Capítulo 53

6.3K 535 94
                                    

Capítulo 53| Valentía

Gabriel y yo no hemos conversado desde que salimos del cuarto de mantenimiento. Y de eso habían pasado ya tres días. Las cosas que me dijo allí me mantuvieron en vela las dos siguientes noches y me mantenía aún si saber qué hacer.

Él expuso sus miedos, yo le mostré los míos.

Lo mejor sería sus ambos siguiéramos como estábamos, cada quien, por su lado, yo terminar mi primer año tranquila y olvidar que alguna vez nosotros hicimos ese trato. Sin embargo, no era fácil cuando lo que más quería en este momento era a ese hombre compartiendo conmigo.

"Eres importante para mí"

Las palabras que cambiaron todo para mí. Porque eran justo las mismas que yo quería escuchar. Lo que ansiaba tener en mi vida.

Dejé mis lúgubres pensamientos y pasé a la habitación del señor Antonio. Cuando entré me encontré con una escena familiar muy linda. Su nieto, llamado igual que su abuelo, y él estaban viendo fórmula uno por el televisor. Mientras que sus dos hijas estaban a su lado conversando y pendiente de ambos.

Él estaba teniendo una buena recuperación. Lo que me hacía sentirme por entero feliz.

—Buen día, señor Antonio. Me alegra verlo en tan buena compañía.

Todos me miraron y sonrieron. —Ragazza, qué bueno verle.

—El gustó es mío, se ve que está de buen ánimo está mañana.

—Me siento como un roble —revisé sus signos y anoté lo nuevo en la evolución. Realmente estaba bien—. No me alcanzará la vida para agradecerle lo que hizo, doctora Taylor.

Sentí que mi piel se ponía roja. Aún no me acostumbraba a los halagos, pero no podía negar la satisfacción que me daba escuchar esas palabras. No para subirme el ego, sino porque solo me alientan a seguir estudiando y ser mejor. Hace que todo el esfuerzo y las noches sin dormir valgan la pena.

—Es mi trabajo. Lo hago con amor.

Sus dos hijas me abrazaron cuando me despedí y me sentí bonito. Salí de su habitación y mi estado de ánimo bajó unos grados cuando casi me choqué con la hija del diablo.

Maldita sea.

—Doctora Whitman —dije con respeto, pese a que no lo sentía por ella.

—Te sientes muy grande, ¿No es así?

¿Ah? No entendía nada. Pero era complejo comprender a esta mujer, no porque fuese muy erudita, es que era complicado comprender tanta superficialidad.

—¿Disculpe?

—Todos hablan de lo heroica que es la doctora Taylor. Yo creo que solo es un acto de presunción de tu parte.

¿Ella estaba diciendo lo que estaba diciendo? ¿Así sin reírse? Definitivamente estaba loca. Ella sería la primera que haría algo así, sobretodo para restregármelo en la cara.

—No me proyecte en usted, doctora —respondí ya sin importarme nada. Estaba cansada de esta actitud de perra.

—Sigo siendo una adjunta y debes respetarme —ella se escudsría en eso porque no había respuesta. Al menos no una que deseara decirme.

—¿Por qué me odia? —yo decidí que tenía hoy un instinto suicida, porque preguntar eso solo conllevaría a una muerte temprana.

Ella se río, risa macabra y todo. —No te creas tan importante, Taylor. Solo soy alguien que tiene que bajarte los humos. Estás muy engrandecida.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora