Capitulo VIII

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Un golpe certero.

Valentina se preguntó si sabía lo mucho que detestaba ese mote desdeñoso.
Al escucharlo ardía en deseos de zarandearla hasta que lo retirase. Ya lo odiaba de pequeña y los años no habían mitigado lo hiriente que le resultaba. Tal como hacía en aquel entonces, apretó los dientes y sobrellevó la irritación con una sonrisa.

—Sí, yo también me alegro. Pásate por aquí otro día. No vayamos a perder el contacto.

—Descuida. —Hizo una pausa—. Nos vemos.

 
En ese instante, Valrntina supo que se había equivocado. De parte a parte. Juliana Elizabeth Valdez podría ganar al póquer: no porque supiera cómo ir de farol, sino porque estaba dispuesta a perder.

También era increíble jugando a ver quién se acobardaba antes.

Juliana se dio media vuelta. Caminó hasta la puerta. Giró el pomo. Y…

—Ok, esta bien.

La palabra salió disparada de la boca de Valentina antes de que pudiera pensar siquiera. Algo le decía que si Juliana se iba, no llamaría después para decirle que había cambiado de opinión. Y, joder, era su única candidata. Un año de su vida no era nada comparado con el regalo que suponía un futuro en que ella haría lo que siempre había soñado.

Le resultó admirable que ni siquiera se regodeara de su victoria.

Juliana se limitó a volverse hacia ella para decirle con tono seco y profesional:

—Sé que el contrato no registra nuestro nuevo acuerdo. ¿Me das tu palabra de que te atendrás a las condiciones?

—Haré que redacten un documento revisado.

—No hace falta. ¿Me das tu palabra?

Su cuerpo vibraba por la energía. Valentina se percató de que confiaba en ella en la misma medida en que ella confiaba en Juliana. Sintió un aguijonazo de satisfacción.

—Te doy mi palabra.

—Entonces sellaremos el trato con un apretón de manos. Ah, y cuando se disuelva el matrimonio dentro de un año… mi familia no sufrirá por este engaño. Diremos que tenemos diferencias irreconciliables y fingiremos una separación amistosa.

—Podré soportarlo.

—Bien. Recógeme a las siete para ir a casa de mis padres y darles la noticia. Yo me ocuparé de todos los detalles de la boda.

Valentina asintió con la cabeza, aunque tenía la mente un poco abotargada tanto por la decisión como por la cercanía de Juliana. ¿Qué era el sutil aroma que desprendía su piel? ¿Vainilla? ¿Canela?

Contempló  que Juliana dejaba una tarjeta de visita en el escritorio de cerezo.

—La dirección de mi librería —dijo ella—. Nos vemos esta noche.

Carraspeó para decir algo, pero era demasiado tarde. Juliana ya se había marchado

Matrimonio por Contrato (Adaptación G!p)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant