CAPÍTULO 33

97 35 3
                                    

TRINIDAD

— Te acompañaré.

<¿Acaso estoy loca? ¿Qué acabo de decir?>

Mientras intento explicarle a mi madre que no se cuando regresaré a Alpa y lo que ha sucedido desde que salí de casa esta mañana, cada palabra me parece completamente una excusa. ¡Si una excusa que estoy diciendo para justificar mis decisiones de pasar todo el día al lado de Bruno!

Lejos quedó mi declaración de esta misma mañana de alejarme de él, de intentar relacionarme lo menos posible, y de no enamorarme.

Mas de seis horas a su lado y las que restaban aún por compartir, eran una prueba fehaciente de que había perdido todo rumbo.

Las palabras habían salido de mi boca sin control.

Quizás me dio pena ver su rostro angustiado y escuchar que su padre estaba mal. Quizás un poco de curiosidad de como es su familia, y era una buena oportunidad para conocerlos. O simplemente prolongar el tiempo a su lado, que debía reconocer que hasta el momento había sido agradable, y había disfrutado cada charla y minuto compartido.

— Gracias por acompañarme— dice Bruno mientras el auto acelera por la ruta rumbo a la ciudad de Córdoba.

— Espero que tu padre esté bien.

— Yo también. Ha estado trabajando demasiado. Imagino que el estrés y las preocupaciones son las causantes de este episodio— me explica—. El año pasado tenía que jubilarse, pero decidió permanecer un año más en su cargo para terminar de resolver unos asuntos internos que necesitaban su intervención.

— Parece que ama su trabajo.

— Así es. Muchas personas trabajan solo para tener un sueldo con que pagar sus gastos. Mi padre, trabaja porque tiene la convicción que haciendo lo que hace, el mundo es un lugar más seguro y mejor donde vivir.

No conozco a este hombre, pero ya me cae muy bien. Las personas que tienen altos ideales y luchan por ellos siempre me han atraído. (Como Bruno)

— Lamento que sus ideales nunca se hayan cumplido —agrega Bruno con pesar —. El mundo está cada vez más corrupto y destruido, aun las fuerzas policiales están corrompidas. Siento que dio tanto esfuerzo y años de trabajo en vano. Como si luchara contra una corriente que arrasa con todo a su paso, hasta con su salud.

— No creo que todo su trabajo haya sido inútil. Sino fuera por lo que ha hecho, seguramente hoy Córdoba estaría mucho peor.

Bruno me mira durante unos segundos antes de regresar su vista a la carretera.

—¿Siempre eres tan optimista? ¿Por qué tu mirada del mundo y las personas siempre termina siendo positiva?

— No siempre es así Bruno... Solo intento reconocer las cosas buenas que Dios permite y las personas que utiliza en sus planes. Sé que mucha gente es mala y corrupta, no creas que vivo en una caja de cristal, pero también hay gente buena, hijos de Dios que intentan vivir de una manera diferente a lo que dicta el sistema. Gente que se esfuerza por vivir haciendo el bien a los demás.

— ¿Y yo en qué lugar estaría? ¿Acaso soy de los malos y corruptos por no creer en tu Dios?

La pregunta de Bruno me deja en shock. ¿Qué le debo responder? ¿Por qué mejor no me quedé callada? De golpe, Dios vuelve a darme la oportunidad de testificarle. Quizás este largo viaje, después de todo tenga un buen propósito.

— Creo que, si creyeras con fe en Jesús, podrías ser una persona de tanta utilidad en las manos de Dios. Tienes un buen corazón Bruno, solo que tus motivaciones muchas veces son las incorrectas —respondo intentando no ser tan dura en mis palabras.

— ¿Motivaciones incorrectas?

— La razón por la que realmente haces las cosas.

— ¿Y cual crees que es la razón por la que hago lo que hago?

<¡Trinidad cierra la boca!> me digo mentalmente.

— ¡Vamos! Ahora no te quedes callada. ¿Cuál crees que es mi motivación?

Hago unos segundos de silencio, pidiendo sabiduría a Dios para decir algo correcto y justo.

— Creo que buscas ser de los buenos, pero de la manera incorrecta.

Bruno suelta una carcajada.

— ¿Y cual sería la manera correcta?

— Dejando que Dios transforme tu corazón. Pidiendo perdón por tus pecados y admitiendo que no puedes ser bueno por tus propios medios.

— Así que, si Dios no cambia mi corazón, ¿soy de los malos? —pregunta nuevamente.

— La Biblia nos dice que todos somos malos. Todos hemos pecado y fallado en nuestras acciones, pensamientos, decisiones. Eso nos separa de Dios y nos hace ser sus enemigos. Solo aquellos que reconocen su condición y su imposibilidad de hacer el bien y decidir lo bueno, solo aquellos que claman por perdón y redención, solo esos reciben la Gracia y el perdón de sus pecados y son hecho hijos de Dios.

Bruno se queda pensativo por unos segundos.

— No lograrás convencerme.

— No estoy tratando de convencerte. Simplemente respondo a lo que me preguntaste.

— ¿Por qué siempre terminamos hablando de esto?

— ¿De qué?

— De Dios, de tu fe, del pecado y todo eso.

— Quizás sea que Dios está interesado en salvar tu alma y sigue dándote oportunidades.

Otro silencio vuelve a invadir el auto.

Unos mensajes entran en mi buzón.

Al desbloquear la pantalla hay varios mensajes de mi mamá.

Está preocupada.

No solo porque me encuentro a varios kilómetros de distancia de casa, sino por la compañía que tengo: Bruno Altamirano.

Imagino que cientos de cosas deben estar pasando por su mente y no puedo culparla, sé que tiene razón.

Quisiera que confiara en mí.

Su último mensaje afirma que estará orando y velando por mí. Sabe que Dios me protegerá, me pide que no me deje seducir por Bruno. Que no olvide que nada bueno puedo tener al lado de alguien que no ama a Dios.

— ¿Todo bien? — pregunta Bruno al verme leer los mensajes.

— Sí, es mi mamá.

— Lamento si te causé problemas con ella.

— Está todo bien. No te preocupes.

Luego de una media hora de viaje llegamos a la periferia de la ciudad. Bruno conoce bien las calles, el tráfico se hace más intenso mientras más cerca del centro nos encontramos.

Estaciona el auto en una playa junto a la clínica. Se comunica con su hermana para preguntarle en que piso y habitación se encuentra su padre, sin demorar nos dirigimos al tercer piso, habitación 358, donde se encuentra su familia.

Un lugar olvidado (COMPLETA)Where stories live. Discover now