20. Una visita inesperada

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Los cálidos rayos de sol de la mañana se empezaban a filtrar a través de la ventana, pintando de dorado la habitación, y uno de esos rayos incidió directamente en la cara del canario, provocando que se despertara y entrecerrara los ojos mientras se cubría el rostro con una de sus manos para evitar la molestia. Aunque aún se encontraba sumido en la semi-oscuridad del sueño, ya estaba lo suficientemente despierto por lo que empezó a buscar el cuerpo de Gavi.

Con gestos adormilados, tendió la otra mano hacia el lado opuesto de la cama, buscándolo. Pero para su sorpresa, no logró encontrarlo. La ausencia del cuerpo de Pablo hizo que su corazón diera un pequeño vuelco y le invadiera la preocupación.

Por ello, con un suspiro de cansancio, Pedri se incorporó rápidamente, quedando sentado sobre la cama mientras los rayos dorados de la mañana seguían acariciando su piel. Luego, con un toque de dramaticidad, gritó: -¡PABLOOOOOOOO!-

Al instante, la voz cálida y reconocible de Pablo resonó desde el baño, respondiendo: -Estoy aquí, espera.- Se escuchó el sonido de la cisterna antes de que el sevillano saliera por la puerta y preguntara con curiosidad: -¿Qué te pasa, bebé chillón?-

-No me llames así, bobo-, replicó Pedri con una expresión divertida y tierna a la vez, mientras cruzaba los brazos y hacía un puchero adorable. -Solo me preocupé al no verte aquí.-

Pablo sonrió con ternura ante la respuesta de su novio y se acercó a la cama, quedándose de pie frente a él. -Por dios, amor. No me voy a ir a ningún sitio-, aseguró con su característico sentido del humor. -Al menos toda esta semana tendré que oírte roncar.-

Con una mirada juguetona, el pequeño Gavi se acercó al borde de la cama, se sentó a su lado y comenzó a revolver el pelo de su pareja, que ya estaba despeinado por el sueño, solo para molestarle un poco más, disfrutando de esos pequeños momentos de complicidad y cariño compartidos al despertar, mientras llenaban la habitación de risas.

-Yo no ronco, enano-, replicó el tinerfeño con un tono más serio, aunque no pudo evitar que una pizca de diversión se asomara en sus ojos.

-Oh, sí, bebé. Sí que roncas-, dijo Pablo con un tono de burla, esbozando una sonrisa juguetona en sus labios mientras disfrutaba del momento.

Pedri, decidido a demostrar su punto, agarró con suavidad pero firmeza los hombros de Gavi y lo tiró con delicadeza hacia atrás, tumbándolo a su lado en la cama. Con un rápido movimiento, el tinerfeño se colocó encima de su novio y comenzó a hacerle cosquillas en el costado, desatando las risas contagiosas del sevillano. -Retíralo. Yo no ronco-, amenazó Pedri en medio de las carcajadas, sin detenerse.

Pablo, entre risas y tratando de zafarse de las manos traviesas de su novio, intentó mantener una fachada seria durante unos segundos, pero la alegría y las risas del momento lo vencieron. -Vale, no roncas, pero para, por favor-, pidió entre carcajadas, mientras se dejaba llevar por el dulce tormento que le proporcionaban las cosquillas.

En ese momento, Pedri se detuvo con una expresión triunfante y orgullosa en su rostro demostraba lo feliz que estaba al ganar la discusión amistosa. -Lo sabía-, recalcó el mayor con una sonrisa tierna mientras se fijaba en la mirada risueña y brillante de Pablo.

Pablo, que aún estaba debajo de Pedri, tenía ganas de levantarse para ir a desayunar, pero el canario lo sujetó suavemente de los hombros y lo empujó con ternura de nuevo sobre la cama, pronunciando con voz suave: -Vamos a quedarnos un ratito más aquí abrazados, porfa-. Su rostro estaba adornado con un puchero adorable que era imposible de resistir, y el sevillano no pudo evitar sonreír ante la encantadora petición.

Nankurunaisa (Gavi x Pedri)Where stories live. Discover now