Cuarenta y dos.

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El sol brillaba en el cielo azul mientras Arthur y Evelyn esperaban con ansias el momento en que su pequeño Arthur Jr. finalmente sería dado de alta del hospital. Habían sido semanas de preocupación y cuidado constante, y aunque el bebé había estado mejorando gradualmente, la noticia de que podían llevarlo a casa era un alivio inmenso.

Arthur estaba parado junto a la cuna de su hijo, observando cómo el pequeño dormía pacíficamente. Sus ojos estaban llenos de emociones encontradas: alegría por llevar a su hijo a casa y preocupación por el desafío que les esperaba como padres.

Finalmente, el médico entró en la habitación con una sonrisa en el rostro. Anunció que podían llevarse al pequeño a casa y eso no podría ser mejor noticia. Evelyn asintió con gratitud mientras Arthur se acercaba a la cuna y recogía cuidadosamente a su hijo en brazos. El bebé abrió los ojos y lo miró con curiosidad mientras Arthur lo sostenía con ternura.

- Vamos a casa, campeón.- Murmuró Arthur con una sonrisa mientras acariciaba su mejilla.

El bebé respondió con una risita y balbuceó algunas palabras incomprensibles. Evelyn y Arthur intercambiaron una mirada llena de emoción antes de dirigirse hacia la salida del hospital, con su precioso hijo entre los brazos.

Cuando finalmente llegaron a casa, Arthur sostuvo a su hijo en el salón, rodeado de recuerdos y emociones encontradas. Miró a Evelyn, quien estaba parada a su lado, y le sonrió.

- Eres un buen padre, Arthur. Siempre lo has sido.- Dijo con voz suave.

En ese momento, algo asombroso sucedió. El pequeño Arthur Jr., con una sonrisa en su rostro, balbuceó una palabra que llenó el corazón de Arthur de alegría y emoción.

- Papá.- Balbuceó el bebé, con una voz dulce y sincera, pero Arthur lo había entendido a la perfección.

Arthur sintió un nudo en la garganta mientras las lágrimas llenaban sus ojos. No pudo contener su emoción mientras abrazaba con fuerza a su hijo. Era un momento que había estado esperando durante mucho tiempo, y finalmente había llegado.

- ¿Oíste? ¿Escuchaste eso? Me llamo papá. - Dijo Arthur mirando a Evelyn.- ¿Cómo sabe de mi?

- Las fotos.- Respondió Evelyn de inmediato.- Le mostré fotos tuyas cada mañana y noche desde que nació, tú mamá hacía lo mismo. 

Arthur se quedó en silencio mientras escuchaba a Evelyn, ella contó con una sonrisa las veces en que su pequeño veía las fotos y le señalaba balbuceando papá, incluso contó acerca del vídeo que envió a Charles, sólo supo que ahora mismo estaba sintiendo que su corazón estaba a punto de estallar de felicidad.

(...)

La noche caía sobre la casa de Evelyn y Arthur, y en la penumbra de la habitación, ahora podían vivir tal vez en paz y Evelyn aclarar sus dudas respecto a sus sentimientos, pero Arthur tenía muy claro que valía la pena luchar por su amor con ella. 

- Siempre te has visto así de bonita. ¿Sabías? - Dijo Arthur apoyándose en el marco de la puerta de la recámara de Evelyn, según acordado por ambos; dormirían en habitaciones separadas.

- Arthur, no inicies con eso. - Ella rió.

- ¿Con qué? No tengo la culpa, yo sólo te recuerdo que eres divina. Me enamoré de ti desde que te vi.

Él no tardó en acercarse a ella y poner sus manos en la cintura de la chica, Evelyn sintió nervios, terror y pánico, nunca antes creyó volver a sentir eso. 

- Arthur.- Susurró Evelyn con voz suave, acariciando la mejilla de su amante. - A pesar de todo, sigo amándote. No puedo evitarlo.

Arthur la miró profundamente a los ojos, sus ojos llenos de ternura y deseo. 

- Y yo te amo más de lo que puedo expresar, Evelyn. Siempre has sido la única para mí.

En ese momento de intimidad y sinceridad, los dos se fundieron en un apasionado beso, uniendo sus labios con un deseo abrumador. El tiempo se detuvo mientras se perdían el uno en el otro, reavivando una pasión que había estado latente durante tanto tiempo.

Habían pasado por tantos desafíos y obstáculos en su relación, pero en ese momento, en los brazos del otro, todo parecía desvanecerse.

Los susurros de amor y las caricias suaves llenaban el aire mientras Arthur y Evelyn compartían un momento íntimo, su ropa se perdió por la habitación y ellos por besos y el amor que inundaba el sitio en aquella noche.

Las manos de Arthur recorriendo la piel de Evelyn como lo hacía en el pasado, el toque suave y besos dulces entre ambos que habían extrañado durante tanto tiempo. 

Ambos terminaron exhaustos, una manta blanca cubría sus cuerpos y ellos se abrazaban con dulzura y amor, habían perdido la cuenta de cuánto habían extrañado estar así. 

El tiempo se detuvo mientras se perdían el uno en el otro, reavivando una pasión que había estado latente durante tanto tiempo.

Pero justo cuando la pasión estaba en su punto máximo y el deseo los consumía, el teléfono de Arthur, que había sido olvidado en la mesita de noche, comenzó a sonar. El sonido repentino rompió la magia del momento, y Evelyn lo vio parpadear en la penumbra de la habitación.

Arthur no le prestó tanta atención pero quién se acercó a tomarlo fue Evelyn, pues estaba cerca de él.

En la pantalla aparecía el nombre "Emily" y un corazón rojo a su lado. Evelyn sintió un nudo en el estómago mientras miraba la pantalla y luego a Arthur.

- ¿Emily? - Murmuró Evelyn, su voz temblando ligeramente. - ¿Quién es Emily, Arthur?

Arthur se quedó en silencio por un momento, tratando de encontrar las palabras adecuadas. Sabía que había causado una grieta en la confianza de Evelyn, y eso lo angustiaba profundamente.

- ¿Por qué tiene un corazón justo a lado de su nombre, Arthur? 

The One | Arthur Leclerc.Where stories live. Discover now