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Había una sola cosa por la que podía agradecerle a Nala, y era tener el sueño ligero como él. Gracias a ello tenía una excusa para evadir o irse pronto de los eventos sociales, incluso cuando a la niña no le molestaban; era una justificación tan perfecta que ni el propio Tord podía eliminarla, ni comprobarla al ser el líder del lugar.

La desventaja, sin embargo, siempre era la que le borraba la sonrisa del rostro. No importaba cuanto la arrullase o cantara, la niña tardaba bastante en dejar de llorar cuando tenía pesadillas; habían pasado dos horas ya, y sentía que en cualquier momento dejaría a su propia hija abandonada debajo de un árbol; a lo mejor la encontraba una familia que sí la quisiera.

—¿¡Porqué no te callas!? ¡Ya no sé que quieres de mí!

Su cabeza taladraba conforme los agudos chillidos se volvían más fuertes, dejándolo esquinado cerca de un rosal lleno de espinas y pétalos carmesí; balanceándose de adelante para atrás, con una criatura en el núcleo de su postura removiéndose y sollozando dolorosamente. De alguna manera, parecía que los dos estaban tan desesperados como el otro por la misma razón.

—Cállate, cállate, cállate, cállate..

Su paciencia se desbordaba por debajo de su visor, escapando hasta el pasto adormecido en la luz de la Luna. El temblor de sus manos le impedía seguir sosteniéndola, por lo que recargó a su hija en sus piernas para dejarse caer en el arbusto de alambre; el ardor le avisaba que quitase su peso, pero estando tan abrumado por la situación, hizo caso omiso a las agujas que comenzaban a alcanzar su piel.

No importaba cuanto borrara la evidencia de su rostro, las marcas se quedaban y flotaban en las hojas verdes, mientras en su vista aparecía el mensaje de "ERROR" y comenzaban a haber fallos en la imagen. No encontraba manera de hacerlo parar, y supuso entonces que solo le quedaba quedarse ciego un tiempo o calmar al origen de su estrés.

—Dios, ilumíname o elimíname.

Hizo un rezo breve y se levantó de su cama de pinchos, acercando a él a Nala, que seguía chillando y moviéndose agresivamente con las mejillas rojas e hinchadas. No entendía lo que quería, no sabía que era lo que sentía, por lo que dejó a su "instinto" llevar la rienda de la situación en ésta ocasión.

Apretó su nariz en repetidas veces hasta lograr captar su atención, entonces haciendo la figura de una mariposa con sus manos que revoloteaba por encima de ella. Los gimoteos aún estaban presentes, pero mucho más leves, y su mirada parecía seguir sus palmas en su ruta; tenía cuencas más que ojos, con la diferencia que él si podía distinguir a dónde veía la niña.

Depositó la figura sobre sus ojos unos segundos hasta ver que quería volver a llorar, haciéndola volar otra vez a su alrededor y cambiando la velocidad de manera frecuente; repitió el patrón durante más de una hora, en la que conforme pasaron los minutos, una sonrisa volvió a formarse en la bebé de apenas tres meses.

—Supongo que te gustan los animales, como a mí.

Con dificultades e intentando mantener el equilibrio correctamente, empezó su camino de regreso al salón de fiestas, por dónde debía pasar para llegar a la guardería; apenas entró extraño la paz del jardín que lo hundió y levantó, esquivando a meseros apurados, militares borrachos y niños dormidos en el piso. Era una verdadera odisea cruzar con tanta gente torpe rodeándolo, pero finalmente respiró al encontrar el marco a los pasillos.

—¿No te pegaron?

El sobresalto casi lo dejó tirado junto a las macetas, de no haber sido porque supo pisar para evitar una catástrofe así. Mecánicamente empezó a arrullar al bulto de cobijas en sus brazos, haciendo frente irritado al intruso que lo había asustado.

𝑰𝒏𝒄𝒖𝒃𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝟕𝑯𝟎𝑴𝟒𝟓.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon