Nankurunaisa (Gavi x Pedri)

25. Secretos de familia

El reloj marcaba ya pasadas las 21:30 cuando las puertas del ascensor se empezaban a abrir lentamente. En el interior, el sevillano experimentaba un aumento palpable de nerviosismo y vergüenza. No solo estaba a punto de enfrentarse nuevamente a los padres de su novio y su hermano, lo que de por sí ya era un reto, sino que también se sumaba la tensión de acoplarse justo a tiempo para la cena.

Fer se adelantó para llegar a la puerta y girar la llave en la cerradura. Al escuchar el sonido de la puerta desbloqueándose, los padres de los canarios se acercaron a la entrada para saludar al invitado y que de esa manera se aliviase un poco su incomodidad que si tuviera que acercarse él.

-Hola chicos, la cena ya está lista-, anunció el padre con una sonrisa acogedora mientras continuaban acercándose a la puerta.

-Hemos preparado tu plato favorito, Pepi. Croquetas-, agregó Rosy, con una mirada llena de cariño dirigida hacia su hijo menor. Esta declaración provocó una expresión de ilusión inmediata en el rostro de su hijo.

No obstante, antes de que la conversación pudiera avanzar, Pedri irrumpió con entusiasmo. -¡TOMAAA! ¡VAMOS A CENAR YAAA!-exclamó emocionado mientras corría hacia la mesa, dejando a Pablo solo en la entrada con Fer y sus padres, dejando un ambiente impregnado de una mezcla de ansiedad y emoción.

-Pá, Má, Ya conocéis a Gavi, el amigo inseparable de mi hermano-, presentó Fer con una cálida sonrisa, rodeando con su brazo el hombro del menor en un gesto amigable destinado a aliviar el visible nerviosismo del sevillano.

Sin embargo, la mención de la palabra "amigo" hizo que el corazón de Gavi diera un brinco. Había pasado mucho tiempo desde que no escuchaba esa palabra en voz alta para referirse a su novio. A pesar de ello, era consciente de que ninguno de los dos estaba listo para hablar abiertamente sobre su relación. Por lo tanto, respondió con una sonrisa y un simple -Hola a los dos-, aunque al final desvió la mirada por timidez.

-No tienes por qué sentirte avergonzado-, comentó la madre con amabilidad. -Nos han dicho que eras como de la familia y que prácticamente vivías aquí como un miembro más.-

-Cuando nos lo dijeron, nos sentimos un poco mal porque pensamos que te habías ido a tu casa por culpa nuestra-, agregó Fernando, el padre, con una expresión de disculpa sincera.

Fue entonces cuando Pablo decidió abrir su corazón: -Es verdad que me fui a casa por ustedes, pero era para que pudierais pasar estos últimos días con Pedri-. Sus palabras resonaron con sinceridad y un toque de sacrificio por el bienestar de los demás.

-Bueno, para la próxima vez, no hace falta que te vayas-, respondió la madre con una sonrisa cálida, transmitiendo un gesto de hospitalidad sincera hacia Pablo. -Y puedes tutearme, que se me hace raro que me traten de usted, especialmente tú, que eres ese "amigo" del que tanto me habla Pedri por WhatsApp-, añadió, otorgando un matiz especial y significativo a la palabra "amigo", lo que hizo que el sevillano reflexionara sobre la frase que acababa de escuchar.

Fer se dio cuenta perfectamente del tono que había empleado su madre y cómo había afectado al pequeño de la casa, por lo que decidió aliviar la tensión diciendo con humor: -Como si yo no te hubiera hablado también de él.-

-Pero tu hermano lo hacía con más frecuencia-, respondió a su hijo mayor con una sonrisa juguetona antes de cambiar de tema y agregar con entusiasmo: -Bueno, venga, vamos a cenar.- para luego darse la vuelta y dirigirse junto con su marido y Fer a la mesa, preparados para disfrutar de la cena en un ambiente de calidez, pero se veía venir que también con toques de ansiedad.

No obstante, antes de irse, Gavi tiró con suavidad del brazo de Fer, buscando un momento de privacidad para hacerle una pregunta con un tono de voz contenido, asegurándose de que sus palabras no fueran oídas por nadie más que él: -¿A qué ha venido eso? ¿Qué es lo que saben y qué es lo que les ha dicho Pedri de mí?-