Veintiuno.

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Un día soleado bañaba Los Ángeles con su luz cálida y dorada. Mientras el mundo seguía su ritmo constante, en un rincón tranquilo de la ciudad, la vida tomaba un giro inesperado. Arthur yacía en una cama, rodeado de las voces suaves y alentadoras de Emily y su familia. Aunque sus ojos permanecían cerrados, su mente empezaba a despertar lentamente del letargo que lo había atrapado por tanto tiempo. 

Emily observaba con atención cada pequeño movimiento de él rubio acostado. Sus dedos se movían ligeramente, sus labios susurraban palabras incomprensibles. Cada uno de esos gestos era un atisbo de esperanza, un recordatorio de que la vida aún fluía en su interior. Había pasado tan sólo un año desde aquel día fatídico del accidente, y ahora, en este día soleado, había un rayo de esperanza brillando en medio de la oscuridad.

Susurros de conversación llenaban la habitación mientras la familia compartía historias y risas, tratando de traer a él rubio de vuelta a su mundo. Emily sujetaba su mano con ternura, deseando que pudiera sentir la calidez de su presencia y la determinación que tenía para ayudarlo a recuperar lo que había perdido.

De repente, un suspiro escapó de los labios de él, sus párpados se agitaron y finalmente se abrieron con lentitud. Sus ojos encontraron los de Emily, y en ese instante, el mundo entero pareció detenerse. Había confusión en su mirada, como si estuviera tratando de encajar piezas de un rompecabezas que habían estado esparcidas en el suelo.

- Estás despierto.- Murmuró Emily con voz suave y llena de emoción.

El joven parpadeó, intentando comprender la realidad que lo rodeaba. Su mirada se desvió hacia las caras sonrientes que lo rodeaban, y aunque no podía poner nombre a esos rostros, había algo en ellos que le resultaba familiar y reconfortante.

- ¿Dónde... dónde estoy? - Preguntó Arthur con voz débil, su mente luchando por encontrar respuestas.

- Estás a salvo, en Los Ángeles.- Respondió Emily, manteniendo su voz suave..- Te rescaté, bueno mi mamá te rescató del accidente y te hemos estado cuidando aquí.

Los ojos de Arthur se llenaron de confusión y asombro. 

- Accidente... no recuerdo... ¿quién soy?

Marissa, la madre de Emily se acercó a él apretó su mano con gentileza. 

- Eres Arthur. No sabemos mucho sobre tu pasado, pero estamos aquí para ayudarte a recuperar tus recuerdos.

- ¿Cómo paso esto? 

- Te lo contaré, seguro ayudará a que tus recuerdos vuelvan. - Dijo Marissa.

(...)

Tiempo atrás.

En medio del caos y la confusión que siguió al accidente, una mujer desconocida se abrió paso entre los escombros y el humo. Sus ojos se posaron en Arthur, quien yacía inconsciente en el asiento del conductor de la camioneta destrozada. Su instinto de ayuda se activó de inmediato, y sin dudarlo, se acercó a él para evaluar su estado.

La mujer comprobó su pulso y su respiración, aliviada al encontrar señales de vida. Aunque estaba gravemente herido y parecía ser el único sobreviviente del choque, ella no se rindió. Movida por una fuerza interior que no pudo explicar, tomó la decisión de salvarlo. 

Con determinación, la mujer arrastró a Arthur fuera del vehículo accidentado y lo cargó en sus brazos. Lejos de la carretera, encontró refugio en su propio automóvil y condujo rápidamente hacia Los Ángeles. Durante todo el viaje, su mente estaba llena de preguntas sobre quién era él y qué lo había llevado a ese accidente trágico.

Al llegar a Los Ángeles, la mujer se esforzó por cuidar de Arthur, a pesar de su propio desconcierto y falta de respuestas. Lo llevó a su hogar, donde su familia lo recibió con los brazos abiertos. Todos se unieron en el cuidado del joven en coma, dándole un lugar seguro y amoroso donde sanar.

Los días se convirtieron en semanas, y Arthur seguía atrapado en un profundo sueño. Los médicos no podían dar garantías sobre su recuperación, pero la familia que lo cuidaba se negaba a perder la esperanza. La voz de la mujer, ahora identificada como Emily, se convirtió en un eco constante en la habitación donde Arthur descansaba.

Una mañana, mientras el sol se filtraba a través de las cortinas, Arthur finalmente comenzó a moverse. Su mente y su cuerpo luchaban por regresar a la realidad, pero algo dentro de él seguía aferrándose a una sensación de paz y conexión. Sus ojos parpadearon abiertos, y aunque el mundo a su alrededor era confuso y desconocido, había una presencia que lo calmaba.

(...)

Presente.

A medida que Arthur trataba de procesar la información, su mente se llenó de confusión y vacío. Las piezas de su identidad parecían estar esparcidas en el aire, sin un lugar para encajar. Pero había una palabra que repetía en su mente, una palabra que resonaba con una intensidad especial: "Evelyn".

- Evelyn...- Murmuró Arthur de nuevo, con una mezcla de tristeza y anhelo en su voz.

Emily sostuvo su mano suavemente. 

-Parece que hay alguien en tu mente, alguien importante. ¿Quién es Evelyn?

Las lágrimas llenaron los ojos de Arthur, aunque no sabía por qué. 

- Evelyn... siento que es alguien... alguien que amo mucho. Pero no recuerdo quién es ni por qué es tan importante.

La mano de Emily apretó la de Arthur con ternura. 

- No te preocupes, Arthur. Vamos a estar aquí para ayudarte a recordar. Pase lo que pase, siempre estaremos a tu lado.

"Arthur, mi amor... Siempre estaré aquí para ti."

Era como si el eco de su voz se aferrara a su mente, como una guía a través de la niebla de su olvido. ¿Quién era aquella chica y porqué era tan importante para él? ¿por qué siempre la veía en sueños? 

"Arthur, no importa lo que pase, siempre estaré a tu lado. Te amo con todo mi corazón."

Las palabras resonaron en su mente, llevándolo a un lugar de calma y tranquilidad. En medio de esa oscuridad, encontró consuelo en la voz que lo guiaba a través de su confusión.

The One | Arthur Leclerc.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant