Capítulo 2.2.1

235 41 7
                                    

Desde mi oscuro rincón apreté fuertemente entre las manos la necia carta que había
escrito. Cada palabra que oía únicamente servía para hacerme enfurecer y mostrarme lo memo e iluso que había sido con ese chico…

Cuando terminé de oír las palabras de JongIn ya no quedaba en mí ni una pizca de ese absurdo amor que le había profesado. Recordé todas las fastidiosas bromas pesadas que había aguantado por parte de mis compañeros sólo para poder acercarme a él, como que mi ropa de deporte se perdiera o se ensuciara en la taquilla del gimnasio, que mis libros desaparecieran, que mis apuntes fueran arrojados al retrete, que innumerables bolitas de papel volaran hacia mis enredados cabellos…, por no contar los tropezones, las zancadillas o los tirones de pelo que había sufrido en múltiples ocasiones.

Luego rememoré a todos los chicos que se alejaban de mí a toda prisa por los pasillos como si yo tuviera la peste, haciendo caer mi ya de por sí baja autoestima al creer que, aunque mi cuerpo hubiera cambiado, yo seguía sin valer mucho. Por último, me imaginé las risas que se habría echado ese tipo a mi costa y terminé de confirmar lo idiota que había sido al enamorarme de una persona como él, ya que, como mi hermano mayor me hizo saber desde un principio, los hombres perfectos no existen.

No me despedí de JongIn, ni siquiera me digné dirigirle unas palabras que le mostraran lo mucho que había sufrido por sus estúpidas acciones. ¿Para qué? Si apenas le importarían esos estúpidos sentimientos que indudablemente yo era el único que había tenido en toda esa historia.

Simplemente me despedí de mi idiotez tirando la estúpida carta a la papelera más cercana, donde desecharía todo lo que sentía por ese chico que me había demostrado que no se merecía mi amor. Y desde entonces pensé en Kim JongIn como en un error que no volvería a repetir y que siempre mantendría en mi mente para aprender cuál era el tipo de hombre del que no debería volver a enamorarme jamás.

El día que me enteré de la partida de los Do me llevé la paliza más grande de mi vida. Apenas recibí explicación alguna por parte de esos energúmenos antes de que comenzaran a hundir sus puños en mi cuerpo y, tras recibir sus duros golpes, supe que hasta ese momento tan sólo habían estado jugando conmigo.

Las únicas palabras que pude comprender de sus enfurecidos gritos eran que había hecho llorar a Kyungsoo. ¿Pero cómo? Si el dulce Kyungsoo no se había acercado a mí en todo el día… Supuse que su naricilla curiosa finalmente había captado algo que no debía, haciéndole darse cuenta de lo imperfecto que yo era, con la consecuencia de que su iluso enamoramiento se había roto con brusquedad.

Después de recibir algún que otro aleccionador golpe por algo que en realidad no era mi culpa, todos y cada uno de los hermanos Do se regocijaron explicando cuán lejos se encontrarían a partir de entonces, tanto ellos como mi adorado pelirrojo, de mí y de Andong. Así que finalmente comprendí que la familia de mi dulce Kyungsoo  volvía a mudarse y, por las sonrisas de los idiotas que me rodeaban, supuse que era a un lugar lo bastante lejano como para que nuestras vidas no volvieran a cruzarse.

Ése fue el momento en el que me di cuenta de que, como un completo estúpido, había dejado pasar mi oportunidad con ese pelirrojo que aún atormentaba mis sueños. Todo por la necia idea de que Kyungsoo era demasiado pequeño para amar de verdad, por el pensamiento de que nunca llegaría a apreciar al verdadero Kim JongIn, con todos y cada uno de sus defectos, y por minmeticulosamente planeado futuro, que ocupaba gran parte de mi tiempo en esos
instantes.

Cada una de esas especulaciones me había alejado de él sin que Kyungsoo llegara a darse cuenta de que yo lo admiraba a él tanto como él a mí cuando me observaba desde la distancia. Sabiendo que sus hermanos no me revelarían su paradero por nada del mundo y que las lágrimas que él había derramado solamente demostraban lo mucho que me odiaba en esos momentos, dejé que esos sujetos me golpearan a su gusto y me prometí a mí mismo no dejar marchar nuevamente a Kyungsoo si el destino decidía que nuestros caminos debían volver a cruzarse.

Pequeño bonus extra.

Errores que cometemos por idiotas, verdad Kim JongIn.

Gracias por leer, por sus estrellitas y comentarios.

Nos leemos de rato.

💋

Él vil principe (KaiSoo)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora