1: VAYA COMIENZO

149 12 2
                                    

Había comenzado con el pie derecho, se había mudado a otra ciudad para comenzar de cero, le cansaba estar en el mismo lugar, así que se tomó las molestias de despojarse de todo lo que la ataba ahí, vendió su casa, renunció a su trabajo, se quedó con únicamente dos maletas que no pesaban mucho, y con solo eso tomó un bus y se fue a otra ciudad donde ya la esperaba un departamento promedio, además de un trabajo que había conseguido gracias a unos contactos.

Estaba decidida, ser independiente no era fácil, pero lo hacía, salía adelante como podía y estaba dispuesta a ser la perfecta chica que su madre habría querido que fuera, pero todos cometen errores ¿No?

Ella estudió administración, se graduó y como muchos estudiantes recién egresados pensó que un excelente trabajo la esperaba a la vuelta de la esquina, pero la realidad era otra, lo único que consiguió fue el de asistente del gerente de una compañía por un año.

En realidad, no hubo muchas razones para mudarse, solo estaba cansada del mismo lugar y sentía que la asfixiaba estar en la misma rutina, además de un malentendido con su ex pareja. Ahora tenía un trabajo, no el de sus sueños, pero si mejor que el anterior, se encargaría de la contabilidad de la empresa para la que trabajaba junto a otros compañeros.

Ella hizo lo que todo joven harto de su vida haría, mudarse, conseguir trabajo, empezar con el pie derecho… bueno, eso pensaba hasta que pasó lo que la llevó a cometer el peor de sus errores, o al menos eso decía.

—Señorita Reed — la chica dormía de lo más incómoda cuando un policía golpeó los barrotes con su bastón— levántese, ya es hora.

Las luces del lugar le causaban migraña, caminaba con los ojos entreabiertos, no había podido dormir casi nada desde la noche anterior, y el guardia la llevaba esposada por uno de los pasillos de la comandancia.

Sus ojos cafés estaban acompañados por unas ojeras que se notaban a simple vista y su cabello negro y largo estaba despeinado.

—Manténgase callada mientras el juez dicta la sentencia —no le ponía nada de atención, a su mente solo le llegaban vagos recuerdos de lo que había pasado, ella y otros amigos, tomando en un bar cuando… apareció en una celda— ¿Entendió? — lo único que hizo fue asentir sin haber escuchado casi nada.

Entró en una sala, igual a la que aparecen en las películas policiales, pero era mucho más pequeña, solo estaban presentes el juez y su abogado, además de tres policías, dos en la entrada y uno custodiándola.

—Siéntese — la chica obedeció.

—Buenos días —miró al chico de su lado, a simple vista no parecía ser mucho mayor que ella— soy su abogado.

La chica no dijo ni una sola palabra, solo lo miró con seriedad para luego apartar la vista.
Pensó en cómo no alargar la conversación— hice un trato con el juez —susurró mientras veía de reojo al hombre quien ordenaba algunos papeles antes de comenzar. La chica se alertó, ya suficiente tenía con saber que su abogado era novato, porque se le notaba a simple vista, sino intentaba sobornar al juez, o al menos eso es lo que entendió.

—¿De qué hablas? —dijo por fin, el chico al parecer entendió la situación.

—Lo siento, no me expliqué bien —volvió a sonreír— trato de decir que el juez entendió su situación, le di a conocer su vida, todo saldrá bien.

A pesar de que su respiración se controló después de esas palabras, siguió con ese sentimiento que hace a uno mover ansiosamente su pie en el suelo.

—Bueno— habló el juez con una voz gruesa— de pie señorita… Jane Reed.

La chica se puso de pie, tragó saliva, era la primera vez que estaba en un lugar así, que le llamaban la atención, era la primera vez que había cometido un delito, y si todo saldría mal, sería la primera vez que pisaría una prisión por no sabía cuánto tiempo.

SOMOS INSTANTESWhere stories live. Discover now