Esa noche de Halloween lo fue todo, fue el día en que su futuro había sido definido por completo, sin posibilidad a cambios. Harry Potter no era el niño que vivió, era su hermano. Los Potter no eran lo que aparentaban, los que parecían ser malos no...
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En un principio, Harry estaba nervioso de tener sus primeras clases de iaido. Aunque había leído sobre eso y Kazumi había tenido la paciencia para resolver cada una de sus dudas, Harry seguía nervioso, pero también estaba emocionado por poder entrenar con la nueva profesora.
Junto a Kazumi, caminó hacia un rincón tranquilo del jardín, donde podrían entrenar sin interrupciones.
Harry supuso que debían ser las cinco de la tarde por el cielo anaranjado que veía. Su padre debía seguir en Hogwarts corrigiendo exámenes y ensayos. Kazumi se paró frente a Harry y le mostró cómo sujetar la katana adecuadamente. Con movimientos fluidos y elegantes, demostró las posiciones y los movimientos básicos del iaido. La bruja traía consigo su propia espada.
—Respira profundo, Harry. Concéntrate en cada movimiento y en tu energía interior —le aconsejó Kazumi, adoptando una postura tranquila y serena.
Harry siguió las instrucciones de Kazumi, tratando de mantener la calma mientras levantaba la katana y la volvía a colocar en su funda con precisión. A medida que avanzaba con los movimientos, se sintió más conectado con la espada y su flujo de energía.
—Excelente, Harry. Tus movimientos son elegantes y precisos para un principiante. Sigue practicando y perfeccionando cada gesto —elogió Kazumi con una sonrisa.
Harry continuó practicando por una hora más con la compañía de Katana. Hasta que uno de los elfos de la mansión los interrumpió y los invitó a pasar a cenar. Harry se sorprendió cuando el elfo indicó que Kazumi estaba invitada a la cena por indicaciones de Severus.
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Dos semanas después, Kazumi propuso una prueba de resistencia para Harry. Decidieron realizarla en una amplia área del jardín, marcando con círculos mágicos el lugar donde debían enfrentarse. Harry estaba nervioso pero emocionado por el desafío.
—Recuerda, Harry, en el iaido no solo se trata de la técnica, sino también de la concentración y la paciencia. Debes mantener la calma en todo momento —le recordó Kazumi.
Harry asintió, sujetando firmemente su katana mientras esperaba la señal de Kazumi. Cuando ella dio la orden, comenzaron el duelo. Kazumi mostró su destreza y rapidez, pero Harry demostró una sorprendente agilidad y habilidad para bloquear y esquivar los ataques.
La prueba de resistencia continuó durante horas. Harry se sentía exhausto, pero su determinación no flaqueó. Kazumi estaba impresionada por el progreso de Harry y su capacidad para mantener la calma bajo presión.
Finalmente, Kazumi detuvo el combate y se acercó a Harry con una sonrisa.
—Lo hiciste muy bien, Harry. Estoy orgullosa de tus avances. Has demostrado una gran habilidad y fortaleza en el iaido —elogió Kazumi, colocando una mano en el hombro de Harry.
