Capitulo VI

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- New York Knick , claro. Es el único equipo que gana. Es el  único equipo que importa de verdad.-

Juliana inspiró y espiró varias veces, tal como le habían enseñado a hacer en clase de yoga. ¿Podía casarse con una seguidora de los Knick? ¿No sería como renunciar a su moralidad y a su ética? ¿Soportaría estar casada con una mujer que veneraba la lógica como a un dios y que creía que la monogamia era algo de cuentos de hadas?

—¿Juliana? ¿Estás bien?

Le hizo callar levantando una mano y siguió paseándose de un lado para otro mientras buscaba respuestas a la desesperada. Si daba marcha atrás en ese momento, no quedaría más alternativa que vender la casa. ¿Podría vivir consigo misma sabiendo que era demasiado egoísta como para sacrificarse por su familia? ¿Le quedaba otra alternativa?

—¿Juliana?

Se dio media vuelta. La impaciencia se reflejaba en la cara de Valentina. Esa mujer no toleraba muy bien los arrebatos emocionales. Por muy buena que estuviera, sería un incordio, al igual que lo fue de pequeña. Seguramente tenía programados los días minuto a minuto. Ni siquiera conocería el significado de la palabra «impulso». ¿Conseguirían vivir un año entero en la misma casa? ¿No se
despedazarían antes de que pasaran esos trescientos sesenta y cinco días? ¿Y si los Knick ganaban la Serie Mundial ese año? Tendría que soportar su cansina arrogancia y sus sonrisas. Por Dios…

La vio cruzarse de brazos.

—No me lo digas, eres seguidora de los Brooklyn Nets.

Se estremeció al escuchar el tono de voz con el que lo dijo.

—Me niego a hablar de baloncesto contigo. No te pondrás ni una sola prenda de los Knick cuando estemos juntas. Me da igual lo que te pongas cuando yo no esté cerca. ¿Entendido?

Se hizo el silencio. Se atrevió a lanzarle una miradita. Valentina la miraba como si su pelo se hubiera convertido en el de Medusa.

—¿Estás de broma?

Negó con la cabeza, encantada de poder hacerlo.

—No.

—¿No puedo ponerme aunque sea la gorra de los Knick?

—Tú lo has dicho.

—Estás loca —replicó

—Me da igual lo que pienses. Venga, dime lo que sea para no perder más tiempo.

En ese momento Valentina hizo algo que la pilló totalmente desprevenida y la dejó pasmada. Se echó a reír. Y no con una sonrisilla contenida o desdeñosa. No, con carcajadas resonantes. El sonido llenó la estancia y la hizo vibrar con su vitalidad. Juliana tuvo que contener la sonrisa, sobre todo porque la broma había sido a su costa. Joder, estaba para comérsela cuando se sacaba el palo que parecía llevar metido por el culo.

Cuando por fin recuperó la compostura, Nicki meditó el asunto y acordó una solución:

—Yo no me pondré nada de los Knick, pero tú también tienes que ceñirte a las reglas: nada de los Nets. No quiero ver ni una taza de café ni un llavero por mi casa. ¿Entendido?

Eso la irritó. De alguna manera se las había apañado para darle la vuelta a sus palabras.

—No estoy de acuerdo. No hemos ganado una serie mundial desde 1986, así que yo puedo ponerme mis cosas. Tú ya tienes bastante gloria… no te hace falta más.

Lo vio contener una sonrisa.

—Buen intento, pero no soy como las blandengues con las que estás acostumbrada a salir. Si no hay Knick, no hay Nets. O lo tomas o lo dejas.

—¡Yo no salgo con blandengues!

Valentina se encogió de hombros.

—Me da igual.

Juliana cambió el peso del cuerpo de un pie a otro y le costó la vida misma no apretar los puños. Era como un témpano de hielo. ¿Cómo era posible que se muriera de ganas de darle un mordisco aunque le recordara a la manzana envenenada que le habían ofrecido a Blancanieves?

—¿Y bien? ¿Quieres pensártelo durante esta noche?

Se mordió el labio, con fuerza, y se obligó a contestar:

—Vale. Trato hecho.

—¿Algo más?

—Supongo que eso lo cubre todo.

—No del todo.

Valentina hizo una pausa como si estuviera a punto de sacar a colación un tema delicado. Juliana se juró que mantendría la calma, pasara lo que pasase. Ella también podía jugar a su mismo juego. Sería una reina de hielo, aunque la torturara verbalmente. Inspiró hondo y volvió a sentarse, tras lo cual cogió la taza de café y le dio un sorbo.

Valentina juntó las yemas de los dedos e inspiró hondo.

—Quiero hablarte de sexo...

Matrimonio por Contrato (Adaptación G!p)Where stories live. Discover now