CAPÍTULO 51

92 32 3
                                    

TRINIDAD

Mientras Bruno se acerca y me besa nuevamente, siento en el alma la batalla más grande que jamás he enfrentado.

Sus labios sobre los míos son tan suaves que no puedo resistirme a rosarlos, a saborearlos y cuando menos me doy cuenta, estoy respondiendo a su beso.

Me encanta tenerlo cerca, sentirme querida por alguien que sea dulce y bueno conmigo, que me respete y se preocupe por lo que siento y pienso.

A la vez me atemoriza la realidad de la distancia que nos separará. Saber que pronto volverá a Córdoba, a su trabajo, seguirá con su vida y yo seré una chica más, un capítulo del pasado que pronto olvidará.

En ese momento me doy cuenta que estoy cometiendo un error. No debí besarlo. Nunca debí permitirle avanzar.

Una culpa se apodera de mí, le estoy fallando a Dios, estoy dejando de lado mis convicciones y cayendo por un deslizadero que no tiene fin, o mejor dicho que sospecho cual será el final, una relación fallida que me romperá el corazón y me hará sufrir mucho.

Mientras lucho conmigo misma, las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas sin poder controlarlas.

Apoyo las palmas de mis manos sobre su pecho y lo empujo alejándolo de mí y cortando el beso que hasta ahora nos unía.

Bruno me mira sorprendido y confundido a la vez.

Siento que exige una explicación de mi parte cuando su rostro cambia drásticamente a una seriedad que me asusta.

Estoy por decir algo cuando se pone de pie y se aleja unos pasos de donde me encuentro.

Camina enfurecido, de un lado al otro como si estuviera conteniendo en su interior algo que no logro entender.

—¿Te diviertes? —dice con voz grave y seria rompiendo el silencio—. ¿Ya has terminado de jugar conmigo? ¿Ahora es cuando me rechazas y me mandas a volar?—Lo contemplo confundida y quiero preguntarle que pasa, pero antes de que pueda hacerlo exclama—. Bien Trinidad, te ahorraré el melodrama.

Me da la espalda y camina alejándose.

—Lucas tenía razón. Debí escucharlo—dice alterado y enfurecido. Lleva sus manos a la cabeza y peina su cabello entre sus dedos. Nunca lo había visto así.

Cuando me pongo de pie para alcanzarlo, Bruno ya se ha separado unos 20 metros del río y camina hacia su auto.

No entiendo nada.

¿Qué tiene que ver Lucas en todo esto? ¿Por qué se puso tan molesto? ¿Qué hice para alterarlo tanto?

Me quedo allí frustrada y con miles de preguntas mientras lo veo alejarse a gran velocidad y dejando una gran polvareda a su paso.

—Dios mío, ¿Qué acaba de pasar? —exclamo mirando el cielo.

Unos minutos atrás me encontraba disfrutando de sus besos y rodeada por sus brazos, y ahora el vacío y el silencio me estremecen por completo.

Comienzo a caminar hacia mi casa.

Los cuatro kilómetros se hacen demasiado extensos. 

En mi mente una mezcla de emociones y sentimientos bombardean mis pensamientos y me confunden. 

Mi cuerpo se siente golpeado y adolorido como si realmente hubiera tenido un duro combate.

Con el último aliento llego a casa, abro la puerta y me dirijo a mi cuarto. Me tiro sobre el colchón, abrazo mi almohada y allí en el silencio, en la soledad... me permito llorar.

Lloro de impotencia, de dolor, de miedo, de frustración.

Lloro sin entender que hice mal, sin entende que le pasó a Bruno...

Lloro hasta quedar exhausta y me quedo dormida. 

Un lugar olvidado (COMPLETA)Where stories live. Discover now