Cincuenta y cuatro.

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Evelyn notó la presencia de Oscar y su mirada se encontró con la suya. Sus ojos se abrieron de sorpresa, y una expresión de nerviosismo cruzó su rostro.

Arthur también se dio cuenta de la llegada de Oscar y se tensó. Sabía que esta situación era delicada y que Oscar tenía razones para estar molesto.

— Oscar... — comenzó a decir Evelyn, pero no pudo encontrar las palabras adecuadas.

Oscar avanzó unos pasos hacia ellos, sintiendo que cada uno de sus movimientos estaba cargado de tensión. No estaba seguro de qué decir ni de cómo abordar la situación.

— ¿Qué está pasando aquí? — preguntó finalmente, mirando alternativamente a Evelyn y a Arthur.

Evelyn tomó una profunda inspiración y miró a Arthur. 

— Oscar, déjame explicarte.

Arthur asintió, dispuesto a enfrentar la situación. 

— Está bien, explícale.

Evelyn miró a Oscar con determinación.

— Arthur y yo... Estábamos hablando sobre cosas sin sentido.

Oscar la miró con atención, esperando a escuchar lo que tenía que decir.

— Oscar, te amo. — Evelyn dijo las palabras con sinceridad, y su mirada se encontró con la de Oscar. 

— ¿Y sí nos amas por que no eliges a uno de nosotros? —  Soltó Arthur posicionándose a lado de Oscar. 

Evelyn miró alternativamente a Arthur y a Oscar, viendo la tensión en sus rostros y sintiendo el peso de su elección. Se pasó una mano por el cabello, visiblemente angustiada.

— No puedo... — comenzó a decir, pero su voz se quebró.

Evelyn se encontró atrapada en medio de la tensión que emanaba de Arthur y Oscar. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras miraba de uno a otro, incapaz de tomar una decisión en ese momento.

— ¿Por qué me hacen esto? — murmuró con voz quebrada, sintiendo el peso de su elección sobre sus hombros.

Arthur apretó los puños, luchando por mantener la compostura. 

— Lo siento, Evelyn, pero no puedo seguir esperando. No puedo compartirte.

Oscar frunció el ceño, su rostro reflejando una mezcla de tristeza y frustración. 

— Yo tampoco quiero ser la segunda opción, Evelyn. Tú tienes que decidir.

Evelyn sintió un nudo en la garganta y se alejó de los dos hombres, caminando unos pasos para estar sola. 

— ¡No puedo! No puedo elegir entre ustedes dos. Es imposible. No quiero lastimar a ninguno.

Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas mientras se debatía internamente. No quería perder a ninguno de los dos, pero la realidad era que tenía que tomar una decisión.

Arthur y Oscar intercambiaron miradas de desesperación mientras veían a Evelyn luchar con sus emociones. Sabían que estaba en juego más que solo su amor, estaban en juego sus futuros.

— Evelyn, entiende que esto nos está destruyendo a todos. — Arthur habló con voz quebrada.

— Sí, cariño, por favor, tómate el tiempo que necesitas. Pero recuerda que no podemos seguir así. — Oscar intentó ser comprensivo.

Evelyn miró a los dos hombres, sintiendo que su corazón se rompía en mil pedazos. 

— Lo siento, lo siento mucho.

La tensión en el aire era palpable mientras los tres quedaban atrapados en un doloroso limbo emocional. Las lágrimas de Evelyn eran un reflejo de la tormenta de emociones que la atormentaba.

Evelyn, con el corazón roto, se dio la vuelta y comenzó a caminar lentamente hacia la entrada de la mansión. La brisa de la noche le acariciaba el rostro, pero no pudo evitar sentir que se encontraba atrapada en medio de una tormenta emocional.

Arthur y Oscar, quedando atrás en el jardín, compartieron un largo y silencioso intercambio de miradas. Ambos comprendían que habían presionado demasiado a Evelyn, que la habían forzado a tomar una decisión imposible. Se sentían culpables y abrumados por la situación.

Finalmente, Arthur rompió el silencio. 

— Oscar, sé que esto es difícil para ti también. No era mi intención causar más dolor del que ya existe.

Oscar asintió con tristeza. 

— Lo sé, Arthur. Ambos amamos a Evelyn, y no podemos culparla por no poder decidir entre nosotros. Pero, ¿qué hacemos ahora?

Arthur suspiró profundamente. 

— Creo que lo mejor que podemos hacer es darle tiempo y espacio. No podemos forzarla a que tome una decisión en este momento. Lo más importante es su felicidad y su bienestar, ¿no crees?

Oscar asintió, aceptando la lógica de las palabras de Arthur. 

— Tienes razón. No queremos que ella se sienta presionada o atrapada. Pero, ¿y nosotros? ¿Cómo manejaremos esto?

Arthur miró a Oscar con seriedad. 

— Tendremos que aprender a ser fuertes, a enfrentar la posibilidad de que ninguno de los dos sea el elegido. Sea cual sea el resultado, debemos estar dispuestos a aceptarlo y seguir adelante.

Oscar asintió nuevamente, sabiendo que no había una respuesta fácil para esta situación complicada. 

— Está bien, Arthur, pero ¿qué haremos mientras tanto?

Arthur pensó durante un momento antes de responder. 

— Continuaremos con nuestras vidas, Oscar. Mantendremos nuestras amistades y nuestros compromisos. Tal vez, con el tiempo, podamos sanar y encontrar la forma de seguir adelante, sin importar cuál sea el desenlace.

Ambos hombres compartieron un apretón de manos, como un pacto silencioso de que enfrentarían juntos los desafíos que les deparaba el futuro. Aunque la noche estaba llena de incertidumbre, sabían que lo más importante era el bienestar de Evelyn, y estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario para apoyarla en su decisión.

Con esos pensamientos en mente, Arthur y Oscar regresaron a la mansión, cada uno con un pesado corazón y la esperanza de que, con el tiempo, esta dolorosa situación encontraría su resolución.

(...)

Mientras tanto, Evelyn caminaba sola por la calle, lágrimas en sus ojos y el corazón en un puño. Las palabras de Arthur y Oscar resonaban en su cabeza como un eco incesante. No podía creer que se encontrara en esta situación, atrapada entre dos hombres que amaba profundamente.

Mientras avanzaba por la acera, sus pensamientos eran un torbellino de emociones contradictorias. Por un lado, estaba Arthur, su primer amor, el hombre con el que había compartido momentos hermosos y había soñado un futuro juntos. Por otro lado, estaba Oscar, un hombre que había entrado en su vida cuando más lo necesitaba, un apoyo constante y un compañero amoroso.

Evelyn se detuvo en una esquina, sin saber qué camino tomar. Se sentía perdida, como si su corazón estuviera dividido en dos. Las lágrimas seguían fluyendo, y en medio de su confusión, no prestó atención al semáforo. Cuando cruzó la calle, un automóvil se acercó rápidamente, y el conductor apenas tuvo tiempo de frenar. Evelyn sintió un golpe, pero no pudo distinguir si era el sonido del frenazo o el choque.

El mundo se volvió borroso, y la vida de Evelyn colgaba en un hilo. Por un instante, todo se detuvo.

The One | Arthur Leclerc.Where stories live. Discover now