Capítulo II

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Capítulo 2

Fue difícil sacar a Dan del hospital después de que la anciana se despidiera. Jaekyung no entendía porque había hecho ese show, lo mejor hubiese sido morir en silencio. Ahora por su culpa, debía cargar con un omega sensible a cuestas.

-Si sabes que no está muerta, ¿verdad?

-Eso no importa, ella cree que morirá.

-No sé si lo sabes pero aunque supere el cáncer, el tratamiento funcione o lo que sea, igual va a morir en algún momento.

Dan lloró más fuerte.

Jaekyung solo intentaba consolarlo.

-Deja de llorar, Kim Dan, o juro que patearé tu trasero.

No le parecía lógico que un jodido hombre adulto estuviese llorando todo el tiempo. Jesús. Era demasiado patético. Para ser alguien que no había vivido más que calamidades, Dan no era del tipo que se enfrentaba a la situación con la frente en alto y la fuerza adquirida, más bien gimoteaba y lloraba hasta que alguien como él fuese en su ayuda.

Omega débil y estúpido.

Dejó a Dan en paz por varias horas. Las suficientes para que se calmara y no tuviese una crisis de llanto incontrolable durante el sexo. Por la noche, después de que el omega hubiese tomado una ducha y dormido algunas horas fue hasta su cuarto y reclamar aquello por lo que tanto le pagaba.

Jae se quitó toda la ropa y se subió sobre él alzando su camisa. Los pezones de Dan se dispararon en cuanto sintieron el roce de los dedos de Jaekyung, su cuerpo era cada vez más consciente de su cercanía y no entendía como se había hecho tan adicto a un omega cualquiera con cero experiencia.

-Dan, despierta. Date la vuelta. - Lo hizo sin quejarse, con el sonrojo visible en sus mejillas y el cuerpo tembloroso-. Ábrete para mí, así como te gusta. Ya que pasaste todo el día lloriqueando, no pudiste prepararte para mí como lo prometiste. Ahora tengo que hacerlo yo.

Jaekyung se reía cada vez que tocaba el punto sensible de Dan y este saltaba ante las sensaciones desconocidas. Al principio de su relación laboral, le preguntó si había estado con alguien antes y la pequeña perra mentirosa había afirmado tener experiencia.

Sí, claro. Lo que Dan tenía en experiencia sexual, Jaekyung lo tenía en tolerancia. ¿Cómo creyó que no se daría cuenta sobre eso?

-Ah -gimió apretando los labios. Aún se avergonzaba por soltar aquellos ruiditos que volvían loco a Jeakyung, su actitud mojigata solo provocaba que estuviese más desesperado por enterrarse en su agujero.

-¿Quieres que pare, Dan?

-N-no. Ah, señor...-con cuidado se inclinó sobre sus dedos enterrándolos más en él. Cada vez se sentía más libre de actuar por su cuenta, eso le gustaba. -Ya estoy listo... p-puede ponerlo.

-¿Seguro? -preguntó moviendo los dedos con mayor fuerza para hacerlo gemir aún más fuerte.

-¡Sí!

Dan siempre le había causado mucho placer, no había nadie más capaz de complacerlo como él lo hacía. Pero Jaekyung no era tan miserable como él creía, aunque disfrutaba de sus encuentros la pasaba mejor cuando Dan parecía querer tanto placer como él.

No tuvo cuidado al meterse en su agujero. Ni siquiera le dio tiempo de recuperarse y respirar profundo, solo comenzó a embestirlo con fuerza deleitándose con los gritos y quejitos que soltaba Dan.

-Mierda, sí. -Jeakyung palmeó su trasero hasta dejar una marca roja ahí. Le dio la vuelta queriendo ver su rostro cuando este se viniera, pero ni siquiera eso fue posible porque se lanzó a beber de sus labios. Nunca le había gustado mucho besar a sus compañeros sexuales, pero la boca de Dan tenía algo que lo llamaba a comerla, devorarla como nunca antes lo había hecho con alguien más.

Del odio al amor - JinxWhere stories live. Discover now