Capítulo 24: Torturas de cuna

77 5 0
                                    

Seren sonrió ante la expresión que puso la mujer. El miedo que vio en sus ojos le hizo sentir un cosquilleo en su estómago, no tenía idea de que era eso que sentía, pero le gustaba la sensación de superioridad que tenía en ese instante. La vida de esa escoria estaba en sus manos, y nada la haría más feliz que acabar con su existencia, pero no sin antes hacerla sufrir.

Miró a su alrededor, buscando lo que necesitaba para empezar a divertirse, cuando habló con su jefe para pedirle que la dejara encargarse de la mujer, este le dijo que en el sótano de la casa había todo tipo de instrumentos de tortura y que, si necesitaba algo que no estuviera ahí, que lo mandara a pedir. Con eso en mente, miles de pensamientos llenaron su cabeza y todos eran con el fin de hacer sufrir a aquella mujer.

—Sabes, cada persona tiene un pasatiempo diferente y entiendo que el tuyo sea divertirte con aquellos que no pueden defenderse, pero, ¿a qué no adivinas cuál es el mío? Te daré una oportunidad, si adivinas tendré piedad contigo —dijo con inocencia fingida.

La mujer se encontraba totalmente inmovilizada y por más que intentaba liberarse de las ataduras, sus esfuerzos eran en vano. Estaba totalmente a merced de alguien que no conocía, pero que le causaba terror con solo mirar la expresión de su rostro. Cerró sus ojos tomando aire y sonrió antes de hablar.

—Diga lo que diga, vas a matarme igualmente, así que diré la verdad. A ese papasito me lo disfruté como me dio la gana, saboreé cada parte de su cuerpo y me vine sobre él. Besé, mordí, chupé sus labios. Me lo follé cada vez que quise y debo admitir que fue delicioso. Llegaste tarde para salvarlo —dijo con una cara que a Seren le dio asco mirarla—. Cuando me viste no era la primera vez que lo hacía, él fue internado desde ayer en la mañana, tuve mucho tiempo a solas con él, lo hice mío... —Iba a seguir hablando, pero la cachetada que le dio Seren, le volteó el rostro del impacto, callándola en el acto.

Cada palabra que esa mujer decía aumentaba la sed de sangre que tenía la joven en su interior. Su corazón le decía "mátala de una vez", pero su cabeza le decía "hazla sufrir hasta que suplique su propia muerte". 

Seren era una persona muy sensata, así que, en lugar de hacerle caso al corazón, decidió sacar su lado oscuro y seguir los deseos de su mente. Nunca se había atrevido a lastimar a nadie, siempre vivió bajo la doctrina de su madre de ser una buena chica y por no romper la promesa que le hizo a su progenitora. 

Ni siquiera se defendió de aquel hombre cuando intentó forzarla en la mansión, sin embargo, esa escoria se atrevió a dañar a Andry, quien la había ayudado y defendido de su propio jefe, sabiendo las consecuencias de desafiar a Keyreck y no le importó cuidar de ella. Cada segundo que pasaba sentía más ganas de hacerla sufrir.

—Me das asco, has caído en lo más bajo de la escoria mundial. Has roto cada regla del código de ética moral y profesional, abusar de una persona que no puede defenderse es un delito que se paga con prisión, pero tú has sobrepasado los límites —Chasqueó la lengua negando lentamente—. Siento pena de ti, nadie te quiere, por eso te aprovechas de la inconsciencia de tus pacientes porque es la única manera que tienes de saciar tu miserable alma. No te preocupes, yo te voy a hacer pagar con creces cada una de tus fechorías y no será con cárcel, será con sangre —dijo Seren con voz angelical.

Sin embargo, en su rostro se formó una elevación exagerada y angulada de las comisuras de sus labios con un incremento de la apertura ocular, a simple vista sus labios sonreían, pero sus ojos no, sino que tenían una mirada penetrante como la de un depredador a su presa, parecía la de una psicópata, esa expresión horrorizó a la enfermera. 

La mujer tragó duro, su corazón latía desbocado por el miedo que le daba la actitud de la chica. Seren comenzó a reír a carcajadas como una loca mientras daba vueltas alrededor de la treintañera, tomo una caja que estaba cubierta por una manta y la acercó a ella.

Misterio De Ojos GrisesWhere stories live. Discover now