Ecos de un asalto

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Al llegar al apartamento de Sam, este estaba abierto, o, más bien, entreabierto. Lo suficientemente cerrado para que alguien común crea que lo eśta, si no pone demasiada atención, pero lo suficientemente abierto para que alguien como yo que viene a justamente, ver esto, se de cuenta que está abierto.

Miro un poco la puerta, y entro. —¿Sam, estás aquí?

El lugar está totalmente desordenado, con evidencias claras de una irrupción violenta. Los muebles están volcados, algunos de ellos con trozos arrancados como si hubieran sido destrozados en un frenesí. Los cajones de los armarios están tirados en el suelo, sus contenidos dispersos por todo el apartamento.

Varias lámparas han sido derribadas, sus bombillas rotas esparcen fragmentos de cristal que brillan ominosamente bajo la luz tenue. El marco de la puerta está astillado y roto, como si alguien la hubiera forzado con una fuerza desmedida.

El televisor de pantalla plana que una vez estuvo en la pared ahora yace roto en el suelo, su pantalla agrietada mostrando una telaraña de líneas negras. El cristal de las ventanas también ha sido roto, permitiendo que el frío viento de la noche sople a través del espacio y revuelva los papeles esparcidos.

El ambiente está cargado de una sensación palpable de violencia y caos, como si una tormenta hubiera arrasado el lugar. Es obvio que varias personas entraron con una fuerza desmedida, dejando detrás de sí un rastro de destrucción. Todo en el apartamento grita desesperación y temor. La ausencia de Sam es casi tangible, un vacío en el corazón de la destrucción.

Era evidente que Sam no iba a estar aquí. Pero, aún así me dirigí a su habitación. Al entrar, la cama estaba destendida, con muchas prendas sobre ella. Pero, en el armario se veía algo peculiar.

Me acerqué y vi una silueta.

Al abrir la puerta, puedo ver el cuerpo de Sam, tan solo cubierta por unos paños menores, a maniatada de brazos y piernas con una Soga y cinta que cubría su boca.

Le miré el pulso cardiaco y estaba viva, solo estaba dormida, seguramente por algún sedante muy fuerte.

La desato rápidamente, y la llevo a su cama, mientras la cubro con una manta, y salgo, para respetar lo más posible, su privacidad.

Mientras espero que Sam despierte, llamo a Michael.

—Hola, Mich; Oye… yo se que estarás ocupado, pero necesito que vengas de urgencia al apartamento de Sam. Algo muy malo a ocurrido. No se escucha nada por unos instantes, hasta que luego de unos segundos Sí, estoy allí en unos minutos.

Colgó la llamada.

Yo seguí mirando el lugar, buscando alguna pista que me diga quien hizo esto, pero no había nada. Era un plan perfecto, entrar, hacer caos, y salir.

Empecé a escuchar ruidos provenientes de la habitación, y me acerqué a la puerta. —¿Sam, estás bien?

—¿Lu, luk? ¿Eres tú? Preguntó Sam aún adormilada por el sedante. —Sí, Sam. ¿Puedo entrar? —S,s sí. Respondió en una voz muy tenue.

Al abrir la puerta, el escenario era un poco mejor, Sam cubierta con las sábanas que había sobre su cama, al verme, se ruboriza bastante. —no te preocupes, todo está bien ahora. Estabas dentro del armario, yo te cubrí con ellas. Tranquila. ¿Quieres hablar sobre lo que a pasado?

Mientras terminaba mi frase, se escuchó como la puerta del departamento se abrió de la nada.

La prueba de amor de turing.Where stories live. Discover now