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Las pesadillas eran tan recurrentes y realistas que, a veces, le costaba diferenciar cuando estaba dormido o despierto. De cualquier manera, su tormento estaba presente en cualquiera de los dos casos, por lo que no había mucha diferencia entre uno y otro.

Ese cuarto rojo sangre era lo único que estaba en su mente, carcomiendo cualquier otro pensamiento que surgiera. Le costaba concentrarse en cualquier otra cosa, porque en su memoria no había espacio para más.

Sin embargo, su sentido del oído había mejorado considerablemente; ahora podía escuchar hasta si una cámara se movía un centímetro más, o si alguien se acercaba por el pasillo tan largo que alguna vez cruzó.

Lamentablemente adquirió esa habilidad después de que las violaciones fueran tan repetidas. Ese día no fue el único, sino que ocurría al menos 2 o 3 veces por semana; y no importaba que intentase, siempre terminaba perdiendo contra el nórdico.

No quería estar ahí. No quería siquiera respirar. Solo quería ahogarse en alcohol hasta que su hígado explotara y su corazón se detuviera; quería salir corriendo, ocultarse del mundo entero, quería tocar a Susan, rezar y cometer un crimen, para que tal vez alguien lo matara.

Habían pasado alrededor de 2 días desde que no veía al líder rojo, y en esos 2 días lo sacaron, sin razón aparente, para llevarlo con el médico por primera vez en esos desastrosos 3 meses. Ya era enero, puede que inicios, aunque él hubiese deseado no celebrar el año nuevo.

Intentaba descansar en una esquina de la recámara, en posición fetal, cuando comenzó a escuchar pasos que venían rápidamente a dónde él estaba. De recordar las situaciones que habían pasado cuando alguien iba a su habitación su corazón comenzó a acelerarse, mientras sus manos sudaban ante los nervios de que pasará lo que temía.

Tom se erigió de manera torpe y pegó su cuerpo contra aquel rincón, observando frenético a la ventana en espera de ver quiénes venían.

Para su sorpresa, se encontró con que ésta vez no era Paul, como siempre, sino otro soldado con su gabardina abierta y vendas en forma de cruz encima de su suéter.

Puso una mano sobre su corazón en un intento de controlarlo, mientras mantenía su mirada fija en el chico que se acercaba a él sin duda en su paso.

—Debemos irnos, Thomas.

—...

—Sé que no hablas desde hace meses, pero sí escuchas, yo lo sé.

Quería preguntar cómo sabía su nombre y su decisión de guardar silencio sí nunca de habían visto, pero supuso que fue Tord quién le había dicho.

—No podemos esperar, ya tendríamos que estar en camino.

El británico negó con la cabeza desesperadamente, intentando meterse dentro de ese pequeño hueco que había entre las paredes y él.

—Mira, ah, Thomas.. Desconozco que habrá pasado entre tú y el líder, sin embargo, puedo garantizarte que ésta vez no te hará nada. Estaré afuera con Paul todo el tiempo.

Quiso poner su palma sobre el hombro del de visor a manera de apoyo, mas al quitarse tan rápido, supo que algo bastante grave había sucedido. Guardo ambas manos en sus bolsillos con cierta lástima al imaginárselo, e hizo un gesto con su cabeza indicando que debían salir.

Con extremo cuidado puso las esposas en sus muñecas, y lo guió tal como lo hizo Paul por la sede principal de la Armada Roja. Le echaba un vistazo de vez en cuando para asegurarse de que no había escapado ya, sin embargo, para su sorpresa, parecía interesado en llegar; tal vez tenía que ver con lo que había sucedido.

𝑰𝒏𝒄𝒖𝒃𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝟕𝑯𝟎𝑴𝟒𝟓.Where stories live. Discover now