CAPITULO 25

1.5K 126 8
                                    

Lauren POV

Estaba mas que agradecida con Normani por haberme escuchado hablar durante horas sobre Camila. Ahora me estaba sintiendo un poco mas liviana, aunque aún rondaba en mis pensamientos.

Había empezado a salir un poco mas a la noche, intentaba conocer chicas y ver que sucedía. Hasta Mani me había presentado algunas de sus compañeras que eran modelos al igual que ella. Pero por mas que eran hermosas, las sentía demasiado "perfectas" como para sentirme verdaderamente atraída. Necesitaba algo mas real. Necesitaba sencillez. Y allí no iba a encontrarlo.

Supongo que aunque intentaba seguir adelante, una parte de mi seguía anclada a esa noche, y que por mas que había pasado una semana desde ese momento, no lograba sacarme unos ojos marrones de la mente.

No lograba entender por que todo había sido tan especial, que ni siquiera durmiendo con otras chicas podía olvidarlo. Nadie parecía hacerme sentir completa como ella lo había hecho.

No lograba entender por que nada parecía funcionar. Aunque si tenía por seguro una cosa.

Ninguna de ellas era Camila.

Ninguna tenia esos ojos marrones que parecían ver mas allá de lo que en realidad estaban mirando. Camila me había hecho sentir entendida, sin siquiera tener que decir palabras. Ninguna sonreía como ella. Ninguna tenía ese tipo de risa escandalosa que te obliga a reír junto con ella. Ninguna me hacía querer abrazarla y a la vez, hacerla mía.

Como dije.

Ninguna de ellas era Camila.

Y eso significaba solo una cosa. Nadie iba a poder reemplazarla, ni siquiera igualarla un poco. No iba a ser tan fácil arrancar sus recuerdos de mi.

Y eso es a lo que mas le temía.


Desde nuestra charla, habíamos decidido que Normani se mudaría a mi apartamento al menos durante el tiempo que demorara en completar su mudanza al piso nuevo.

Ahora ya no convivia con el vacío y el silencio de volver a una casa inhabitada. Ahora la soledad que antes sentía había sido reemplazada por charlas nocturnas con mi amiga antes de dormir, algunos desayunos compartidos y muchos pero muchos llantos a todas horas por parte de la pequeña Lía.

Amaba a mi sobrina, pero... ¡Por dios! ¿Que tanto puede llorar una niña tan pequeña? Bueno, la respuesta era mucho, y si me preguntan cuándo, yo diría que todo el tiempo.

Podía despertar con sus llantos a las nueve de la mañana, así como también podía despertarme a las dos de la madrugada. Sabía que mi amiga era totalmente responsable y atendía a su hija en todo momento, pero a veces me daba pena y era yo la que me levantaba como un zombie en la noche a darle su biberón y volverla a dormir. No era tarea difícil, comparado con todo lo que hacía Normani, pero más de una vez puse en su boca un biberón vacío, en vez de tomar el que tenía su complemento; y otras tantas me dormía con ella en brazos intentando calmar sus llantos. Las primeras veces que eso pasó, mi amiga se había levantado asustada por no encontrar a su hija durmiendo a su lado y había puesto el grito en el cielo, pero luego de darse cuenta que era yo la que algunas noches me ocupaba de la pequeña Lía, ya iba directamente a buscarla a mi habitación y nos encontraba abrazadas bajo las mantas, en un sueño profundo.

Desde que tengo uso de razón, el tener hijos había sido mi mayor sueño. Cada vez compartía más tiempo con Lía, y estaba amando cada momento. Me encantaba verla reír cada vez que jugaba con ella. Aunque tenía claro que para ser mamá tenía miles de cosas por aprender.


Me había despertado cerca del medio día, estaba agotada. Lía había tenido una mala noche debido a cólicos, y nadie había podido dormir bien; así que había decidido permitirme descansar unas horas más, aunque se hiciera tarde. Me levanté de mala cara y me dirigí al baño para tomar una ducha. Desayuné algo rápido y me fui hacia el estudio, no sin antes dejar una nota para Normani, en caso de que llegara y yo aún no hubiera vuelto a casa.

Sabor a almendras -Camren-Where stories live. Discover now