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Durante 45 minutos seguidos se había negado a "abrir" los ojos, pues la luz blanca que se posaba encima de él le molestaba mucho. Era su única queja, pues ni siquiera había hecho el intento de moverse, por lo que desconocía si había algo que le dolía o no.

También le era imposible saber que aparatos tenía conectados al cuerpo, pues sentía muchos y a la vez ninguno; tal vez no había ninguno intravenoso. Además, gracias a la nueva tecnología no generaban ruidos molestos como en antaño, sino que solo los emitían en caso de emergencia al aparato que todos los enfermeros de esa área cargaban.

Finalmente aburrido de solo ver un color grisáceo al negarse a ver el techo, terminó por ir acostumbrándose a la luz despacio, mientras se acomodaba en la camilla para quedar sentado. Fue ahí que recordó su estado al sentir que no podía erguirse más, suspirando pesado en respuesta a su memoria.

-Vaya que te gusta el suspenso.

-¿Eh?- Se vió confundido al escuchar ese áspero tono de nuevo, encontrándose con un desvelado noruego acomodando fechas en su pantalla.

-Pasaron dos semanas antes de que te levantáras.

-¿Cuánto?

-Dos semanas, 14 días.

-Es imposible que un desmayo dure tanto.

-Te tuvieron que mantener bajo varios medicamentos para que no te despertaras, era riesgoso que tú cuerpo se esforzara en mantenerse lúcido.

-¿Porqué?-

-Tom, carajo, deja de preguntar- La irritación era muy obvia, y parecía más que nada molesto. -Tienes preeclampsia, eso fue lo que pasó.

-No sé que es eso.

-Una complicación del embarazo, uno de los síntomas es presión arterial alta, y a tí ese día se te subió muy rápido, por eso te desmayaste.

-Oh.

-Ya eras propenso de por sí, la preeclampsia anuncia un daño hepático y renal.

-Pensé que tenía alta resistencia.

-Ya viste que no, Albert Einstein.

Un silencio incómodo se implantó entre ambos. El británico se había vuelto a acostar por una sensación de mareo, retomando sus sentimientos de profunda depresión e ira como había sido antes del incidente, mientras el nórdico se dedicaba a apuntar tareas, señalizar eventos, confirmar visitas y planear conferencias.

Ninguno sabía qué decir, porque no había nada de lo que hablar. Todo había quedado muy claro la última vez que hablaron, y ninguno de los dos tenía la intención de arrepentirse de sus palabras o de sus acciones; eso era lo que más tensaba el ambiente, saber que ninguno había mentido ni estaba arrepentido.

Pasó un rato de pura soledad. Ambos se ignoraban de tal manera en que de verdad omitían su existencia, como si estuvieran ahí con otra persona externa a ellos, o peor, como si se encontráran solo ellos. La blancura de ese aisolado cuarto era el único testigo de una relación rota desde hace más de 10 años.

-Te lo pediré una vez más- La figura de su visor se hizo más tenue, casi llegando a difuminarse en el negro. -Déjame morir de una vez; saca a tú hijo de mí primero si quieres, pero después déjame morirme por favor, yo no te pido otra cosa más que eso.

-No puedo.

-¿Qué no puedes tú? Si lideras..

-¿A una banda de fascistas aficionados al rojo? Sí, tal vez, pero ésto es porque no quiero.

𝑰𝒏𝒄𝒖𝒃𝒂𝒅𝒐𝒓𝒂 𝟕𝑯𝟎𝑴𝟒𝟓.Where stories live. Discover now