Intrusos indetectables

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El transcurso al MIT fue tranquilo, casi como si fuéramos un trío de amigos normal y corriente, que viene de vacaciones exprés de un fin de semana. Pero no. Ojalá fuera eso. Nuestras vidas habían cambiado, tanto que estábamos en real peligro a partir de ahora.
—Chicos, estoy estudiando los sistemas de entrada y… luse complicado el Axeso. Dijo Sam, con un rostro de preocupación extrema. —Sí, lo será. Lo mejor es hacerlo antes de la última clase, en ese momento el campus se vuelve un caos con la gente corriendo y haciendo actividades deportivas, otros saliendo a casa o cualquier cosa. Ese es un buen momento para que Sam abra la escotilla que hay en el baño de mujeres.  —Espera, ¿cómo sabes que hay una escotilla en el baño de mujeres? Dijo Sam con el gesto fruncido. —¡porque Mark me mostró los planos también a mi ayer cuadno te estabas besuqueando con Luc!
Gritó Michael. —¡Luc y yo no estábamos haciendo nada! Le contestó Samantha en un tono molesto.
—Bueno, Michael. ¿Qué sigue luego de eso? Dije en voz alta para tratar de recobrar la conversación inicial.
—Sí, sí; bueno. Luego Luc tendrá que arreglárselas para entrar al baño de mujeres, sin que lo maten, meterse por la escotilla, y buscar las rejillas que los dejen en la oficina de rectoría. Yo estaré vigilando el perímetro por la zona del techo, y podremos comunicarnos por los trajes. Tendrán aproximadamente 10 minutos. Continuó Michael. —¿Y si nos descubren? Dije con voz preocupada.
—Já, já; Eso no debe y no pasará, querido amigo. Terminó de decir Mich, de forma muy tajante.
Ninguno de los 3 dijo más nada, porque estábamos entrando a las instalaciones del campus. Todo comenzaba a cobrar vida a nuestro alrededor. Desde los frondosos árboles, hasta los estudiantes que caminaban de forma despreocupada a sus aulas con el amanecer del nuevo día, el campus comenzaba a cobrar vida.
Nos dirigimos a nuestro salón, y todo transcurría con normalidad. Pero el miedo nos invadía. Sabíamos que estábamos por adentrarnos en una situación muy peligrosa. Sam no paraba de jugar con sus lapiceros y Michael. Bueno… el solo estaba jugando en su computador como todas las clases.
Miraba a mi alrededor; muchos alumnos con caras serias, poniendo extrema atención al profesor Ronald. Otros, absortos en sus pensamientos. Sí, justo como yo; y, bueno, realmente creo que Mich es el único con un carácter tan descarado para jugar wow en frente de la pizarra del profesor.
Todo parecía tan normal, tan tranquilo. Los faros iluminando el aula como cualquier otro salón común y corriente. Ahora que lo pienso más, creo que tanta normalidad me pone denervios. No es posible que tantos seres vivan sin tener ni la más remota idea de que dentro de donde estamos se gesta algo tremendamente terrorífico. Pero yo al menos hasta hace algunas semanas, era igual. Un chico con ilusiones que venía del extranjero para aprender y formarme como un gran profesional, con sus propias metas personales.
Sam, una chica tímida con un pasado duro. Buscando y ansiando tener la mayoría de edad para reencontrarse con su hermana, ahora estaba ansiosa mordiendo su cabello esperando que ese reloj pasara más lento, o más rápido.

El tiempo pasaba, y cada vez lucía maś cerca la hora. Hasta que, finalmente, llegó.
Nuestros relojes marcaron las 11:00 A.M. y los 3 sabíamos lo que había que ahcer. Nos miramos con gesto serio, para salir de forma apresurada. Caminando por lugares separados para tratar no tratar ser vistos como sospechosos.
Michael y yo nos pusimos los trajes en los baños, y salimos en cuanto nos percatamos que no había nadie. El voló rápidamente a las copas de los árboles camuflajeado con su capa. Vaya, realmente si sirvió de algo. Pensé para mi.
Yo me adherí al techo con un sistema inspirado en el de spider-man para sujetarme del techo, escondido en los colores grises y negros que pintaban el mismo mientras observaba a Sam, quien entraba de forma despreocupada al baño de chicas.
Todo se veía tan común, tan ordinario. Gente caminando de un lado a otro, sin saber que en la organización que estaban siendo formados se gestaba algo muy grande y extremadamente peligroso.
El primer beep en forma de vibración llegó a mi muñeca. Eso indicaba que Sam había logrado abrir el conducto de aire; casi llegaba mi momento. Un beep más indicaría que tenía que entrar.
Y llegó. Con velocidad me moví por el techo tratando no hacer ruido ni llamar la atención. Con un movimiento suabe
De mi mano abrí la puerta del baño de mujeres, y lo hice; Entré.
Con rapidez salté hacia el piso mientras me apresuré al cubículo donde había indicado que estaba la rejilla las pulsaciones por vibración de Sam.
Mas rápidas y cortas indicaban cerca, más largas y lentas indicaban lejos. Un gran sistema de localización, si me lo preguntan.
Lo encontré. Al mirar al techo estaba Sam, y una sonrisa que me trasmitió mucha paz, y esperanza. Sin perder tiempo, salto hasta allí y entro junto con ella. —Bien hecho, Luc. Dijo con una voz suabe. —Tu también, Sam. Respondí mientras cerraba la escotilla.
El lugar era de un grisáceo oxidado, con un olor a humedad muy intenso. En el ambiente. —Bueno, Sam. ¿Quién va al frente? Pregunté con rostro serio. —en serio, ¿Luc? ¿Esa es tu duda? Dijo ella que gateaba hacia un conducto tomando la delantera.
Yo la seguí tratando de ir despacio y con la mirada clavada abajo; —Vamos, Lucas, no tenemos todo el día. Dijo Sam. Levanto la mirada para confrontarla, al hacerlo la veo de espaldas y rápidamente regreso la mirada abajo.
—Voy, voy; refunfuñé. —Espera, creo que veo algo. Dijo con una voz apenas audible.
Ella sigue gateando y pasa por en cima de una rendija de aire. Ambos observamos, uno de cada lado. Al bajar la mirada, se ve una oficina, como cualquier otra. Con 3 hombres en un escritorio. Los 3 de edad avanzada, pero estaban flanqueados por 4 guardias exactamente idénticos a los que nos habían asaltado en mi departamento la última vez.
—¿Tienes los planos terminados? Preguntó un hombre mayor con voz ruda. —Sí, estamos en proceso. Contestó el que estaba a su lado derecho.
La habitación parecía muy común. Con el suelo de madera, el escritorio acabado en mármol, con muchos papeles regados sobre el y pequeños monitores situados en frente de cada hombre.
—Perfecto, entonces será mejor que los proyectes, ahora. Añadió el primer hombre. —Oh, eso puede esperar, dijo el tercero con voz sospechosa. —Tenemos invitados, añadió señalando la rendija por donde observamos Sam y yo-.

La prueba de amor de turing.Where stories live. Discover now