CAPÍTULO 42

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BRUNO

—¿Puede servirnos otra cerveza? Esta vez pago yo—le digo al oficial vestido de civil sentado a mi lado.

El mesero rápidamente carga dos vasos de espumosa cerveza rubia y los pone frente a nosotros.

Lucas asiente con su cabeza a modo de agradecimiento.

—Es un buen lugar para relajarse y despejarse después de un largo día de trabajo—comento mirando a mi alrededor el salón lleno, en su mayoría, de hombres solos o sentados de a dos en las pequeñas mesas.

—Cuando vives en un pueblo no tienes demasiadas opciones, pero intentamos distendernos cuando podemos.

—Pilar no dudó en recomendarlo cuando le pregunte donde podía tomar un trago.

—Te lo dije, no hay demasiadas opciones.

Los dos reímos.

Lucas se termina su segundo vaso y levanta su mano haciendo señas al cantinero que le traiga otra. La mía permanece casi llena, no quiero emborracharme con él y perderme la oportunidad de sacarle alguna información.

—No me caíste bien apenas te conocí Bruno— confiesa—nada personal. Solo saber que venías a hacer nuestro trabajo...

—Lo entiendo, a nadie le gusta que pisen su territorio, de verdad lo siento, no fue mi intensión, solo hacía mi trabajo, al igual que ustedes.

—Sí, el responsable termina siendo el intendente—aclara mientras levanta el vaso para tomar otro trago de su nuevo vaso lleno— no confía en Reinoso.

—¿Tiene motivos? —me atrevo a preguntar.

—Diferencias políticas digamos, porque Reinoso y Raúl su padre son íntimos de Lorenzo Casto, el antiguo intendente de Alpa reelecto en varias oportunidades, hasta que...

— Cristóbal le quitó su puesto— agrego completando su frase.

—El hombre estaba demasiado viejo para seguir en el cargo, todo el pueblo lo sabía—dice apoyando su espalda contra la silla de manera relajada—, pero antes de salir de la intendencia, Raúl se encargó de poner como comisario a Fabián, digamos como agradecimiento a su amigo—agrega y sé que nuestra charla se ha encaminado hacia el lugar correcto—. El nuevo intendente tenía otros planes para la comisaría, pero no le quedó otra alternativa.

—De todas maneras, supongo que Fabián sabe bien el manejo de la comisaría por la experiencia de su padre.

—Debería ser así, pero el hombre no tiene idea. Siempre fue un nene de papá que hizo lo mínimo e indispensable como oficial, nunca tomó un caso real y hasta dudo de que aprovara el exámen de la academia sin la coima de su padre.

Me río ante su declaración para seguir creando un ambiente distendido.

— Creo que llama a su padre todos los días para preguntarle que hacer—agrega Lucas riendo y terminando el tercer vaso de cerveza.

—¿Te puedo preguntarte algo?

—Dime.

—Sobre el caso de Contreras, ¿crees que Reinoso ha hecho todo lo necesario para resolverlo?

El oficial se sienta derecho en su silla y cambia la actitud de manera abrupta.

—El hombre no es muy listo, pero Evaristo era su familia, son muy unidos y queridos para él. Estoy seguro que si hubiera tenido alguna duda jamás se habría cerrado el caso.

—¿No es sospechoso que tan rápido se dictaminara un suicidio? ¿Por qué no investigar un poco más? Con mayor razón si son su propia familia.

—Yo no cuestiono, solo obedezco—agrega—. Tendrá su información privada que le confirmó lo que muchos se niegan a creer.

—¿Conocías a Evaristo? ¿Realmente crees que saltaría del puente sin un verdadero motivo? He investigado y el hombre tenía una buena vida, un buen pasar económico y salud, ¿porque terminar así sus días?

Lucas se queda callado y dudando. Temo que se levante y marche de un momento a otro.

Levanto la mano de inmediato hacia el mesero y pido una nueva ronda para los dos.

—Es muy buena la cerveza de aquí—comento terminando mi vaso antes de que el mesero llegue con dos nuevos. Tengo que retenerlo un poco más. Si algo puedo asegurar, es que Lucas sabe más de lo que quiere decirme.

—Escuché por ahí que Trinidad desapareció tres días del pueblo y al mismo tiempo se supo de tu marcada ausencia—suelta acomodándose en su silla—. No creo demasiado en las coincidencias, así que debo suponer que se fueron juntos.

Me incomoda que ahora soy yo el cuestionado. 

Quiero decirle que no le interesa y que no tengo que darle explicaciones, pero si deseo continuar con la charla tengo que ganarme su confianza. Además, no quiero que el nombre de Trinidad se manche pensando cualquier cosa incorrecta. Así que me dispongo a explicarle.

—No es lo que piensas. Nada ha pasado entre nosotros. Me acompañó a un interrogatorio a Alta Gracia, y luego a Córdoba porque mi padre tuvo un infarto, pero todo fue absolutamente laboral—termino diciendo y espero que mis argumentos hayan sido suficientes.

Lucas me mira en silencio por unos segundos.

Estoy a punto de volver a hablar cuando se adelante a decir:

—Te creo. Conozco a Trinidad desde hace años.

Vuelve a tomar el vaso en sus manos y le da un largo sorbo.

Me quedo confundido ante sus palabras, ¿Qué quiso decir realmente? ¿Es buena o mala su afirmación? Estoy a punto de preguntarle cuando solo me da la respuesta.

—Ten cuidado con Trini—dice levantando su mano y señalándome con el dedo índice—. Parece una niñita dulce e inocente... Le encanta que la cortejen, que se enamoren de ella y luego... cuando te tiene en la palma de la mano, cuando estás hechizado por su belleza y encantos...—declara arrastrando las palabras por el efecto de la cerveza— cuando quieres avanzar... estar con ella... te manda a volar.

Y cuando suelta la última frase se detiene mi corazón por un instante. 

Estoy hechizado, me estoy enamorando, estoy pensando en avanzar... ¿seré su próxima víctima?

Seguramente ella tendrá su propia versión de los hechos, sin embargo, una extraña sensación me recorre el cuerpo. ¿Está jugando conmigo? ¿Es capas Trinidad de una cosa así? No puede ser verdad.

Un lugar olvidado (COMPLETA)Where stories live. Discover now