23: NO ME RENDIRÉ...

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"Estoy enferma"

"Estoy enferma.."

"Estoy enferma...."

Esas palabras no dejaban de resonar en la cabeza de Jane. Estaba en su escritorio mirando el protector de pantalla de su computadora mientras apoyaba la cabeza en una de sus manos, pensando en por qué Ellen le había mencionado algo así, o más importante, ¿De qué estaría enferma? ¿Sería algo grave? ¿Algo leve? ¿Un resfrío? ¿Cáncer?
Sacudió la cabeza con lo último, si estaba enferma, rogaba al cielo de que no fuera algo tan grave como cáncer.

—  ¿Reed?

Levantó la mirada, era la secretaria del jefe, le dijo que se dirigiera a su oficina y la chica obedeció.

— Jane — su jefe la saludó al entrar — toma asiento.

— Buenos días señor.

— Mira, tengo que pedirte un favor muy importante —carraspeó para luego buscar en un cajón un montón de papeles que se los puso encima del escritorio — estos son documentos sumamente importantes y confidenciales, no hay copias ni en físico ni en digital y necesito que tu las envies a una dirección y se las entregues al dueño de la casa.

— Si son muy importantes... —hizo una pausa— no creo ser la más indicada para el trabajo.

— Lo eres —intervino antes de que continuara— nadie allá te conoce y además eres la única en la que confío en este lugar, por favor — terminó nervioso.

¿Qué podía hacer? Era su jefe y era casi imposible negarsele, así que tomó los documentos y se levantó seria.

— Lo haré, déme la dirección.

El hombre rápidamente anotó en un papel la dirección y le dio también la llave de su auto.

Luego fue hasta el estacionamiento y entró al auto de su jefe, uno muy lujoso y que seguramente esa sería la única vez que observe uno así por dentro.
Con un auto como ese fue muy rápido llegar al lugar, una enorme mansión alejada de la ciudad.

La quijada casi se le cae al ver la edificación, mínimo vivirían allí 20 personas pensaba mientras se estacionaba.
Caminó hasta laa puerta que sorpresivamente no tenía guardias que eso era lo único que le faltaba. Luego de tocar la puerta un hombre alto y mayor abrió, la miró de pies a cabeza.

— ¿Qué desea?

— T-tengo que entregar algo al señor de la casa.

El hombre la hizo esperar en la misma puerta por unos minutos, luego llegó otro hombre, esta vez con un traje muy fino h una mirada seria e intimidante.

— ¿Vienes de parte de Langford?

La chica asintió nerviosa, sacó los documentos y se los entregó.

— ¿Alguien te siguió?

— No.

— Gracias — ablandó su tono de voz en muestra de alivio— puedes retirarte, y disculpa las molestias —terminó para luego cerrar la puerta.

Eso fue muy raro, como si el hombre se ocultara de algo o alguien, encogió los hombros, no le importaba para nada, solo debía volver.

Mientras caminaba hacia su auto, alguien la tomó por detrás y la empujó al interior del coche asustandola completamente, Jane quiso gritar y luchar, pero antes de que lo hiciera vio a la persona, era Melissa, quien parecía mucho más sorprendida que Jane.

— ¿Qué haces aquí?

— NO, ¿Tú qué haces aquí? — cuestionó Melissa.

Jane no sabía qué decir, la había tomado por sorpresa.

SOMOS INSTANTESWhere stories live. Discover now