CAPÍTULO 13

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Bruno

Cuando sonó el despertador a las siete, asomé mi nariz por la ventana y al ver todas las calles embarradas, deseché la idea de salir a correr.

Regresé a la cama y caí profundamente dormido.

Un canto insistente de dos calandrias en un árbol cercano me despertó, trayendo a mi mente una imagen de mi niñez en casa de mi abuela materna, quien tenía una gran jaula con muchas aves, y entre ellas dos calandrias que cantaban tal como las de la ventana.

Desde la cabaña podía sentir el olor a pan casero.

Miré el reloj y eran pasadas las 8.

De un salto salí de la cama y me vestí con un jean y una camisa a cuadros mangas largas.

Pilar tenía el desayuno listo cuando me presenté en el comedor.

—Buen día Bruno. ¿Has descansado?

—Sí, como un bebé. Al principio me costaba el silencio, pero creo que mi mente está contenta con dormir sin interrupciones.

Pilar sonrió mientras traía la jarra de café a la mesa.

—¿Quieres leche?

—No, solo está perfecto.

Miré con ansias ese pan blanco y esponjoso que cortaba en rodajas, estaba seguro que si seguía comiendo así terminaría subiendo un par de kilos en estos meses en Alpa.

La mermelada casera de duraznos estaba exquisita. Creo que los de Orieta y Mermeladas Raulito deberían pedirle la receta.

—Si no te molesta, me gustaría acompañarte a la comisaría.

—No es molestia. Creo que me vendrá bien su ayuda, no he ganado la amistad de nadie en ese lugar.

—Son buenas personas, tienes que darte la oportunidad de conocerlos. Reinoso es un perro gruñón, pero su familia ha sido la encargada de la seguridad del pueblo por décadas y nunca hemos tenido problemas.

—Habrá dos meses de oportunidades cuando tengan que tomar mis clases... allí podré conocerlos bien.

—Buscaré un abrigo y nos vamos.

Mientras devoraba una gran rodaja de pan, repasé mis tareas de ese día: Conseguir los datos sobre el caso comentado por Pilar, y entrevistar a Julián Contreras y Catalina.

Si quería avanzar en este caso debía ponerme en acción.

Sentía que estos dos primeros días había sido como unas vacaciones de descanso. No puedo negar que realmente necesitaba dormir y frenar un poco con la rutina, pero mi principal objetivo es encontrar a responsable de la muerte de Evaristo.

Mi teléfono vibró insistentemente en el bolsillo interrumpiendo mis pensamientos.

—Hola mamá—dije aceptando la llamada.

—Hola cariño, ¿Cómo estás?

—Bien. Desayunando.

—¿Estás comiendo bien?

—Super bien. Pilar es una excelente cocinera y me hará engordar.

—Me alegra escucharte decir eso. Me preocupaba que estuvieras en un hotel de esos que la comida es frita o recalentada.

—No te preocupes por eso, aquí hace todo casero, y soy el único inquilino, así que me atiende como a un rey. ¿Ustedes bien?

—Sí, tu padre salió temprano al edificio y las chicas desayunando para ir a la facultad.

Un lugar olvidado (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora