Veintidós.

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Los días en Los Ángeles seguían su curso tranquilo, como si el tiempo se hubiera detenido en aquel rincón donde Arthur se encontraba. A medida que el sol se asomaba por las ventanas, la voz de Emily, la hija de Marissa, se mezclaba con el suave murmullo de la brisa.

Emily era una joven de cabello oscuro y ojos brillantes, con una sonrisa que iluminaba la habitación. Desde que su madre había rescatado a Arthur, se había dedicado a cuidar de él con una paciencia y ternura inquebrantables. A pesar de que Arthur no recordaba su pasado ni las emociones que alguna vez había compartido con Evelyn, Emily había llegado a sentir un lazo especial con él, un lazo que se había fortalecido con cada día que pasaban juntos.

Él se estaba adaptando a vivir con ellos, a dejar la vida que tenía atrás y acostumbrarse a vivir en los Ángeles, cada que se veía al espejo no podía evitar preguntarse "¿quién era?" ¿era alguien importante? ¿lo amaban? ¿Quién era Evelyn, ella lo amaba?

Una tarde tranquila, Emily entró a la habitación de Arthur con un libro en las manos. Con una sonrisa cálida, se acercó a su cama y se sentó a su lado.

- He traído un libro para ti, Arthur. Pensé que podríamos leer juntos un rato.- Dijo Emily con su voz suave y melodiosa.

Para Emily era bastante notorio los sentimientos que tenía hacía Arthur, había terminado su relación por si Arthur despertaba algún día y ellos tenían una oportunidad. Ella soñaba eso.

Emily abrió el libro y comenzó a leer en voz alta, sumergiendo a Arthur en una historia llena de aventuras y fantasía. A medida que las palabras llenaban la habitación, Arthur se dejaba llevar por la cadencia de su voz, pero su mente divagaba en el único nombre que su mente soltaba.

Mientras Emily continuaba leyendo, las imágenes de su mente se tornaban borrosas. Una figura familiar parecía esconderse en las sombras, el contorno de una mujer cuya presencia resonaba en lo más profundo de su ser. Evelyn.

Los ojos de Arthur se nublaron por un instante, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Emily notó su distracción y detuvo su lectura.

- ¿Estás bien, Arthur? - Preguntó Emily, preocupada por su expresión distante.

Arthur asintió, aunque sus pensamientos seguían centrados en esa figura en la oscuridad de su mente.

- Sí, estoy bien. Solo... me pareció recordar algo, en mi mente había algo, pero se desvaneció.

Emily le dio una sonrisa tranquilizadora y colocó su mano en la de Arthur. 

- Tal vez sea un recuerdo intentando salir a la superficie. No te preocupes, Arthur, estamos aquí para ayudarte.

La mano de Emily era cálida y reconfortante, pero el anhelo en el corazón de Arthur no disminuyó. Cerró los ojos por un momento, tratando de atrapar la esencia de esa figura que parecía estar fuera de su alcance.

 Emily continuaba su compañía constante. Leía para Arthur, compartía historias y secretos, y trataba de ganarse un lugar en su corazón. Aunque Arthur agradecía su amabilidad, no podía evitar que su mente vagara hacia una presencia que parecía escaparse de su alcance.

Emily terminó por irse, pero Arthur permaneció en la habitación para dirigirse hacía el balcón de la habitación mientras veía el sol ocultarse y sólo podía preguntarse si algún día podría volver a la realidad, a su verdadero yo. Perdido en sus pensamientos. La voz de Evelyn lo llamaba de nuevo, una melodía suave que tocaba las fibras más profundas de su ser.

Un suspiro escapó de sus labios mientras luchaba por desentrañar los fragmentos de recuerdos que parecían estar al borde de su mente.

- Evelyn...- Murmuró en voz baja, como si el simple acto de pronunciar su nombre pudiera traerla de vuelta a su memoria.

The One | Arthur Leclerc.Where stories live. Discover now