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—Hoy está muy caluroso, ¿no?

—Mhm.

—Me alegra no ser solo yo— Jaló el cuello de su suéter, en un intento por sentir aire fresco calmar su temperatura. —¿Has tomado suficiente agua?

—No eres mi mamá.

—Pero todos necesitamos alguien que cuide de nosotros.

—¿Qué te hace pensar que no puedo hacerlo solo?

—La forma en que respiras, es como si se saliera un pedacito de tú alma en cada respiro.

Sacó de su densa chaqueta uno de los famosos cubos inventados por Tord, lanzándolo al aire y atrapándolo en su mano para que desplegara en ella un abanico hecho a base de madera, con tela importada desde china y un patrón que parecía demoníaco a ojos de Paul.

Dejó el objeto en el vientre a nada de explotar del contrario, en cierta parte preocupado por su estado. Cada día lo veía más apagado, casi como si fuera a desvanecerse en cualquier momento para no volver más.

—¿Trajiste la pantalla?

—Claro.— Movió unas aplicaciones en su reloj digital, de dónde se proyecto en escala real un holograma de una carta mandada por Maximilian.

—Gracias— Desabrochó el accesorio y se lo colocó torpemente, leyendo con agilidad la letra curiosa del alemán.

El de cejas gruesas estaba un poco paranóico para éstos momentos. El líder rojo le había pedido verlo personalmente en su oficina a las 3:25 PM, y pidió con mucho énfasis que fuera solo, pues en la mayoría de las veces iba Patryk con él.

Estaba casi seguro de saber sobre qué quería hablar, y no tenía una buena coartada para utilizar. "No le puedes mentir a un mentiroso" decían por ahí, sin embargo no estaba dispuesto a delatar a Tom, incluso si él lo seguía tratando de manera hostil en ocasiones.

—¿Tienes la pluma?

—Sí, espera— Buscó en su pantalón la de punta más fina, sino rayaría mucho la superficie. —Toma.

—Gracias.

—..Oye, Tom— Le parecía increíble que pudiese hacer una letra cursiva tan perfecta a pesar del constante temblor en su mano. —Quiero pedirte un favor.

—No le voy a robar nada a Tord.

—¿Qué? ¿Quién dijo algo sobre eso? Jamás lo haría, es mi amigo— Indignado, recobró la calma al recordar sus sospechas. —¿Puedes guardar mi reloj hasta que yo regrese? No tardaré mucho.

—¿Porqué no te lo llevas?

—Motivos de seguridad.

—Bueno, si eso quieres.. No es que pueda irme aún así, solo no tardes o te quedarás sin él hasta mañana.

—Vuelvo pronto.

Dejó al mayor en la terraza de la Armada, encerrándolo con seguro para garantizar que nadie fuese a entrar y quisiera aprovecharse de su condición para intimidarlo. Su corazón latía ansiosamente con cada paso que daba, y por momentos, podía jurar que cada segundo que pasaba se grababa en su mente.

Era aterrador tener que ir solo, y más aún al no saber la razón. Las pinturas parecían mirarlo así como se dirigía al encuentro, lo cuál decían que solo pasaba cuando el noruego estaba realmente molesto.

Apenas llegó tragó duro, y con sus nudillos tocó en la puerta para que se escuchará con fuerza. Logró escuchar el permiso a los pocos segundos, y solo se sintió más tranquilo cuando en la esquina vió a su amigo, Patryk, haciéndole señas de que todo saldría bien.

𝑰𝒏𝒄𝒖𝒃𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝟕𝑯𝟎𝑴𝟒𝟓.Where stories live. Discover now