Capítulo XXX

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—No se trata de ti, se trata de tu dinero.

Valentina sabía que esa treta le había funcionado antes, pero esa noche le dio igual.

Acortó la distancia que las separaba otro centímetro. Sus pechos se pegaron. Tenía los pezones duros bajo la tela escarlata y le rogaban que los liberase. Juliana jadeaba con fuerza, y su perfume se le subió a la cabeza.

—Sé que vas de farol, nena.

La cara de Juliana reflejó su absoluta sorpresa cuando Valentina apartó una mano de la pared para desabrocharse su vestido, quitarse los zapatos de tacón y después agarrarla de la barbilla con firmeza.

—Demuéstralo.

Se apoderó de su boca sin darle la oportunidad de pensar, de retroceder o de apartarse de ella. Invadió su boca, introduciendo la lengua en esa sedosa cavidad antes de succionar con fuerza la carne húmeda que encontró.

Valentina la agarró de los hombros con un gemido ronco.

Acto seguido, explotó.

Juliana levantó las manos y le enterró los dedos en el pelo, sujetándole la cabeza mientras le devolvía el beso y exigía a su vez. Comenzó a mover las caderas mientras el sabor y el olor de Valentina se apoderaban de ella como una droga.

El deseo contenido tanto tiempo se extendió por su cuerpo, abrasándole la piel.

Se moría por saborearla, por sentir sus manos mientras Valentina la desnudaba y la tomaba allí mismo, contra la pared, y se deleitó con esa apasionada respuesta, tan distinta a su habitual y rígido control.

«Control», pensó. En su cabeza sonó una alarma que atravesó la neblina sexual que le abotargaba el pensamiento.

Valentina había estado bebiendo. Si las interrumpían, podría alejarse de ella con una explicación plausible de por qué no sería una buena idea echar un polvo.

Se sintió consumida por la certeza de que ya lo había hecho en dos ocasiones distintas, de modo que apartó los labios de su boca y le dio un tirón del pelo de la nuca. Valentina levantó la cabeza. Parpadeó como si acabara de salir de un profundo sueño y Juliana captó la expresión interrogante de sus ojos.

Juliana se obligó a decir lo único que no quería decir.

—No creo que sea una buena idea.

Contuvo el aliento mientras esperaba que Valentina retrocediera, mientras esperaba que su cabeza se despejara, mientras esperaba que le diera la razón. Al verla sonreír se llevó la segunda sorpresa de esa noche. Fue una sonrisa peligrosa que prometía un placer indescriptible y un polvo salvaje.

—Me da igual.

Valentina la tomo por la cintura. Con una elegancia innata, subió la escalera y sin apartar la vista de los ojos de su esposa, la empujó al dormitorio de Juliana sin titubear.

Juliana no puso resistencia porque estaba disfrutando de cada instante.

Valentina la tiró sobre la cama y terminó de desnudarse. Se quitó las medias, el top deportivo y el bóxer con un rápido movimiento. Lo hizo todo mientras Juliana seguía tumbada en mitad de la cama, mirándola como si fuera su stripper privada.

No, era incluso mejor.

Era todo músculos perfectos y pelo dorado. Unas caderas estrechas con unos muslos duros, y  su sexo perfectamente depilado en el que se podía apreciar el liquido preseminal. Juliana se clavó las uñas en las palmas cuando su fantasía se reunió con ella en la cama y se pegó a su cuerpo.

Matrimonio por Contrato (Adaptación G!p)Where stories live. Discover now