007| Sentimientos Explosivos

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— Y el Río Estigio lo castigaría de igual manera —señaló Hipócrates.

— O me lo hubiera follado también.

Un estruendoso trueno resonó a lo lejos e Hipócrates soltó un jadeo mientras yo sonreía divertido.

— ¡Mi señor! ¡Vuestro apetito sexual no tiene límites!

Me encogí de hombros, restándole importancia.

— Solo estoy bromeando —aclaré sin esconder mi sonrisa— Voy a descansar. Dile a Theodora que se prepare para cuidar de ese pequeño monstruo.

Despedí a Hipócrates con un gesto de mano y me adentré a mi habitación decidido a despejar mi mente cerrando los ojos.

Y si Zeus quería, no los volvería a abrir.

Y si Zeus quería, no los volvería a abrir

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— ¡Señor! ¡Al fin os encuentro!

Froté con el dorso de la mano mi ojo izquierdo en un intento de despejarme e identificar quién me estaba hablando. Acababa de despertar de mi siesta y ahora podía ver la figura de Theodora interceptándome en el camino. La hija de Themis tenía una expresión asustada y sus manos parecían temblar ligeramente mientras agarraba su túnica para no tropezar.

— ¡Theo, amiga! ¿Qué tal tu...?

— ¡La han encerrado en una jaula! —me interrumpió bruscamente— ¡Han encerrado a Ágape en una jaula! ¡En el aire!

Parpadeé intentado procesar la información que me estaba otorgando y por un segundo creí que se trataba de una broma pesada para que mostrase preocupación instantánea, pero al no detectar ninguna mentira en sus palabras, mi sentidos se alertaron.

¿Qué le estaban haciendo?

No esperé a que dijera nada más. Simplemente doblé las esquinas de cada pasillo a grandes zancadas con Theodora alcanzándome entre trompicones. Le había una tarea clara a Calíope y era de mantenerla en un lugar donde no pudiera escapar, ¡pero sin hacerle daño!.

Cuando llegué al centro, encontré a una multitud de sirvientes largando carcajadas y refunfuñando barbaridades. Al levantar la cabeza, encontré una jaula dorada flotando en el aire como una especie de entretenimiento para todos ellos. Logré ver una mata de pelo moverse entre las rejas y aquello solo logró enfarme aún más.

Me acerqué con lentitud y poco a poco fueron notando mi presencia; de inmediato, los murmullos se detuvieron y las divinidades de mi templo voltearon la cabeza para contemplarnos silenciosamente aterrados. Theodora venía a mis espaldas mirándolos con desagrado, entre ellos, noté la cabeza de Ismene asomándose con intriga. Nuestros ojos chocaron y un mensaje claro llegó a ella.

Mi amante solo tragó saliva y cobró una expresión de frustración en su rostro.

— Ya basta —alcé la voz haciendo que absolutamente todos dieran un respingo—. ¿Qué pasa aquí?

Apollo's Heart | Apolo ²Where stories live. Discover now