8. La promesa

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Pedri es el primero en despertarse de la siesta. Eran las 8 de la tarde y los rayos de la luna y las luces de la ciudad se colaban por la ventana iluminando levemente la habitación. Con una sonrisa tonta, el canario abrió lentamente los ojos sintiendo el cuerpo de Pablo a su lado, una sensación que llevaba echando de menos mucho tiempo y que deseaba que nunca terminase. Sin embargo, a pesar de la tenue luz que bañaba la habitación, Pedri sentía la cálida respiración de Pablo chocar contra su rostro, dándose cuenta de que se había girado durante su sueño, quedándose cara a cara.

No quería hacer movimientos bruscos porque estaba deleitándose por el encanto del momento, viendo lo tranquilo que estaba y recordando lo revoltoso que era cuando estaba despierto. El tinerfeño no pudo resistirse y, con ternura, levantó la mano que aún descansaba sobre el costado contrario para colocarla en el rostro de Pablo, acariciándole la mitad de la cara que no estaba hundida en la almohada. Tenía la palma apoyada en su oreja, mientras que con el pulgar, recorría su mejilla, sus parpados cerrados, sus pestañas, su nariz, sus cejas, hasta que pudo notar con su tacto cómo los músculos de la cara se movían ligeramente, indicando que el sevillano había sonreído. Pedri detuvo su recorrido, dejando su mano descansar en ese lugar especial, saboreando ese instante de conexión.

-No pares, porfa. Que me esta gustando- dijo Gavi, rompiendo el silencio con su voz ronca de medio dormido.

-Deberíamos levantarnos, que sino no consigues dormir después- replicó Pedri reanudando sus caricias.

-En la noche podemos hacer otra cosa, ¿no crees?- provocó el menor sabiendo que pondría incómodo a su amigo y más aún cuando hace unas horas se habían besado.

Pero el canario al escucharle, le dio una colleja, haciendo que Pablo abriese los ojos de golpe. -Te has quedado sin caricias por bobo- respondió el mayor mientras se levantaba de la cama y encendía la luz para molestar al andaluz.

-Cabroooon, la luuuz- se quejó Pablo dándose la vuelta escondiendo su cara bajo la almohada. -Te odio.-

Pedri no pudo evitar estallar a carcajadas al ver la reacción de su amigo. -Venga levántate, enano.-

-No- respondió el menor tajantemente.

Entonces Pedri se acerca al lado de la cama donde se encontraba Gavi y le da una palmada en el culo -Que te levantes ya, vago-

-Joder, pesao. Ya voy. Se nota que echabas de menos tocarme el culo- dijo Pablo desenterrando su cabeza de la almohada y acostumbrándose a la luz. Una vez que lo consiguió, mira a Pedri que le estaba esperando de pie a su lado.

-¿Ya?- insistió con la mirada.

-Siiii- dijo alargando la vocal mientras se incorporaba sentándose en el borde para después levantarse del todo y darle un golpecito en el hombro al tinerfeño.

Una vez los dos de pie, salen de la habitación encontrándose a Fer sentado en el sofá, el cual al escuchar abrirse la puerta, gira la cabeza dedicándoles una sonrisa traviesa.

-¿Qué? ¿Habéis dormido bien abrazaditos?- preguntó el hermano mayor con un tono dulce y de complicidad, provocando que la pareja de amigos se mire mutuamente de manera nerviosa, como si el tiempo se hubiera detenido, comprendiendo que el mayor había entrado en la habitación mientras dormían. Fer, para molestarlos un poco más, coge su teléfono y les enseña una foto que sacó cuando estaban descansando.

-FER, BORRA ESA FOTO- exigió Pedri al verla.

-No la voy a borrar. Salís guapísimos los dos- respondió el acusado.

Nankurunaisa (Gavi x Pedri)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu