62: Deuda ancestral

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Entretanto, Sophia levantaba una barrera de agua junto a su padre, la hicieron lo más extensa posible para poder capturar a los demonios y darles tiempo a los brujos para concentrar sus aquelarres. Mientras, los Melusinos apoyaban a los brujos, humanos y elfos que cayeron a las profundidades del océano. Las bombas humanas eran lanzadas con ayuda de los poderosos elfos hacia la jaula provisional de los príncipes demonios.

— Padre, deben ejecutar "quimioterapia" — habló Sophia a duras penas —. No podremos inmovilizar a los demonios por mucho tiempo — explicó, observando los agujeros de la barrera.

Urian sabía que su hija tenía razón, pero se negaba a dejar de luchar sabiendo que si lo hacía estos seres demoniacos alcanzarían a su esposa e hijo que intentaban llegar a la superficie.

— Yo puedo, hija. Ve con tu madre y hermano, ponla a salvo junto a Aitanay.

— ¡No voy a dejarte solo, papá! — gritó Sophia —. Si vamos a morir, moriremos juntos. Haremos tiempo para que ellos lleguen a la superficie junto a Aitanay.

El rey de Melusina le sonrió con melancolía, había criado a un maravilloso ser.

— Nadie morirá hoy y menos bajo mi supervisión — declaró firme, Aitanay.

Padre e hija voltearon confusos y asustados por la voz que habían escuchado. Ellos sabían que era algo imposible, tan imposible como que ella tuviera su cola otra vez. Ninguno podía creérselo o explicárselo. Aitanay no los dejó ni pensar, atrayendo a una gran tormenta eléctrica que potenciaría la barrera que había levantado su padre y hermana.

Sophia, tu poder no solo se limita a controlar el agua, puedes controlar sus estados— era la voz del espíritu del Mar. Volteó a ver a su hermana, ella no dejaba de observar y controlar el cielo con sus manos —. Solidifica la barrera, llénala de picos de hielo por dentro— Sophia confió en el Mar, se concentró y direccionó su poder para solidificar la barrera en cuanto la tocara.

En cuanto la barrera mortal estuvo hecha, el rey y princesa protectora con su poder comprimieron más el espacio para herir a los demonios. Aitanay seguía lanzando rayos dentro de la cárcel provisional para evitar que se escapen por la cima de la barrera. Si lo intentaban se electrocutarían por las nubes que lo protegen.

Pocos brujos, elfos, melusinos y humanos seguían con vida, los mortales tenían muchas bajas en sus filas, la única opción que tenían para sobrevivir era volver a enviar a los demonios al tártaro nuevamente y para ello necesitaban a un Dios para que selle el portal. No obstante, Sophia debía llevarle la cabeza de Mammón, y corría mucho riesgo si agrietaba la barrera para llegar a ese demonio.

— Necesito atravesar la barrera— explicó Soph. Su familia la observó como si hubiera perdido la cabeza.

— ¿Estás demente? Literalmente te estarías metiendo a la boca del demonio— espetó su hermana mayor.

— Poseidón me pidió su cabeza, es parte del trato — replicó.

— No, no, no. No hay forma, Sophia Scarlett — le gritó Aitanay —. Ahora debemos empujar la barrera al portal.

— Entraré con o sin tu apoyo, Aitanay. Los brujos ayudarán a empujar la barrera y los elfos la reforzarán junto a padre — Aitanay se negó una y otra vez, pero Sophia siguió con su plan.

— ¡Padre, di algo, por favor! — le pidió Aitanay. Pese a ello, Urian Scarlett comprendía a su hija, aunque le dolía en el alma, no podía interponerse entre su hija y nietas.

Sophia subió con ayuda del océano al límite superior de la barrera, la cual estaba siendo agujerada por dentro por la lava que salía de las bocas de los engendros del infierno. Dicha defensa no duraría mucho, tenían que enviarla al tártaro cuanto antes.

AMAR ENTRE REINOS [02]Where stories live. Discover now