Capítulo 1

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Porque no pude resistir la tentación aquí está el primer capítulo jejeje.

Todos, en alguna ocasión, nos hemos enamorado de ese chico que a nuestros ojos es un príncipe perfecto, aunque en realidad pocos llegamos a darnos cuenta de que esto no es cierto. Me enamoré a los trece años del hermano mayor de uno de mis compañeros de clase, un chico unos tres años mayor que yo, por lo que nuestro amor a esa edad era simplemente imposible.

Se trataba de algo más bien platónico. Yo, un chico gordito, tímido, con gruesas gafas y un pelo que, para mi desgracia, era de un llamativo color rojo y que siempre llevaba estilo cazuela y que se encrespaba, amaba con locura a un muchacho al que observaba e idolatraba desde la distancia.

Kim JongIn, a sus dieciséis años, con sus rubios cabellos, sus intensos ojos cafes
y su seriedad, era un adolescente que hacía que todas y todos los jóvenes cayeran a sus pies. En mi opinión, era perfecto en todo: destacaba en los deportes, aunque prefería dedicar todos sus esfuerzos a los estudios, ya que su sueño era llegar a ser médico.

También era un alumno aventajado, integrante del cuadro de honor y, ¡cómo no!, era el representante de los estudiantes.Todo esto hacía que siempre estuviera rodeado de personas que lo admiraban e intentaban convertirse en su próxima novia o novio, por lo que acercarme a él para que notara mi presencia era algo simplemente inútil.

Además, ¿qué adolescente que se precie se fijaría en una chico regordete si estaba siempre rodeado de bellezas? Por suerte para mí, JongIn había decidido centrarse en sus estudios, por lo que siempre rechazaba amablemente a todas y todos los moscones que lo rodeaban.

Por otro lado, y para mi desdicha, yo simplemente no existía para él..., hasta ese maravilloso día en que descubrí que los príncipes de cuento de hadas no son siempre parte de nuestra fantasía, y que en algunas ocasiones existe ese héroe que sale en nuestra defensa y nos hace sentirnos como un principe cuando hasta el momento éramos simples ranas.

Desafortunadamente, aunque JongIn no se hubiera percatado de que yo lo seguía todos los días abrazado a mi carpeta -donde guardaba un montón de recortes de imágenes suyas de cuando salía en alguno de los periódicos del instituto-, la infinita multitud de alocadas personas que lo idolatraban sí se habían dado cuenta de mi presencia y, para ellas, que alguien como yo fuera detrás de un chico como Kim JongIn era todo un pecado.

Uno de esos días en los que mi naricilla curiosa se escondía detrás de algún rincón del instituto, después de haber dedicado parte de mi tiempo libre a observar cómo corría JongIn en clase de gimnasia haciendo las pruebas de resistencia en carrera que yo nunca llegaba a superar, fui acorralado en mi pequeño escondite por algunos de mis compañeros de clase, compañeros que nunca hasta entonces se habían dignado a dirigirme la palabra, acompañados de chicos y chicas de otros cursos, igual de presumidos, que pensaban que JongIn simplemente era de su propiedad.

-¡Os dije que esta rata de biblioteca se encontraría aquí, acosándolo, como siempre! -exclamó acusadoramente una de las chicas de mi clase que siempre había envidiado mis excelentes notas, pero ¿acaso era culpa mía que ella fuera idiota?

-No estoy haciendo nada malo, ¡ni siquiera me he acercado a él! -dije mostrando lo evidente, ya que era algo estúpido molestarse por mi presencia cuando el hombre al que amaba ni siquiera sabía que existía.

-¡Pero lo molestas! -expuso otro de los fanáticos seguidores de JongIn, seguramente con el mismo nivel de inteligencia que mi querida compañera de clase, o sea, ninguno.

-¿Cómo puedo molestarlo desde aquí? pregunté a esas necias personas que se empecinaban en alejarme del chico que me gustaba.

-¿Te estás haciendo el listillo conmigo? preguntó a su vez una de las chicas mayores, que pertenecía a la clase de JongIn.

Él vil principe (KaiSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora