Capítulo 30-El Precio del Dominio

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Nada es imposible, solamente no se ha logrado aún...

Es importante mencionar que todos los derechos de autor de Harry Potter pertenecen a su autora, J.K. Rowling. Este fanfic es simplemente una adaptación de su historia y no pretende ser otra cosa.

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—Vaya, vaya, vaya...

La figura gobernadora del umbral entre la vida y la eternidad comenzó a manifestarse en los ojos esmeralda de Harry. Las sombras que la rodeaban lo envolvieron con un frío gélido que desafiaba toda lógica y existencia.

—Otro Peverell viene a mí...

Harry abrió sus ojos con sorpresa. Frente a él, se encontraba una mujer incomparablemente bella. Si su figura era alta y esbelta, envuelta en un vestido oscuro que fluía como la misma noche, estaba dotada de una elegancia sobrenatural. Su largo cabello negro, como las sombras de la noche, caía en cascadas sobre sus hombros en un misterioso y seductor despliegue.

Sus ojos, profundos y penetrantes, eran de un tono que parecía reflejar la vastedad del cielo nocturno y estaban llenos de un conocimiento antiguo y secreto. Sentía que podía leer los pensamientos más oscuros y ocultos de aquellos que la miraban, y Harry sabía que podía hacerlo.

Su piel pálida, casi translúcida, parecía brillar con una suave luminiscencia, como si estuviera imbuida de una energía trascendente. Cada gesto y movimiento que realizaba era tan fluido y sin esfuerzo que parecía deslizarse en el aire como una sombra esquiva.

Sus labios, de un rojo intenso, estaban enmarcados por una sonrisa enigmática que mezclaba la seducción con el peligro. Era una sonrisa encantadora y aterradora al mismo tiempo, reflejo de su dominio sobre el destino y el inexorable paso del tiempo.

Su mirada era hipnótica, y aquellos que se atrevían a encontrarse con ella siempre quedaban cautivados por su presencia irresistible. Era una figura de poder y autoridad, capaz de tomar decisiones que afectaban la vida de los mortales y la eternidad misma.

Alrededor de ella flotan símbolos de la muerte y el misterio: un reloj de arena que marca el tiempo inexorable, una guadaña que representa la cosecha de almas y una corona de flores marchitas que simboliza la fugacidad de la vida.

A pesar de su belleza y seducción, se percibe un aura de peligro y fatalidad que la rodea. Su mirada, cautivadora pero inquietante, también refleja una indiferencia hacia los mortales. Es como si estuviera siempre al borde del abismo entre la vida y la muerte, y aquellos que se acercan demasiado podrían ser arrastrados hacia la oscuridad de su abrazo.

Harry pudo sentir cómo el frío gélido que la rodeaba se intensificaba, envolviéndolo en un escalofriante abrazo. Aunque sentía una atracción inexplicable hacia ella, también sabía que debía tener cuidado, pues su presencia representaba un insondable enigma y un destino incierto para quienes se aventuraran a cruzar su camino.

—¿Q-quién eres? —preguntó Harry con el ceño fruncido.

—Soy el ser de quien tu antepasado escapó, querido —rió entre dientes con una suave risa—. Soy el destino inevitable al que todos llegarán, sin importar lo que hagan.

—Y supongo que mi presencia aquí tiene que ver con tu trabajo —murmuró Harry con perspicacia.

—¿Cómo dicen los magos de tu escuela? Oh... 10 puntos para Slytherin —Muerte murmuró con una sonrisa burlona—. Sí y no, Harrison. Eres un Peverell y supongo que sabes lo que eso significa... ¿no?

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