sacado el nombre Sarah?
Pues...
Este es un libro que yo tengo (sucede en la antigua Grecia y va de sacrificios a Poseidón y acabar con ellos) y simplemente hay que mirar EL NOMBRE DE LA AUTORA. (está en la parte de abajo) SARAH UNDERWOOD. Se apellida como Grover. Por eso le he puesto ese nombre a la hija de Grover. Lógica.
Nox.
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Después del final.
RandomPequeños One-shots. Todos sabemos cómo acabó la historia de los héroes del Olimpo pero... ¿era ese realmente el final de la historia? Tuvieron una vida tranquila, sí... pero continuaron viviendo, juntos por siempre.