Cuarenta.

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Arthur Jr. seguía en el hospital, su estado de salud estaba mejorando, pero aún necesitaba cuidados y atención. Mientras Evelyn descansaba en una silla junto a la cuna del bebé, Arthur se encontraba al lado de su hijo, observando con ternura al pequeño que se aferraba valientemente a la vida.

La habitación del hospital estaba en silencio, solo interrumpido por el suave susurro de las máquinas médicas que monitoreaban a Arthur Jr. En ese momento de calma, Arthur decidió hablarle a su hijo, expresando sus sentimientos más profundos.

- Pequeño, quiero que sepas cuánto me arrepiento de no haber estado aquí para ti y para tu madre.- Comenzó Arthur en un susurro, mirando con cariño al bebé que dormía.- Cuando me enteré de tu existencia en medio de esta situación, me sentí abrumado y enojado. Pero ahora veo que eso fue un error. Tú no tienes la culpa de nada, y mereces todo el amor y la atención del mundo.

Arthur acarició con cuidado la manita de su hijo mientras continuaba hablando. 

- Quiero ser un buen padre para ti, estar aquí en cada momento importante de tu vida. Y también quiero luchar por recuperar a tu madre, porque sé que ella es una parte fundamental de tu vida.

El corazón de Arthur estaba lleno de arrepentimiento mientras prometía ante su hijo, él realmente se arrepentía.

- Voy a hacer lo que sea necesario para enmendar mis errores y demostrar que puedo ser un buen compañero para tu madre. Juntos, los tres formaremos una familia fuerte y unida. Te amo, pequeño Arthur, y haré todo lo que esté a mi alcance para protegerte y cuidarte.

En ese momento, una lágrima solitaria rodó por la mejilla de Arthur, pero esta vez no era de tristeza, sino de esperanza y compromiso por un futuro mejor para él, Evelyn y su amado hijo. Con esa promesa en su corazón, Arthur se quedó al lado de la cuna, observando a su hijo dormir en paz, sintiendo que un nuevo capítulo en sus vidas estaba a punto de comenzar.

(...)

El nuevo día amaneció en la habitación del hospital con una suave luz que se colaba por la ventana. Evelyn y Arthur habían pasado la noche velando el sueño de su pequeño Arthur Jr., quien estaba luchando valientemente contra la enfermedad.

El doctor entró en la habitación con una expresión alentadora en su rostro. Los corazones de Evelyn y Arthur se apretaron de ansiedad mientras esperaban escuchar las noticias sobre la salud de su hijo.

- Buenos días.- Saludó el médico con una sonrisa reconfortante.- Tengo buenas noticias para ustedes. La fiebre del pequeñito ha bajado significativamente durante la noche, y su estado general ha mejorado considerablemente gracias al tratamiento que le proporcionamos.

Evelyn y Arthur suspiraron aliviados, sus rostros iluminados por una mezcla de felicidad.

- Sin embargo.- Continuó el doctor con seriedad,- Aún necesitaremos mantenerlo bajo observación durante unos días más para asegurarnos de que su recuperación sea completa.

Evelyn y Arthur asintieron, entendiendo que aún tenían un camino por recorrer, pero ahora podían permitirse sentir esperanza.

El doctor se acercó a la cuna de Arthur Jr. y comenzó a revisarlo, verificando su temperatura y signos vitales. Mientras lo hacía, Evelyn y Arthur se miraron el uno al otro, compartiendo una profunda emoción que habían estado conteniendo durante demasiado tiempo.

Cuando el doctor terminó su revisión y se volvió hacia ellos, notó la mirada amorosa y agradecida en sus ojos.

- Están haciendo un gran trabajo como padres.- les aseguró el médico.- La mejor medicina que puede recibir un bebé es el amor y el cuidado de sus padres, y eso es evidente aquí.

Arthur y Evelyn intercambiaron una sonrisa, finalmente permitiéndose sentir un rayo de esperanza. Se acercaron uno al otro y, sin poder contenerse más, se abrazaron con fuerza. Sus corazones latían al unísono, y el abrazo simbolizaba no solo la alegría por la mejoría de su hijo, sino también la posible reconciliación entre ellos.

Evelyn susurró en el oído de Arthur con emoción contenida. 

- Gracias por estar aquí, Arthur.

Él la abrazó aún más fuerte y respondió con voz temblorosa. 

- Nunca debí haberte dejado, Evelyn. Prometo que nunca más te dejaré sola.

(...)

Evelyn estaba sentada en una silla junto a la cuna, observando con ternura cómo su pequeño respiraba pacíficamente. A su lado, Arthur, con ojeras pero una sonrisa en el rostro, miraba al bebé con un amor que se hacía cada vez más evidente en sus ojos.

Se miraron el uno al otro durante un momento, recordando los momentos difíciles que habían enfrentado juntos y cómo habían encontrado la fuerza en su amor mutuo y en su compromiso con su hijo.

Evelyn rompió el silencio con una pregunta que había estado pesando en su mente. 

- Arthur, ¿alguna vez te has preguntado cómo será cuando Arthur Jr. crezca? ¿Cómo le explicaremos todo esto?

Arthur suspiró, pensativo. 

- Sí, he pensado en eso. Supongo que, cuando sea el momento adecuado, le diremos la verdad, con amor y honestidad. Le explicaremos cómo lo esperábamos y lo deseábamos, y cómo hicimos todo lo posible para cuidarlo y mantenerlo a salvo.

Evelyn asintió con aprobación, pero notó que Arthur aún parecía distante, como si estuviera ocultando algo. 

-Pero, ¿y nosotros? ¿Qué pasará con nosotros, Arthur?

Él la miró fijamente, como si estuviera sumergido en sus pensamientos. Finalmente, respondió en un tono más bajo.

- Eso es algo en lo que también he estado pensando, Evelyn. No tengo todas las respuestas ahora.

The One | Arthur Leclerc.Where stories live. Discover now