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La suave brisa se colaba por la habitación que era de Kanna, Kagura miraba lo que quedaba de aquella habitación ya estaba casi vacía y el dichoso diario no lo encontraba aún.

Su mellizo le había advertido que aquel diario era algo íntimo de su hermana, pero Kagura quería tener un recuerdo de ella. Habían pasado ya dos meses de su muerte y aunque lo tratara de ocultar todavía le dolía saber que su pequeña hermana no logró cumplir sus sueños que tenia.

[…]

Han pasado tres semanas desde la muerte de Sango, el comando seguía de luto y Miroku no dejaba de lamentarse por la muerte de su esposa.

Rin por su parte se había mudado a su casa que estaba siendo custodiada por los nuevos Boyevikys.

— Mi señora, la buscan — informo Maxim.

Rin lo miro extrañada, no esperaba a nadie y sabía que no era Sesshomaru pues él iba todas las noches a verla.

— ¿Quién es? — preguntó.

Maxim le dijo que era Renkotsu, los ojos se Rin se oscurecieron más de lo que ya eran y de mala gana aceptó la visita del Yakuza.

— Ya no entiendo nada, ¿o eres la mujer de Sesshomaru o de Kirinmaru? — alegó ciando entro a la habitación.

Rin estaba en pijama, su melena la tenía suelta y los pupilentes no los traía puestos. Cuando escuchó el nombre de Kirinmaru se quedó más confundía de lo que ya estaba.

— ¿A qué te refieres? — cuestionó regresando su vista a su libro.

Hubo un silencio por unos segundos.

— Lo que quiero decir, es que no sólo tus boyevikys te están cuidando sino que también estas siendo protegida por los hombres de Kirinmaru —.

Rin se sorprendió, no se había dado cuenta de aquello sin embargo no le tomo importancia y le dijo que tal vez frente a él está la próxima señora del Alba; lo último lo dijo en broma.

— Cómo sea — dijo Renkotsu.

Rin ya no le contesto, quería que ya se fuera de su casa.

— Si eso es todo, ya vete — ordenó.

— Me voy, pero antes déjame decirte que nos declaraste la guerra al matar a Jakotsu — dijo mientras se daba la vuelta para irse.

— Quién me declaró la guerra fueron ustedes al buscar a mis tíos para que se unieran a la Yakuza, y ahora ya vete — dijo sin mirarlo.

Renkotsu suspiró fuertemente, el rugido de Yako resonó en la habitación y decidió salir de aquella casa.

Cuando vio que se fue de su casa, Rin dejó escapar un suspiró y después le habló a Maxim, este entró a su habitación.

— ¿Es verdad lo que dijo?, ¿es verdad que los hombres de Kirinmaru están cuidado esta casa? — cuestionó confundida.

Maxi se tensó.

— Es verdad — confesó—, apenas nos dimos cuenta anoche —. Metió sus manos en sus bolsillos.

Rin se preguntaba el por qué Kirinmaru hizo eso, no lo necesitaba, no necesitaba su protección.

— Eso es todo, puedes irte a tus labores — le pidió.

Maxi asintió, la miro por última vez y salió de la habitación de su señora.

Maxi en el pasado fue su sumiso, él estaba dispuesto a dar todo lo mejor de si por ella y mentiría si dijera que no sentía celos cuando veía a Sesshomaru y a ella juntos.

[…]

La noche llegó y como era costumbre Sesshomaru fue a la casa de su novia, cuando entro ella ya lo estaba esperando en el comedor, seguía con su pijama color naranja pero estaba vez ya tenía puestos los pupilentes.

— Llegaste — dijo ella con una sonrisa.

En los últimos días su relación fue tomando más fuerza y, la discusión que había tenido ya estaba en el pasado.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó él mientras depositaba un beso en su frente.

Rin le contestó que se sentía muy bien.

— Los ejercicios que me recomendó la doctora me están ayudando mucho y también los soldados me están ayudando a caminar poco a poco.

Sesshomaru escuchaba con detalle cada palabra, se acercó a ella para besarla, beso que ella correspondió bajo la mirada de Maxim quien hervía de celos.

La cena fue servida y ambos cenaron mientras su novio la ponía al tanto de los últimos acontecimientos que han surgido en la central.

— Ya quiero regresar, aunque no haga nada dejame supervisar los entrenamientos de los soldados — pidió con un puchero.

Sesshomaru tuvo que desviar la mirada, cuando ella hacía aquellos pucheros era imposible negar sus peticiones.

— ¿Prometes qué no los entrenaras tú? — cuestionó —, ¿qué no harás ningún tipo de movimiento qué afecte tu pierna?

Ella asintió rápidamente, mientras prometía que quien los entraría sería Yura y ella solo los observaria hacer su trabajo.

Después de unos minutos de silencio él habló.

— ¿Por qué quieres volver a la central? — volvió a preguntar.

— Por que aquí me aburro mucho, todo el día estoy sola y no tengo con quien hablar — respondió sin quitarle la mirada.

—Esta bien, mañana regresaras a la central con la única condición de que tú no te vas a poner en peligro, los combates de cuerpo a cuerpo están prohibidos — dijo.

Rin se acercó a él feliz, lo beso con mucha emoción y después de cenar le pidió que la llevara a su habitación.

Tener intimidad estaba prohibido por el momento, así que solo dormían juntos sin hacer nada.

— Pueden irse a descansar — le dijo Rin a sus Boyevikys.

Cuando ambos estuvieron en su habitación, Rin le pidió que acostara ya  asu lado.

— Te extrañe muchísimo — le dijo mientras depositaba pequeños besos en su pecho.

A Sesshomaru se le hacia extraño que ella se comportará de manera cariñosa, la apreto con un poco más de  fuerza y le llenaba con besos su rostro.

Por primera vez en tres semanas Rin se sentía feliz, su sonrisa no era falsa.

Se acurrucó en el pecho de su novio.

— ¿Sabes? Mi tormento fueron tus ojos, como flechas clavadas en mi corazón.

Confesó, a Sesshomaru no le dio tiempo contestar ya que a Rin le había ganado el sueño.

— Yo también te amo, Rin.

Dijo y el sueño llego a él rápido.

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