Capítulo 17: ¿Más Problemas?

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Keyreck se acercó peligrosamente a ella, haciéndola retroceder hasta que su espalda chocó contra algo duro. La chica quedó sin salida, se encontraba atrapada entre la pared y el cuerpo del mafioso. No tenía libertad de movimiento, eso la hacía sentir bastante impotente frente a él. La mandíbula del hombre estaba tensa por el enojo que se cargaba en ese momento, la tomó por los hombros, apretándola tan fuerte, que la chica, de ojos grisáceos, se quejó. Sintió un dejavú, había vivido algo similar en el almacén con Cameron, la diferencia era que al detective no lo odiaba a muerte, por ello pudo enfrentarlo sin dudar. En cambio con Keyreck era diferente, con él estuvo casada, tenían una hija en común y él ya la había lastimado demasiado.

Sentirse acorralada de esa manera le había traído recuerdos del pasado, memorias que ella quería enterrar muy profundo y no volver a recordarlas. 

—¡Aquí se hace lo que me da la gana a mí! Tú no das órdenes, sólo las cumples. No puedes desafiarme, ni gritarme. Aunque seas mi mujer, mi esposa y todo lo que te plazca, tienes que respetarme, porque te guste o no, aquí mando yo —gritó él tomándola del mentón de forma brusca.

Keyreck la sacudía con fuerza soltando gritos furiosos que consiguieron que ella se asustara. Tanto ruido la obligó a cerrar sus ojos y cubrir sus oídos. Esa escena ya la había vivido muchas veces, no era la primera vez que él la lastimaba de esa forma. A su mente volvían los recuerdos de todas las veces en las que Keyreck le gritaba. Los golpes, las ofensas y los maltratos llegaron de como una avalancha, mostrando a una persona totalmente diferente a la que el mafioso conocía. 

Pequeñas lágrimas de impotencia salían de los ojos de Alyanne. Aquellos recuerdos que trató de sepultar en lo más profundo de su mente, estaban regresando para atormentarla. Keyreck al notar lo afectada que estaba se alejó para darle un poco de espacio. Verla de esa forma tan agobiada lo hizo sentir culpable. Volvió a mirarla, ella parecía tenerle miedo, retrocedió lentamente hasta quedar a metros de la chica. Su pecho dolía, pero la ira dominaba su mente. Se sentía impotente por no haber podido evitar lo que sucedió aquel día, se culpaba cada segundo porque no pudo protegerla como debía.

Mientras Keyreck se lamentaba por algo que ya no tenía solución, ella limpió las lágrimas de su cara mientras caminó hacia él. La expresión en su rostro cambió a una totalmente diferente a la que tenía. La mirada sombría que le dedicó al hombre, solo le demostraba el odio y el rencor que le guardaba. Cuándo estuvo lo suficientemente cerca de él, le dio una fuerte cachetada que resonó por toda la habitación.

—En tu maldita vida vuelvas a gritarme de esa forma Keyreck. No pienso permitirte un puto maltrato más. ¡Se acabó! Me importa un carajo si mandas tú o un perro. Desde este momento no sigo más tus órdenes. No voy a cumplir más tus caprichos, ahora yo exijo y ordeno al igual que tú. —Estaba harta de tantos reclamos sin sentido.

Keyreck quedó atónito ante esas palabras, ella hablaba de maltratos, pero él no entendía a que se refería con eso. 

—Alyanne, ¿de qué demonios estás hablan…? —Intentó preguntar pero fue interrumpido por ella.

—Esa mujer que conociste, la que solía acatar tus mandatos sin poner escusas murió, ya no existe. La Alyanne que tienes delante es alguien totalmente diferente. Es una que no volverá a dejarse pisotear por nadie nunca más. Se cansó de ser buena y que la traten como basura, como algo inservible. Ya no más, desde hoy no me pones una mano más encima —decretó la peli castaña con frialdad.

Keyreck abrió la boca atónito. No sabía que era lo que más le había sorprendido, si el hecho de que ella se inventara supuestos maltratos por su parte o que lo enfrentara de esa forma. Creyó que no podía sorprenderse más, pero se equivocó porque más sorpresas venían en camino.

Misterio De Ojos GrisesWhere stories live. Discover now