CAPÍTULO 14

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Trinidad

Llamé a Cristóbal para avisarle que habíamos encontrado unas cajas en la vieja casona y que las revisaríamos con Bruno en la cabaña.

Todavía mi jefe no entendía que buscamos en estos viejos archivos, pero todo lo que tuviera que ver con el caso de Evaristo estaba autorizado sin problema.

Bruno tendría que explicarle de manera más detallada sus sospechas sobre este antiguo caso y su conexión con la muerte de Contreras.

La cabaña pronto se llenó de carpetas y papeles por todos lados.

Separamos cada archivo encontrado por fecha.

Buscábamos toda información del año 1979 a 81.

Dentro de ese período se había trasladado el puente colgante de hierro e instalado en el cañón. También se había casado Evaristo Contreras con Catalina, y por esa misma fecha sería el misterioso suicidio de esta desconocida mujer.

Una de las cajas tenía periódicos antiguos. Bruno se dedicó a hojearlo mientras yo clasificaba sobre la mesa, toda la información de nuestra fecha de interés.

—¿Quieres un café? —pregunta interrumpiendo el silencio que lleva minutos instalado en la cabaña.

—Sí gracias.

—Pondré a calentar el agua en el hervidor—dice Bruno caminando hacia la pequeña cocina—. Pilar me dejó algunas tazas aquí y café instantáneo, pero no tengo nada más que ofrecerte.

—No te preocupes, solo café está bien.

Sigo sacando carpetas

Leo algunos títulos y hojeo los contenidos.

La historia de todo el pueblo está allí.

¿Por qué nadie les dio valor a estas cosas?

Datos sobre los primeros habitantes, los terrenos y sus propietarios, el trazado de caminos.

Los archivos están escritos a mano y con una perfecta caligrafía. Quien los haya realizado, tenía la intención de que esta información trascendiera y perdurara.

Me quedé mirando toda aquella papelería en silencio.

¿Cuántas vidas había en esos documentos? ¿Cuántas historias escondidas y olvidadas? ¿Estaría allí esa muchacha que buscábamos? ¿Tendría alguna conexión con Catalina o Evaristo? ¿Por qué se quitaría la vida?

Bruno se acerca con la taza humeante y la extiende frente a mí.

— ¿Has encontrado algo? —pregunto mientras recibo de su mano el café.

— No— responde con frustración.

— Luego de revisar todos los papeles, creo que sería importante guardar estos archivos de manera ordenada y cuidadosa. Hay tanta información del pueblo y sus habitantes... no puedo creer que nadie tuviera interés en proteger nuestra historia.

— El pasado es cada vez menos valorado—dice Bruno a modo de reflexión—. Los jóvenes no se interesan por la historia, ni las raíces... solo piensan de manera egoísta en sí mismo y su futuro y lo que quieren alcanzar. Esta es la sociedad que tenemos. Sin cultura, sin raíces, sin valores...

—Sin Dios—suelto de repente y el rostro de Bruno cambia.

He estado esperando el momento de poder preguntarle sobre su fe. Me gustaría saber si es cristiano y si compartimos la misma pasión y amor por Dios.

No logro descifrar su mirada. Es una mezcla de asombro y sorpresa.

— El mundo sin Dios va en decadencia—sigo diciendo—. No creo que la educación, ni la cultura puedan corregir la maldad en el corazón del hombre.

Bruno se lleva su taza de café a la boca y toma unos sorbos.

No agrega nada. No dice su opinión.

¿Qué le pasa a este chico?

El silencio se vuelve a instalar y cada uno regresa a su caja de carpetas.

Al medio día, Pilar insiste en que me quede a almorzar con ella y Bruno. Todavía no hemos terminado de revisar el contenido de todas las cajas, así que el tiempo de comida nos sirve de descanso, antes de continuar con la búsqueda.

Me adelanto a la casa y mientras me lavo las manos en la cocina, Pilar pregunta intrigada

—¿Han encontrado algo?

— Muchas cosas—respondo con ánimo—, pero nada referente al suicidio... estos documentos deberían estar en el museo de Alpa, junto a toda nuestra historia. No llenos de humedad.

— Quizás después de seleccionar lo más importante y trascendental, decidieron a guardar todas estas cajas.

—¿Guardar?... ¡más bien desechar! —exclamo fastidiada—. Creo que las cosas que no se quieren contar sobre nuestro pueblo están guardadas en estos archivos.

— Solo espero que encontremos alguna información sobre la joven que saltó 40 años atrás—dice Bruno sentándose a la mesa.

— Serviré la comida— anuncia Pilar mientras se aleja.

— Si quieres irte después de comer, eres libre de hacerlo—dice Bruno levantando la mirada— terminaré de revisar las carpetas, es mi trabajo, no quiero abusar de tu amabilidad.

— No te preocupes, te cobraré cada hora extra— afirmo con seriedad—, además, estoy intrigada con todos esos papeles... es mi pueblo, mi historia la que se encuentra en esos documentos.

Bruno sonríe.

— Bien, si es lo que quieres...— hace una pausa y luego pregunta—¿Cuánto hace que vives en Alpa?

— Desde que tenía 2 años.

— ¿Y cuantos años tienes ahora?

—24 —respondo

— ¿24? ¡Pensé que tenías 18! —exclama sorprendido. No es el primero que me dice que no aparento mi edad.

Bruno se queda en silencio unos segundos.

—¿Es muy importante este lugar para ti?

— Por supuesto, es mi hogar, mis raíces están aquí. Mis bisabuelos vivieron toda su vida en esta tierra, así que, Alpa Corral corre por mis venas— digo de manera exagerada y Bruno vuelve a sonreír.

— Bien. Entonces continuaremos después de almorzar.

Un lugar olvidado (COMPLETA)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz