Nankurunaisa (Gavi x Pedri)

29. Un nuevo amigo

Se encontraban ya en la tranquila mañana del 18 de noviembre, y el Mundial se acercaba imparablemente con cada amanecer. Todos los jugadores habían tomado la decisión de permanecer en sus habitaciones, buscando la tan necesaria recuperación de energías. Algunos de ellos que se despertaron emplearon ese tiempo en las redes sociales o en ver alguna serie, y otros, como Pedri y Gavi, seguían disfrutando de un profundo sueño.

Los dos jóvenes yacían abrazados con una comodidad excepcional, y gracias a poder sentirse mutuamente, pudieron descansar increíblemente. Sin embargo, esa calma se vio interrumpida de repente cuando la alarma de Pedri empezó a sonar insistentemente. En un intento por apagarla lo más rápido posible, el canario se giró bruscamente en la cama, lo que a su vez, movió a Pablo despertándolo de golpe. Con los ojos entrecerrados, el mayor, que aún luchaba por acostumbrarse a la intensa claridad del día, extendió la mano con torpeza en busca del teléfono, pero, en lugar de atraparlo, lo empujó accidentalmente, haciendo que cayera al suelo con la alarma aún sonando de manera estridente.

-¡Por dios, amor, apaga esa cosa de una vez! Voy a odiar a Quevedo solamente por ponerlo de alarma.- exclamó Gavi mientras se rascaba los ojos, tratando de desperezarse.

El canario había puesto a su artista favorito de alarma, para que de esa manera, cuando fuese necesario usarla, garantizase tener un despertar más alegre al son de una de sus canciones preferidas. -Espera peque, que se me ha caído el teléfono y no lo alcanzo.- explicó mientras se orientaba por la pantalla encendida que se había quedado boca arriba, y cuando pudo tocarlo, optó por apagarlo en el suelo y dejarlo allí, temiendo que se volviera a caer.

-Por fin. Gracias- comentó el menor suspirando de alivio al dejar de escuchar la canción a todo volumen.

-Perdóname por despertarte así- respondió el tinerfeño con un tono cariñoso, acercándose para depositar un beso prolongado en la mejilla de su pareja, notando la suave contracción del músculo bajo sus labios cuando Gavi esbozó una sonrisa.

-Es mucho mejor despertarse con un beso que con una alarma a todo volumen- afirmó el menor sintiendo todavía los labios contrarios en su cara. Cuando el canario acabó el beso, Pablo, que aún permanecía tumbado boca arriba, con las manos cubriéndose los ojos, decidió girarse y subirse encima de su novio. Una vez allí, con una expresión traviesa, le dijo: -Puedes compensármelo de alguna manera.- insinuando claramente lo que estaba pensando.

Pedri, al sentirle encima, reaccionó de manera inmediata y automática, llevando sus manos a los firmes glúteos de Gavi, acariciándolos con una suavidad cariñosa y jugando con ellos a través de los calzoncillos. Con una voz impregnada de deseo, comenzó a expresar sus ansias: -Nada me gustaría más que estrenar esta cama ahora contigo...- comenzó a decir con una sonrisa mientras que llevaba una de sus manos hacia la boca del menor, indicándole con la mirada que la abriera. El joven respondió obedientemente, permitiendo que el canario introdujera dos dedos, para después sacarlos con sensualidad y ternura una vez humedecidos. Luego, con una precisión cuidadosa, estiró el elástico de los calzoncillos de Gavi con la mano limpia, para luego meter la otra entre las nalgas de su novio, consiguiendo que su pequeño gimiera de placer cada vez más frecuentemente al sentirse estimulado al acariciar delicadamente la zona de alrededor de su entrada.

-¿Pero? Siempre hay un pero, ¿verdad?- preguntó Gavi, tratando de articular su frase mientras ocultaba su rostro en el cuello de su amante para disimular sus jadeos de placer, a la vez que satisfacía su erección frotándose con urgencia contra el canario.

-Pues... he puesto la alarma para que sonase lo más tarde posible, y así poder dormir más. Por eso no tenemos tiempo ahora, pero después del entrenamiento podemos hacer lo que quieras.- le murmuró el mayor al oído, a la vez que paraba de mover su dedo.