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La oscuridad había sido siempre parte de su vida, por lo que no le asustaba más ni le aterraba pensar en ella. Solo era molesta para este punto, especialmente desde que obtuvo cáncer y se vio obligado a usar un visor si quería continuar teniendo el sentido de la vista.

Sin ese aparato, no veía nada, literalmente. Por lo mismo es que estaba pegado a su rostro, pero eso no quería decir que no se pudiese desactivar; bastaba con un destornillador para poder quitar la batería de adentro y dejarlo inservible, aunque claramente él nunca lo había hecho.

—Me cago en la puta si fue Matt otra vez.

Sería raro considerando el tiempo que había pasado desde que se hablaron, pero siempre estaba la posibilidad de que se le zafara (otro) tornillo.

—Matt, tu sentido del humor es tan gracioso como el de Edd, ahora reactiva mi visor.. Y desátame, ya no estoy en el anexo.

Las ataduras parecían ser de un material altamente resistente y delgado a la vez, pues aunque sentía el nudo, era incapaz de deshacerlo debido al tamaño micro de este. Además, el colchón al que estaba pegado era sumamente incómodo y estrecho, parecía el de un hospital.

—Matt, ya fue suficiente.

El castaño nunca había poseído la virtud de la paciencia, pero cuando se trataba del pelirrojo, parecía incluso más desesperado. Sin embargo, tenía un punto; era extremadamente incómodo no poder ver nada al despertarte de lo que pareció un sueño por somníferos (lo sabía por experiencia).

—Matt, narcisista cabrón, te voy a contar 3 antes d—

—¡Feliz, feliz no cumpleaños!

Aquella voz no era nueva ni mucho menos desconocida para Tom. En realidad, la conocía más que bien, y era lo que más detestaba en este mundo.

—¿No piensas festejar tu feliz, feliz no cumpleaños?

—No pienso contestarte.

—Ya lo hiciste.

—...

—Parece que sigues siendo el mismo bastardo que recordaba— Río con suavidad y cinismo, acercándose más al británico. —Pero en cierta parte me alegra, me hubiese asustado más que fueras otra persona.

A pesar de no ver nada, podía sentir al líder rojo cerca de él; a la derecha, observándolo, pues su mirada siempre había sido pesada. Su boca se retorció en disgusto y sus manos hicieron el leve esfuerzo por moverse, sin conseguirlo lastimosamente.

—No importa si no me contestas, Tom, yo soy alguien bueno y te haré compañía.

—Y empieza el calvario..— Murmuró, dando a notar su inconformidad a escucharlo.

—Verás— Comenzó a dar vueltas alrededor de la habitación, era alguien inquieto. —Nunca mandaría a traer a un alcohólico mala copa si no lo necesitará, sin embargo ahora te necesito.

—¿De repente te arrepientes de tod—

—Que lindo imbécil, no. Jamás. No te necesito en ese sentido, sino en uno más.. Físico, digamos.

—Hay prostitutas en cada esquina.

—Tampoco es en ese sentido— Se acercó y tapó su boca para que le dejara hablar. —Mira Tom, ya no somos tan jovencitos como me gustaría, ya estamos más cerca de los 40 que de los 30.. Y no pienso estar criando niños de cinco años a mis 62, ¿sabes?

Tomó el destornillador y la batería que estaban a lado de la camilla con intenciones de activar el visor mientras le explicaba.

—Pero no hay muchas buenas candidatas en el mundo. Ninguna, de hecho.

—¿Estás diciendo que nadie te quiere?

—No te confundas. En el camino he tenido varias novias, pero ninguna lo suficientemente buena como para que yo me quedase con ellas.

—Que delicado.

—Yo busco características específicas.

—No entiendo que tiene que ver conmigo. ¿Me estas contratando como casamentero o algo así?

—¡JA! Ni en mil años te contrataría.

—Entonces no entiendo— La cabeza le dolía por la resaca, y aunque su visor ya estaba activo, le costaba adaptarse a la luz. —Ya escúpelo, ¿o me vas a sacar otro robot gigante de la nada?

—Que rencoroso— Aunque él lo era más. —Tu tienes aspectos que me gustan lo suficiente como para ser la opción más viable y conveniente para tener a mis hijos.

Sobre ellos se sembró un silencio ensordecedor, creando una atmósfera tensa y llena de duda.

—Tord, si sabes que soy hombre, ¿no? Creo que no tengo porque explicar porqué eso no funciona.

—Lo hará, no te preocupes.

—No, no lo hará. ¿En qué mundo tan jodido crees que vivimos como para que los hombres se embaracen? Sabía que estabas enfermo, pero no tanto.

—Cállate, testigo de Jehová. Puedes dudar todo lo que quieras, pero eso no evitara nada.

—Sí, sí.

Ya le daba por su lado, ahora no le entretenía lo que decía, solo le generaba lastima al oír las barbaridades que soltaba a causa de la soledad.

Observó el lugar detenidamente, buscando alguna salida que no fuese la más obvia; no había ventilaciones a la vista, ni agujeros, ni siquiera ventanas. Solo había una, y esa era de un cristal resistente que se interponía en medio del ventanal que habían colocado; parecía uno de esos cuartos de observación científica.

En general todo era blanco, a excepción de las decoraciones montadas con temática de Navidad por las épocas y un cartel grande que decía "Bienvenido a tu hogar". Ya con eso sabía que era una broma de mal gusto, porque el nórdico sabía sobre su desprecio a la Navidad.

—¿Entonces?

—¿Entonces qué?

—¿A qué hora me sueltan? Ya me cansé de estar acostado.

—En cuanto me vaya puedes estar libre.

—Apúrate.

—Bueno, Thomas, un gusto verte de nuevo. Ya hice mi trabajo en informarte que se va a hacer contigo, no puedes decir que no te advertí.

El nórdico se acerco a la puerta a paso lento, tomando la manija con su mano artificial y asegurando su agarre.

—Una última cosa.

El británico rodó los ojos en señal de fastidio, provocando una pequeña sonrisa en Tord al ver su insolencia.

—Nunca te irás de aquí. Puedes intentarlo, pero jamás escaparás.

Finalmente lo dejó solo como tanto quería, para que pudiese "explorar" su nueva habitación como más quisiese.

Los protocolos de seguridad se desactivaron apenas detectaron la falta de presencia del líder rojo, desatando automáticamente a Thomas y arrojándolo a lado, para que la camilla retráctil se uniera al piso.

—¿Y qué se supone que haga?

No había nada, ningún mueble o pantalla, solo paredes acolchonadas al igual que el suelo. Y lo peor es que no rebotaban, por lo que no podía ni siquiera jugar.

Sin nada que hacer, optó por sentarse en una esquina ocultando su rostro de la luz brillante, con la esperanza de quedarse dormido o que encontrará algo que hacer.

𝑰𝒏𝒄𝒖𝒃𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝟕𝑯𝟎𝑴𝟒𝟓.Where stories live. Discover now