Cuarenta y nueve.

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Arthur y Evelyn se encontraron en el pasillo del tribunal después de las intensas deliberaciones. Había tensión en el aire mientras se miraban el uno al otro, sus ojos revelando una mezcla de emociones, incluyendo preocupación y anhelo.

Evelyn se acercó a Arthur con cautela, suspirando antes de hablar.

—Arthur, independientemente de lo que decida el juez, quiero que sepas que siempre he deseado lo mejor para Arthur Jr.

Arthur asintió, sus ojos cansados reflejando una mezcla de emociones.

—Lo sé, Evelyn. Yo también quiero lo mejor para él. A pesar de nuestras diferencias, eso nunca ha cambiado.

Evelyn bajó la mirada, sintiendo un nudo en la garganta.

—Si la jueza te otorga la custodia, te ruego que lo cuides bien. Cuídalo como si fuera tú viday, por favor, asegúrate de que sea feliz.

Arthur la miró con intensidad, y por un momento, pareció que iba a decir algo, pero finalmente asintió con la cabeza.

—Te lo prometo, Evelyn. Si eso es lo que decide el juez, haré todo lo posible para darle la mejor vida posible.

Un atisbo de alivio cruzó el rostro de Evelyn, y por un instante, pareció que las tensiones entre ellos se habían suavizado. Sabían que la decisión estaba fuera de sus manos y que solo podían esperar lo mejor para su hijo.

El silencio llenó el pasillo mientras continuaban mirándose. En ese momento, las palabras no eran necesarias. Sus corazones se habían comunicado en un nivel más profundo, recordándoles que, a pesar de sus diferencias, siempre tendrían en común el amor que sentían por Arthur Jr.

Arthur notó como Evelyn se dio la vuelta para ir con Oscar que la esperaba en la entrada del tribunal, la vista de ellos juntos le produjo una extraña sensación en el estómago.

Esperó a que Evelyn entrara al lugar y luego se acercó a Oscar, quien aún estaba en la entrada. La tensión en el aire era palpable.

—Oscar —dijo Arthur con una voz tensa—, tengo una pregunta para ti.

Oscar lo miró con curiosidad.

—Claro, Arthur, ¿qué necesitas?

—Quiero saber cómo te sientes por Evelyn. —Las palabras salieron de la boca de Arthur antes de que pudiera detenerse.

Oscar arqueó una ceja, sorprendido por la pregunta directa de Arthur. Tomó un momento para considerar su respuesta antes de hablar.

—Evelyn es una persona increíble —comenzó Oscar—. Hemos sido amigos durante mucho tiempo y siempre he sentido un profundo respeto y afecto por ella. Pero, en este momento, mi prioridad es apoyarla en lo que sea necesario, especialmente en lo que respecta a Arthur Jr.

Arthur asintió, procesando las palabras de Oscar. Aunque había obtenido una respuesta honesta, no pudo evitar sentir una punzada de celos. Sabía que su relación con Evelyn estaba en un terreno incierto, y la idea de que alguien más pudiera estar cerca de ella le resultaba incómoda.

—Entiendo —murmuró Arthur, aunque su mirada revelaba una mezcla de emociones difíciles de ocultar.

Oscar pareció notar la tensión en el rostro de Arthur y le dio una palmada en el hombro.

—Somos adultos, Arthur. Lo más importante es el bienestar de Arthur Jr. Si alguna vez necesitas hablar sobre cualquier cosa, aquí estaré. No tengo odio contra ti.

Arthur asintió nuevamente, agradecido por la comprensión de Oscar. Ambos hombres sabían que, independientemente de sus sentimientos personales, lo más importante era brindarle a Arthur Jr la mejor vida posible.

Cuando Arthur entró a el tribunal y notó que una trabajadora social mantenía al pequeño en sus brazos para llevarlo a la sala de juegos especializada en bebés, recordó que esa era la razón principal por la que estaban allí. Había mucho en juego, y estaba decidido a hacer lo que fuera necesario para ser un buen padre para su hijo.

(...)

El tribunal estaba lleno de tensión mientras Arthur y Evelyn esperaban ansiosamente el veredicto de la jueza. La sala de audiencias estaba repleta, y los abogados de ambas partes habían presentado sus argumentos finales en un caso que había sido largo y emocional.

Ambos estaban acompañados por sus respectivos abogados, y la atmósfera en la sala era palpable. Los corazones de Arthur y Evelyn latían con fuerza, ya que esta era la decisión que determinaría el futuro de su hijo, Arthur Jr.

La jueza, una mujer de aspecto serio y decidido, tomó un momento para revisar sus notas antes de hablar en voz clara y firme.

—Después de revisar todas las pruebas presentadas y escuchar los argumentos de ambas partes, he llegado a una decisión.

La tensión en la sala era casi insoportable. Las miradas de Arthur y Evelyn se cruzaron brevemente, pero ninguno de los dos dijo una palabra.

La jueza continuó.

—Es evidente que ambos padres tienen el bienestar del niño en mente y son capaces de proporcionar un entorno amoroso y estable. Sin embargo, en casos como estos, es necesario considerar varios factores, incluida la estabilidad emocional y la capacidad de cuidado de los padres.

Los abogados de ambas partes esperaban ansiosamente la decisión final, con los dedos cruzados y expresiones de nerviosismo en sus rostros.

La jueza finalmente miró a Evelyn y Arthur con seriedad antes de anunciar:

—Después de un cuidadoso análisis de los hechos y circunstancias de este caso, he decidido otorgar la custodia de Arthur Jr a...

El suspenso llenó la sala mientras todos esperaban la respuesta de la jueza. Las miradas de Arthur y Evelyn se encontraron de nuevo, y sus corazones latieron aún más rápido. Un murmullo de sorpresa se extendió entre los asistentes, y Arthur y Evelyn se miraron el uno al otro con asombro y confusión.

The One | Arthur Leclerc.Where stories live. Discover now